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R. A.
Sábado, 9 de mayo 2015, 01:11
El rompecabezas parece aclararse. El marido de Rosa Ferreira Canda, bautizada como la Pequeña Nicolasa gallega, ha desmentido el supuesto cargo de su esposa, que se hizo pasar por asesora de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y envió invitaciones a altos cargos valencianos para un acto cultural en Orihuela. «Mi mujer no es asesora ni es nada», manifestó el hombre en unas declaraciones televisivas. «Está en Madrid porque trabaja fuera de Galicia y no tiene nada que ver con Orihuela», expuso el hombre, que no confirmó si convive con ella.
Sus vecinos aseguran que «no está muy bien» y atribuyen a Ferreira Canda «ciertas ensoñaciones». Pero la última ha ido demasiado lejos. Su extraña farsa ha hecho que la policía alicantina la busque para pedirle explicaciones y que la Asociación de Amigos de la Fundación de San José Obrero estudie acciones legales contra la mujer.
Al parecer, anunció la presencia de la vicepresidenta del Gobierno en la inauguración de una pérgola de un centro de menores de Orihuela. Fingiendo ser asesora de Sáenz de Santamaría envió una serie de invitaciones con el logo de vicepresidencia. Al lugar actuaron el obispo de Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, el vicepresidente de la Generalitat Valenciana, José Císcar, la consellera de Bienestar Social, Asunción Sánchez Zaplana; y el alcalde de la ciudad, Monserrate Guillén, entre otros cargos y periodistas que esperaron en vano a la vicepresidenta durante varias horas.
El secretario general de la asociación, Agustín Fuentes, relató que conoció a la Pequeña Nicolasa través de las redes sociales. Ella le visitó en el centro educativo en varias ocasiones y, bajo el disfraz de asesora de la vicepresidenta, le propuso llevar a la inauguración de la pérgola a Sáenz de Santamaría.
Lo más sorprendente es que la propia impostora estuvo en el acto y que, ante la ausencia de la vicepresidenta, la excusó por estar indispuesta. Pero tampoco llegaba a la comida prevista. «Ahí ya empezamos a sospechar, pues era el último acto», explicó Fuentes. Una llamada de la Generalitat a la Moncloa sirvió para aclarar el entuerto.
El vicepresidente de la Generalitat, José Císcar, tildó ayer de «impostora» a la mujer. Lamentó que engañara a la asociación alicantina, «que actuó de buena fe y está trabajando para emprender acciones legales contra ella».
Según la versión de Císcar, «asistimos al acto ante una invitación que teníamos de la propia asociación y no fuimos porque acudiera la vicepresidenta». No obstante, en declaraciones a Europa Press, el conseller reconoció que sus sospechas sobre la extraña mujer se produjeron «esa misma tarde». Habló con Vicepresidencia de la Generalitat para preguntar. «Y desde ahí se destapó todo».
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