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Para aquellos que vibramos con las campañas electorales (qué quieren que les diga, cada uno con lo suyo), las estadounidenses tienen un algo especial. Nos las damos de enterados repitiendo eso de que «Ohio es la clave» o «tienen que ganar Florida», como si supiéramos al 100% lo que significa, pero lo cierto es que en cualquier proceso electoral la distribución territorial de los sufragios es importante. Como pasa con los demócratas con Nueva York, o con los republicanos con Utah, en Valencia los partidos tienen sus propios caladeros de votos, enclaves donde tienen casi segura la victoria y de donde salen miles de sufragios que pueden tener la llave de la Alcaldía de la capital. Acompáñenos en este viaje por las grandes llanuras del Ensanche, el centro cosmopolita de Compromís o las afueras socialistas para conocer las interioridades del voto territorial en las elecciones municipales del cap i casal.
El Carmen
Claro que cuando el Carmen votó en masa a Joan Ribó en 2019 el alcalde aún no había puesto en marcha sus famosas cámaras para acceder a buena parte del barrio, y haría bien Compromís en no perder de vista lo que pase la noche del día 28 en el centro, 'su' centro, porque una caída en estos votos puede ser clave. «Yo les voté en 2019, pero ahora... tengo dudas, porque lo de las cámaras es muy malo», explicaba esta semana Juan Carlos, que tiene una tienda de productos de alimentación en el centro de la ciudad.
Sin embargo, en un bar situado cerca de la plaza Tavernes de la Valldigna, Carlos y Maria están tomando café en la terraza. Ambos contestan en valenciano y dicen que votarán a Ribó «porque es el único que defiende de verdad el barrio». Cuando se les pregunta por el tema de las cámaras, se encogen de hombros. Son jóvenes y tienen bicicleta para ir a todas partes.
Pla del Remei
El barrio más rico de la ciudad es también el más conservador. Casualidades, o consecuencias aparte, lo cierto es que en 2019, en Pla del Remei más de un 60% de los votos fueron para PP o Vox. El PP fue el partido más votado en este barrio de calles limpias y ordenadas y Vox fue en esta zona donde más porcentaje de votos sacó en toda la ciudad. Atendiendo a las opiniones de quienes viven en la zona, el PP podría enfrentarse a una fuga de votos en dirección al partido de derecha radical. «Yo voté al PP pero ahora tengo dudas. Lo que pasa es que al candidato de Vox no lo conozco y a María José (Catalá), sí, pero no sé... ya decidiré», explica Carmela, que sale de tomar algo con unas amigas en el Mercado de Colón. Son todas de la misma opinión, salvo María de los Ángeles, que vive en Isabel la Católica. «He votado al PP toda mi vida, y mi marido también, y este año haremos lo mismo. Creemos que es lo mejor que podemos hacer para que Ribó se vaya del Ayuntamiento», dice.
En estas calles pulcras, donde más resistencia a algunos de sus proyectos se ha encontrado el Consistorio (recuerden lo ocurrido junto al mercado el primer día que se instaló el mercadillo agrícola), se jugará el destino del voto conservador. Si el PP lo mantiene, tendrá la vara de mando más cerca. Si se divide entre los fieles a Catalá y quienes quieran apoyar a Vox, será más complicado el asalto a los cielos que plantea la opción conservadora.
Y es que las quejas contra Ribó son constantes en esta zona. Hace unas semanas, de hecho, este diario contó las protestas por la falta de limpieza en las calles más cercanas al mercado y los vecinos han llegado incluso a preparar un documento con decenas de fotos del mal estado de calles tan importantes como Colón. La movilidad, por cierto, es otro tema que suscita debate en el barrio, sobre todo en lo relativo precisamente a Colón, que actúa como frontera entre el Ensanche y Ciutat Vella. «Yo votaré a quien prometa arreglar el lío de Colón», comenta un repartidor que trabaja en la zona pero que, como reconoce, no vive en Pla del Remei.
Benimàmet
En las afueras de la ciudad, cerca de la huerta, es donde más fuerte es el PSPV. Es el caso de Benimàmet, donde superó con holgura el 30% de votos y donde las promesas de un nuevo parque, el de Carolines, han calado en un vecindario que, parece, seguirá fiel al PSPV. «Llevo votándoles varios años y seguiré haciéndolo», explica Roberta, vecina «de toda la vida» del barrio. Curioso cómo la mayoría de los vecinos encuestados para este reportaje en cualquier distrito se mantienen fieles a su voto años anteriores. El CIS del pasado jueves ya apuntaba que más del 60% de los votantes ya tienen claro a quién van a otorgar su confianza antes del comienzo de la campaña electoral.
El viaje sigue en Orriols, un barrio que ha vivido mejores épocas. Multicultural como pocos, levantinista como (casi) ninguno, Orriols ha vivido un mandato agitado. La sensación cuando uno camina por Duque de Mandás no es la misma que había hace unos años, cuando hasta los vecinos admitían que era un barrio conflictivo. No. La situación ha cambiado, pero en el nudo compuesto por Padre Viñas y San Juan de la Peña la vida sigue casi igual. En este barrio arrasó el PSPV, y el hecho de que Urbanismo haya llevado a cabo acciones tan visibles como el derribo del llamado «agujero de la vergüenza» ayuda a que la imagen que tienen los vecinos de Sandra Gómez sea casi inmejorable. Más críticas recibe un semidesaparecido Aarón Cano, que no repetirá en la lista y que ha capitaneado Protección Ciudadana con un convencimiento absoluto en que los problemas de convivencia no se pueden solucionar sólo con presencia policial. Más de ella habrían pedido los residentes, que creen que el problema de seguridad «no se ha solucionado del todo, aunque sí ha mejorado mucho», según fuentes de la asociación vecinal Orriols en Lucha, la que más ha peleado contra los problemas de convivencia que asolan el barrio.
Penya-roja
En la Valencia de los PAI y del nuevo desarrollo, esa Valencia que creció al calor del circuito de Fórmula 1 y alrededor de la Ciutat de les Arts i les Ciències, el voto a Ciudadanos se ha dado por seguro durante ocho largos años. Pero el desgaste que ha sufrido la formación a nivel nacional (menos a nivel local, donde Fernando Giner lleva, cada fin de semana, una agenda de actos maratoniana) parece haber pasado una inevitable factura al partido liberal. «Sí, les voté en 2019. Ahora, me paso al PP», cuenta Jaime, vecino de un edificio situado al final del paseo de la Alameda, en este final de la ciudad que espera el soterramiento de las vías; la ampliación, o no, de la avenida y el parque, o no, del PAI del Grao.
En una mañana de mayo, la mayoría de vecinos encuestados reconocen que el voto lo variarán hasta el Partido Popular. Encontramos a una mujer que seguirá fiel a Ciudadanos, pero la mayoría decide pasarse al PP. Reconocen que la labor de la asociación de vecinos, capitaneada por el ahora candidato a concejal por las listas de Catalá, José Tárrega, ha tenido mucho que ver en su decisión.
«Sandra Gómez no ha querido darnos el centro de salud que pedimos por la liada de Tabacalera», explica un residente que no quiere identificarse pero que admite que, sorpresa, cambiará al PP. Ciudadanos sacó aquí casi uno de cada tres votos, y parece complicado que repita resultado en dos semanas pese al ingente trabajo que está desarrollando su candidato.
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Javier Bienzobas (Gráficos) y Bruno Parcero
Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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