Ribó acaba el mandato como alcalde de Valencia con 30 promesas sin cumplir

Nadie duda de que las inversiones municipales han crecido este mandato en Valencia. El aumento de ingresos vía impuestos o del Estado ha sido el reflejo de la salida paulatina de la crisis económica. El pasado año acabó con 78 millones de euros gastados en obras y equipamientos. El reverso de esta cifra son los cien millones que se quedaron en la caja pendientes de ejecutar, una cifra que cada vez se ha ido haciendo más grande y que, a la larga, ha servido para acelerar la reducción de la abultada deuda. Los motivos para un porcentaje tan bajo de finalización del presupuesto son variados y van desde el cambio de normativa hasta el mayor número de ofertas (hasta 25 por una obra de apenas medio millón de euros).

Pero la bruma que ha flotado estos cuatro años en el Consistorio ha sido la falta de coordinación entre las concejalías para acometer numerosos proyectos, además de las discrepancias abiertas en asuntos tan decisivos como los nuevos barrios del Grao o Benimaclet, por ejemplo. Así, al menos 30 iniciativas, promesas del arranque del mandato o decisiones tomadas por los vecinos a través de las inversiones que se eligen por votación siguen a la espera de novedades. El próximo mandato, bien por el bloque conservador o la reedición del progresista, las encuestas vaticinan un nuevo gobierno de coalición, lo que obliga a una revisión del modelo para desatascar numerosas inversiones. Varias ordenanzas decisivas como la de Movilidad, civismo o la que regula la tenencia de animales tampoco han entrado todavía en vigor.

Ninguna de las cuatro plazas más representativas de Ciutat Vella han salido adelante. La plazas de la Reina, San Agustín, Brujas y Ayuntamiento siguen sin plazo de inicio de obras y con proyectos atascados pendientes de permiso.

La presentación de una licencia de obras para demoler el antiguo cine Metropol, en la calle Hernán Cortés, generó una oleada de protestas para salvar al menos la fachada art-decó. La negociación con la propiedad sigue abierta.

Este mandato debía continuarse con la reurbanización de calles del Ensanche, pero las obras realizadas los primeros meses en Hernán Cortés y Pizarro no han proseguido con otros proyectos, como la propia Cirilo Amorós.

El solar de Jesuitas fue un icono contra la especulación inmobiliaria, aunque el proyecto de ampliar el Botánico sigue igual que en la etapa anterior. El único avance ha sido la entrega a Expo Grupo de la parcela de la avenida Aragón.

Las crítica de los grupos de la oposición a la falta de gestión del gobierno municipal ha utilizado con frecuencia el atasco en la concesión de licencias, tanto de obras como las relacionada con la actividad de cualquier negocio.

El Plan de Ciudad Fallera plantea una serie de iniciativas interesantes para rescatar el polígono de talleres artesanos, donde apenas se ha hecho nada este mandato. El planeamiento no ha conseguido ser aprobado este mandato.

Las 1.345 viviendas previstas en Benimaclet, a orillas de la ronda norte, han sido seguramente uno de los proyectos donde más discrepancias han surgido entre los miembros del gobierno municipal y que se queda en el tintero.

Estos cuatro años han servido para deshacer lo presentado en el anterior mandato sobre la frontera de Nazaret con el puerto. El nuevo plan ya está listo, pero de momento se han adjudicado obras de unos jardines provisionales.

El planeamiento urbanístico para desatascar la que debe convertirse en una de las zonas con mayor pujanza de Valencia ha avanzado con un proyecto en redacción de Aumsa, pero con diferentes criterios entre los socios del gobierno.

El Plan de Ciutat Vella debe servir para ordenar todos los usos del distrito centro de Valencia, incluidos los apartamentos turísticos. El documento está a la espera de su autorización definitiva tras las alegaciones.

Una de las primeras decisiones del gobierno tripartito fue la derogación del plan del Cabanyal que incluía la prolongación de Blasco Ibáñez. El documento que lo sustituye está todavía en trámite para su aprobación final.

