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Compromís afronta hoy su ejecutiva más triste desde aquella en la que Mónica Oltra decidió dimitir. Después, por cierto, de que Joan Ribó le empujara a ello. La sede de la plaza del Pilar recibirá a la ejecutiva de Compromís per València y en esa reunión habrá voces que deslizarán la opción de que el alcalde dimita. Quien era todopoderoso hasta el domingo a las 19.59 horas se enfrenta ahora a una decisión. Puede seguir en la oposición, con 75 años y o bien forzado a la irrelevancia o bien haciendo campaña para su sucesor. La otra opción es dimitir. Puede hacerlo antes o después de coger el acta de concejal, aunque el domingo dijo que le daría la vara de mando a Catalá, por lo que parece poco probable que dimita antes.
Compromís en Valencia es un búnker poco crítico. Llevan ocho años cerrando filas detrás del candidato, un
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Ribó que era el principal valor de la formación tras la salida de Oltra. Sin embargo, esa unidad parece resquebrajarse. Fuentes cercanas a la coalición deslizaban este lunes que quizá había llegado el momento del cambio. La edad del futuro ex alcalde está en boca de todos: ahora tiene 75 años y en mayo de 2027 tendrá 78, por lo que parece poco probable que repita como candidato.
Cabe recordar que ya ha habido que convencerle para que se presentara estas elecciones. El alcalde había prometido dos mandatos máximo cuando llegó al despacho del segundo piso del Ayuntamiento, pero luego llegó el caso Oltra y Compromís vio que o se agarraba al tándem Baldoví-Ribó y al alto conocimiento de los dos o el naufragio podía ser inevitable. A la postre, claro, lo ha sido, pero cuando el alcalde decidió presentarse, un paso muy meditado, las esperanzas estaban puestas en el aspecto bonachón de Ribó. Las urnas, como a cierta otra alcaldesa, le han demostrado a las claras que el juicio político llega tarde o temprano y, cuando llega, es inexorable. Da igual lo que digan las redes o lo que te digan tus asesores: el grito de los valencianos resuena más fuerte.
En la ejecutiva de este martes a buen seguro que se oirán críticas. O autocríticas, porque en política todo es un poco lo mismo. Los resultados mandan un mensaje claro a Compromís, aunque está por ver cómo lo interpretan en la plaza del Pilar. Sin embargo, hay quien ahí dentro piensa que ha faltado diálogo y quien culpa de todo a la «ola azul», que dijo Ribó, que viene de Madrid, como el mal de Almansa. El diagnóstico final determinará en qué se quiere convertir Compromís, empujado ahora a la oposición.
Tampoco sería descabellado que el alcalde se quedara. Fue concejal en la oposición entre 2011 y 2015 y se convirtió en el azote de Barberá, pero se da por hecho, también en la plaza del Pilar, que su tiempo político ha terminado. «No creo que esté para estos trotes», dejaban ayer caer desde dentro del búnker de Compromís. Aunque todas las fuentes insistían en lo mismo: el alcalde se ha ganado poder decidir. Será Ribó el que dicte su propio destino, y ya es más de lo que se ha permitido a otros dirigentes políticos, empujados al adiós por cuestiones internas o judiciales. A rey muerto, rey puesto. La figura de Ribó ha ardido en la pira electoral y llega el momento de coronar a un nuevo rey. Nadie en Compromís quiere hablar de la dimisión del primer edil, pero si llegara, la portavocía del grupo caería, con toda probabilidad, en Papi Robles, que viene de ser síndica en Les Corts y, por tanto, conoce bien a Catalá. Habría que ver, eso sí, como cae esa decisión en un grupo municipal. Muchos de los concejales que se quedan (si Ribó dimitiera entraría Notario y serían hasta 6) ya lo eran el mandato anterior. El predicamento que entre ellos puede tener Pere Fuset o Sergi Campillo podría ser un impedimento para la aceptación de Robles, aunque en Compromís todo el mundo habla maravillas de ella.
Decíamos que la formación econacionalista funciona como un búnker del que sale poca información. Lo es. De la plaza del Pilar no salió ayer ni una palabra. Únicamente en redes sociales Fuset se mostró preparado para trabajar en la oposición, con ese tono esperanzado con que desde el domingo intentan enmascarar un fracaso mayúsculo. Glòria Tello dio las gracias a todos los que la han acompañado estos años en su labor de Gobierno. Tendrán, todos ellos, una importante ventaja como concejales de la oposición: se conocen, o deberían, al dedillo todos los vericuetos de la administración local. Saben lo que dejan en los cajones y lo que no. Tienen las cifras en la cabeza, pero habrá que ver si consiguen reconvertirse tras ocho años pisando maqueta. Compromís nació de la queja social, pero pareciera que el paso del tiempo y, sobre todo, ver cómo sus mociones y propuestas se materializan en la calle les han aburguesado.
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