El varapalo de Podemos debilita la capacidad de negociación de Dalmau

Valencia. Podemos lleva camino de convertirse en un partido residual. En las elecciones del 28 de abril pudo mantener el tipo en Les Corts pero las municipales se han cerrado con un varapalo para la formación morada que no termina de fraguar en un electorado apuesta sin duda por otras opciones. La salida del Ayuntamiento de Valencia es un batacazo del que es casi imposible recuperarse de cara al futuro.

La formación que lideraba María Oliver en estas elecciones ha pagado su indefinición en una legislatura en la que ha sido fagocitada por Compromís. Los morados no han sabido buscar un espacio propio y han caído a plomo. La debilidad en la capital hipoteca también su papel en un futura negociación para formar Consell. Sus socios en la Generalitat saben desde hoy que el partido de Martínez Dalmau es una formación con una curva descendente que se juega la supervivencia en los próximos cuatro años. La decadencia de Podemos blindará el éxito futuro de sus compañeros en la Generalitat. Además, el fracaso en la capital les borra de la Diputación de Valencia, ya que su representante era por los resultados en 2015 del cap i casal. De esta manera, el hundimiento es doble.

En la ciudad de Castellón han logrado entrar pero dejándose por el camino la mitad de sus concejales, al igual que en Alicante. Uno de los problemas de la formación morada es su amplio abanico de alianzas, que le hace perderse en un batiburrillo de siglas que impide que el votante les identifique.

Podemos se ha convertido en la séptima fuerza política de la Comunitat en número de escaños al quedarse por detrás de EUPV-SA y Vox. Los morados se quedan con 30.000 votos en la Comunitat.