El pasado 25 de abril se aprobó en el pleno la nueva normativa de Movilidad, que todavía no ha entrado en vigor. Los sindicatos policiales han pedido cursos de formación por los cambios que supone para bicis y patinetes.

El principal carril ciclista de Valencia está lleno de señales de preferencia para este medio de transporte que siguen sin estar incluidas en el Reglamento de Tráfico, por lo que se ha discutido su legalidad para poder multar.

Más de una veintena de empresas de alquiler de vehículos eléctricos en la calle, entre motos, patinetes y coches, se han interesado por participar en un mercado regulado en Valencia, que sigue sin resolverse pese a las críticas.

El Plan Director de la Bicicleta, el documento que debe ofrecer el diagnóstico de este medio de transporte en la ciudad, está pendiente de aprobación pese a que el pasado año se anunció el encargo del proyecto por el Consistorio.

La escasez crónica de aparcamientos en los barrios es una de las quejas perennes del mandato. No en vano, este apartado es el que se puntúa más bajo en las encuestas de gestión que realiza el Ayuntamiento desde hace varios años.

Los puntos de recarga eléctricos en la vía pública siguen siendo un proyecto, pese al interés declarado del gobierno municipal en fomentar esta energía alternativa, que no acaba de cuajar en la ciudad por falta de incentivos públicos.

El fracaso en conseguir al menos presentar algunos edificios municipales en el Cabanyal en obras es uno de los aspectos más llamativos del mandato. Con todo a favor, presupuesto y apoyo vecinal, no se ha acabado ningún proyecto.

Las ocupaciones ilegales en de inmuebles del Ayuntamiento no se han reducido de manera significativa. Las propiedades públicas siguen estando en precario por este motivo, sobre todo en los barrios del Marítimo, donde es crónico.

El Plan Decidim VLC, las inversiones votadas directamente por los vecinos, han tenido más sombras que luces. Las demoras han sido tales que todavía quedan obras por finalizar de las primeras ediciones. Urge una revisión.

Anunciada demasiadas veces para al final tener que guardarla en un cajón. El proyecto de ordenanza contra los actos de incivismo, como el botellón o las pintadas, se ha quedado como una mera intención que no llega a buen puerto.

València en Comú ha sido el promotor este mandato de un reglamento para el funcionamiento de las juntas de distrito. El documento quedó sobre la mesa por desacuerdos con el PSPV por el personal y gasto que supondría.

Lo que se anunciaba como un modelo distinto a la hora de tratar las fiestas populares no ha cuajado. Más bien ha sucedido lo contrario con ejemplos como el descontrol registrado las pasadas Fallas en varias zonas del centro.

En la Marina y en el Grao hay sendos edificios pendientes de rehabilitación y que se destinarán a empresas y proyectos innovadores. Pese a ser uno de los sectores más pujantes, lo cierto es que el balance ha sido más que discreto.

Ha sido casi un mantra en los plenos municipales del último año. Valencia ha sido uno de los municipios que menos ha aprovechado los fondos de la Generalitat para la reforma y construcción de colegios públicos. De nuevo, gestión.

La proliferación de apartamentos, eliminación de comercios tradicionales y hasta los problemas de movilidad que supone el éxito del turismo no ha servido para lograr el consenso con las principales asociaciones del centro.

Cuatro años es demasiado tiempo para que el refugio de perros y gatos abandonados de Benimàmet se mantenga en unas condiciones tan precarias. Del proyecto de las nuevas instalaciones en la parte norte se desconocen los plazos.

La ordenanza de animales procede de los años 90, por lo que las multas todavía figuran en pesetas. Ni el gobierno anterior ni el tripartito actual han conseguido sacar adelante una normativa que modernice un sector tan importante.

El Centro Arqueológico está pendiente de numerosas reformas, entre las que destaca la eliminación de las humedades que dañan las piezas. Anunciado hace tiempo, la ejecución del proyecto se dejará para el siguiente mandato.

El vandalismo se ha cebado demasiadas veces con varios museos y monumentos. Pintadas en la Lonja, incendios en las torres de Quart, etc. Aún así, el proyecto para instalar 43 cámaras en siete inmuebles no se ha encargado.