Pablo Casado decidió ayer hacer doblete en el último día de campaña electoral y, antes de cerrar con un gran acto en Madrid, acudió a mediodía a Valencia. El candidato del PP sabe que es necesario un buen resultado en la Comunitat si quiere llegar a la Moncloa y que Isabel Bonig logre ser la primera presidenta de la Generalitat. Un local de la Marina de Valencia fue el lugar escogido para realizar un mitin que no buscó congregar masas sino mostrar cercanía en un entorno privilegiado con vistas al mar. Durante su intervención, el aspirante a la presidencia del Gobierno no dudó en recuperar el discurso regionalista para afirmar que su objetivo es que la Comunitat no se convierta «en un apéndice de los països catalans».
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Casado fue arropado por toda la cúpula del PP Valenciano. En el acto no sólo se pudo ver a la gran mayoría de los candidatos al Congreso, Senado y Les Corts sino también a dirigentes municipales, referentes europeos como el valenciano Esteban González Pons, al que no dudó en ensalzar, y hasta a históricos representantes populares que se han quedado fuera de las candidaturas como el hasta hace poco senador Pedro Agramunt o Alfonso Novo, concejal de la ciudad de Valencia que no repetirá por estar investigado.La primera en intervenir fue María José Català, candidata del PP al cap i casal, que reivindicó el músculo del partido para movilizar la militancia y no tardó en dirigir los primeros reproches de la jornada a Ciudadanos y Vox al asegurar «que lo cómodo es cambiar como las modas y seguir el trending topic». Frente a estas formaciones y unos socialistas que Català aseguró «que han engañado» al no haber reformado la financiación autonómica o haber evitado condonar la deuda de la Marina situó al PP, el partido cuya «lealtad marca la diferencia». El siguiente turno fue para Belén Hoyo, cabeza de lista de la provincia de Valencia y persona de la máxima confianza del líder nacional, que arrancó su intervención dándole las gracias a la dirección de Casado por su presencia y recordando a los votantes que su formación «no es una fábrica de ideas» sino un proyecto sólido para la Comunitat Valenciana y para España.
Tras estas intervenciones llegó el turno de Bonig, que llegó a emocionarse en el arranque de su intervención cuando recordó «los difíciles momentos» en los que cogió las riendas del partido tras el descalabro electoral de 2015, cuando se tenía una imagen muy deteriorada por los casos de corrupción. Sin embargo, Bonig insistió en que, tras pedir perdón por lo que se había hecho mal, «dieron la cara» porque en esta Comunitat «todo está construido por el PP». Dirigiéndose a Casado, afirmó que si ya le hizo una promesa ahora le hace «un juramento» porque aspira a ser la primera mujer presidenta de la Generalitat y cree que «el PP valenciano volverá a llevar a la Moncloa a un presidente del PP». Bonig pidió «no subestimar» a su partido en esta recta final y aseguró que las formaciones de izquierda que forman el pacto del Botànic «están nerviosas». Como preludio a Casado, describió a la Comunitat como «un muro de contención de esos nacionalismos que quieren romper el proyecto común de España: Mai serem catalans, diguen lo que diguen». El punto de humor llegó cuando en el gran ventanal que daba a la playa se vio una avioneta con la publicidad del PP y en ese momento Bonig bromeó al asegurar que «el futuro llega por el cielo». «Un Falcon no parece», indicó ante el público. Siguiendo la senda marcada por sus antecesoras subrayó que su partido «no nació ayer» y no dudó en arremeter contra Ciudadanos al sentenciar que ellos han sido «los únicos que han defendido la libertad educativa a izquierda y derecha» ya que considera que el partido naranja se sumó a esta reivindicación mucho después de ellos.
Y por fin llegó el turno de Casado. El aspirante a la presidencia arrancó con un guiño a Valencia al asegurar que va a haber un presidente «casi valenciano» ya que recordó que su esposa e hijo nacieron en Elche y que tiene una fuerte vinculación con la Comunitat. Tras elogiar a los candidatos, que definió como «una alineación de titulares», apostó por recuperar la figura de Rita Barberá, «una alcaldesa de bandera» que para Casado sólo puede sustituir Català. El líder del PP quiso dedicar una parte importante de su intervención a cuestiones valencianas y prometió que abordará temas tan importantes para la Comunitat como son la financiación autonómica, el corredor mediterráneo, la política de agua y la crisis citrícola. Además, volvió a tratar de hacer pedagogía al pedir el respaldo y asegurar que el voto a Ciudadanos y Vox es «hacer un favor a Sánchez, Iglesias y a Otegui» por el sistema electoral.
El discurso regionalista llegó casi al final y Casado fue claro: «Como yo quiero a Valencia y yo me siento casi valenciano, no voy a permitir que nadie me llame apéndice de los països catalans; cuando yo sea presidente, Valencia no va a ser catalana». «Valencia tiene historia, tradiciones, cultura, patrimonio y lengua propia como para ser el anexo de nada imaginario y suicida para la concordia», sentenció Casado, que no dudó en terminar el encuentro con estas palabras ante un público entregado.
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