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Una de dos: o el PSOE tiene claro que va a ganar en Valencia o no le importa nada lo que pase aquí dentro de una semana. Como sabemos que no es lo primero, las clases de lógica de Filosofía nos enseñan que ha de ser lo segundo. Porque plantarse en el Museo de las Ciencias, en Valencia, y gastar media hora en hablar de la sanidad pública, sin hacer una referencia a la vivienda, la financiación o el agua, es de estar un poco desubicado. A cerca de 5.000 convencidos votantes les dio igual de qué hablara Pedro Sánchez: bastante tenían con aguantar las altas temperaturas dentro de un invernadero gigante.
El PSOE cambió la ubicación a comienzos de semana. Iba a llover, así que había que buscar un sitio cubierto, porque el toldo de la plaza de la Virgen ni está ni se le espera. Pero maldita la hora en que se les ocurrió el Carrer Major del museo, donde la temperatura subió con rapidez. Fíjense hasta qué punto dimos todos las gracias al movimiento de la Tierra alrededor del Sol que los suspiros de alivio crecían por el auditorio conforme el astro se escondía tras las alturas de la catedral científica de Santiago Calatrava.
Los asistentes tuvieron que esperar casi una hora porque el presidente del Gobierno llegó tarde. Según explicaron fuentes socialistas, hubo un retraso en el AVE, lo que no deja de ser curioso porque de Madrid salen, con dirección a Joaquín Sorolla, una media de quince trenes diarios. Mientras, el PSOE intentaba amenizar la espera con viejos éxitos socialistas, como Serrat o Los Inhumanos, junto a canciones más modernas como la muy bailable 'La revolución sexual' o el 'Viva la vida' de Coldplay. Pero el calor fue demasiado para al menos una persona, que tuvo que sentarse en la zona de prensa. No pudimos darle agua porque no teníamos.
Y luego vino el mitin en si, con gente en pie durante la intervención de Pedro Sánchez. Poco importó que el discurso del presidente fuera más dirigido a Madrid que a la Comunitat Valenciana: sus fieles, muchos de los cuales vinieron de pueblos situados en el llamado cinturón rojo de Valencia, aplaudieron enfervorecidos las afirmaciones de Sánchez. Ayudó, claro, que el sol golpeó con menos fuerza el museo y que el calor era más soportable. Lo del himno en bucle durante largos minutos, tanto al inicio como al final, no tanto.
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