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Una mesa electoral en las elecciones del domingo. I. Marsilla
Presidente por un día

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La jornada electoral en la piel de un responsable de una mesa de Benimaclet

Lunes, 27 de mayo 2019

Son las 8 de la mañana del 26 de mayo y todo está preparado en el IES Francesc Ferrer i Guàrdia para las elecciones europeas y municipales. En muchos rostros se refleja el cansancio al haber tenido que madrugar un domingo pero también la felicidad tras la victoria del Valencia frente al Barcelona. Puntuales, llegan los funcionarios y comienzan a pasar lista para constituir las seis mesas electorales que están presentes en el centro.

Tal y como estaba previsto, me toca presidir la mesa 21A, que cubre a los 542 electores de una manzana limítrofe del distrito de Benimaclet. Junto a mi, se encuentran de vocales Santiago Guillem, ingeniero residente en Reino Unido pero aún empadronado en Valencia que ha decidido cumplir con su deber y presentarse, y Jose María Guijarro, director de la escuela de postgrado de la Universidad Europea. Los tres contamos con un manual con detalles para que las votaciones se puedan celebrar de forma correcta y yo como presidente tengo también unos conocimientos extra gracias a una reunión que la junta electoral celebró el pasado jueves en la Ciudad de la Justicia. Al fin y al cabo tengo la última palabra y mando yo.

Una vez rellenada el acta de constitución, la funcionaria nos da los cheques al portador de 65 euros que recibimos por cubrir la jornada (y que aún tengo en la cartera pendiente de cobrar) así que tan sólo queda revisar el colegio electoral. Son varios los apoderados de los principales partidos que se han acercado al local y se agradece su presencia porque son de ayuda para preparar las papeletas y tener las cabinas de votación listas. Algo más de una decena de personas aguarda en la puerta que abre la Policía Local a las 9 cuando arranca la votación y entonces y depositan su voto los primeros con alegría. La mayoría son personas mayores que prefieren acudir a primera hora de la mañana pero al poco rato también aparecen los hermanos Rovira, dos valencianistas que acaban de llegar de Sevilla tras un largo viaje en autobús y que lo primero que quieren hacer antes de descansar es votar.

La jornada se celebra con tranquilidad y poco a poco se presenta más gente en el instituto. Son muchos los que por inercia acuden al lugar donde depositaron la papeleta hace menos de un mes pero las mesas tienen otra disposición y muchos no figuran en el registro que se nos ha asignado. A muchos esta situación les indigna y nos lo reprochan como si fuera nuestra culpa. «No entiendo para qué las cambiáis de sitio». A media mañana, un trabajador de Correos trae 33 sobres que corresponden al voto a distancia. Desde las 12 30 hasta las 14 horas es cuando más afluencia hay en el colegio y en algunas mesas las colas llegan de un lado a otro de la sala. La participación a las 14 horas es del 47% del censo y va a contracorriente que el resto del distrito. Al IES acuden personas relevantes del barrio como el investigador Avelino Corma, el exconcejal popular Silvestre Senent y hasta cinco sacerdotes, una vez han oficiado la misa claro. A partir de aquí la asistencia cae y los miembros de la mesa nos dividimos para hacer pequeños descansos de media hora y comer algo. Siempre tienen que quedar dos de los tres integrantes presentes así que las salidas son de uno en uno. Son exprés y apenas da tiempo a ir a casa y tomarse algo rápido.

Pasadas las 17 horas vuelve a animarse la cosa y entonces se dan los primeros incidentes. Una mujer latinoamericana acude al local pero no se encuentra en ningún registro y, tras llamar a la junta electoral, le aclaran que en esta ocasión no puede votar. Otra señora deposita por error el voto de las elecciones municipales en la urna de las europeas y decidimos que si es el único caso la tendremos en cuenta en el recuento que le hubiese correspondido ya que es el único sobre blanco rodeado de cientos de azules. También acuden al IES la más veterana de la manzana, una mujer de nada menos que 96 años, y un joven que se estrena en la mayoría de edad y que por pocos días no pudo participar en las elecciones generales y autonómicas. Su madre decide inmortalizar el momento con algunas fotos. Son muchos los vecinos que también se acercan y nos dan el 'pésame' particular por tener el honor de ser mesa y hasta alguno se ofrece a traernos una cerveza para hacer más amena la estancia. Una joven polaca acude a la mesa y, aunque según el censo podía votar a las locales y europeas, sólo lleva la papeleta del Ayuntamiento. «Ya he votado a Bruselas en el consulado» afirma. Podría haber hecho trampas y votar dos veces ya que nadie se habría enterado.

Cierre y recuento

En la última hora se nota como aumenta la participación y es que son muchos los que se dejan la votación para última hora. A las 20 horas se cierra el colegio y comienza el recuento de las europeas. Los apoderados se ofrecen a colaborar y es cada presidente el que acepta o no su ayuda a la hora. Como es habitual, en una primera ronda los números no cuadran pero poco a poco se van encontrando pequeños fallos. Tan sólo tenemos un desfase de un sufragio y decidimos contarlo como voto en blanco. Ahora, llega el turno de rellenar el acta de sesión y de escrutinio y los partidos insisten en que quieren tener una copia porque se la piden sus superiores para cotejar datos. Al completar uno de estos papeles transcribimos mal un número y las cuentas se van por el aire, la funcionaria nos avisa de que el programa no deja registrar los votos y estamos un buen rato intentando encontrar el fallo. Al fin, vemos como habíamos aumentado el número de papeletas socialistas como si fueran las populares y seguimos adelante. Ya sólo nos queda el último paso, poner las actas y los registros en tres sobres.

Cuando terminamos el proceso de las europeas repetimos los pasos para las municipales ya sin errores y con la experiencia anterior podemos hacerlo mucho más rápido. Aquí aparece un voto nulo del PP que ha sido rallado pero decidimos dejarlo en un sobre para que sea la Junta Electoral el que decida si puede entrar en el recuento. En nuestra mesa los populares ganan los dos comicios y ya se vislumbran tendencias como que Unides Podem se queda fuera del Ayuntamiento de Valencia ya que sólo logra 9 votos de 422. Antes de salir, nos aseguramos de recogerlo todo, destruir las papeletas, guardar las urnas y dar a una trabajadora de Correos uno de los sobres tal y como marca la normativa y entonces me dirijo, ya sin los vocales, a la Ciudad de la Justicia a entregar los otros resultados. La Policía Local se ofrece a llevarme en su coche pero tendría que esperar a los presidentes otras mesas y prefiero ir haciendo camino. Los juzgados, transformados en Junta Electoral, están a rebosar de presidentes con sus respectivos resultados y cada uno acude a la sala asignada a su distrito censal. Una vez realizada la entrega he terminado el trabajo y al ver el móvil observo como el resultado en el consistorio está muy ajustado. Parece que cualquier mesa podría haber decantado el color del Ayuntamiento ya que la izquierda vence por apenas 250 votos.

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