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E. R.
Lunes, 29 de mayo 2023, 02:55
Baldoví, 64 años, casado con Pepi toda la vida, tres hijas y varios nietos. El último hace bien poco. La caída de Oltra le convirtió ... en el mal menor, un recambio de urgencia, si bien el que fuera alcalde de Sueca entre 2007 y 2011 ya llevaba tiempo rumiando la vuelta a casa. Ahora tendrá tiempo para ver el mar desde las alturas del apartamento en primera línea de playa de Mareny de Barraquetes, su refugio desde hace una década. Se queda fuera del Consell y habrá que ver si encabezará la oposición de Compromís o participará en el relevo generacional de la formación después de ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados durante 12 años.
Milita en el Bloc desde la época de la Unitat del Poble Valencià. Su papel orgánico en la coalición se ha visto algo mermado por su presencia en Madrid. Si Oltra representaba un perfil puro y duro de izquierda con cierta complicidad con el nacionalismo, pero no demasiada, Baldoví bebe de las palabras de Fuster, su paisano.
A pesar de que su formación académica no fue demasiado prolija, Baldoví se licenció en Magisterio y en el Congreso se licenció en las intrigas de la Villa y Corte, lo que implica también saberse manejar con los medios de comunicación. Es hábil sin ser brillante.
Con Mariano Rajoy en la Moncloa, Baldoví se lo pasó en grande, en términos de farándula política: camisetas y performances en la tribuna del Congreso, donde también sufrió algún susto de salud con un vahído en pleno debate sobre el estado de la nación. Ahora vuelve a la oposición.
En Madrid todo cambió a partir del convulso ciclo electoral que se inició en diciembre de 2015. Parecían días de vino y rosas tras la coalición 'A la valenciana', que sobrepasó completamente al PSOE en la Comunitat. Sin embargo, se sintió engañado por Podemos, que le hurtó el prometido grupo propio en el Congreso. Desde aquel timo, Baldoví y Pablo Iglesias no congenian, una falta de química que se incrementó cuando el suecano apostó por buscar como nuevo socio nacional a Íñigo Errejón.
Su momento de mayor visibilidad fue cuando negoció la investidura del socialista Pedro Sánchez, con el que firmó un compromiso que fue sistemáticamente incumplido, ignorado olímpicamente por el presidente del Gobierno en asuntos capitales como la financiación, pero sin sufrir ningún tipo de penalización por parte de un Baldoví que ha preferido manejarse con practicidad e intentar patrimonializar los guiños de Sánchez a la Generalitat presidida por Ximo Puig. En cualquier caso, su peor momento se produjo el pasado verano, cuando un error en la presentación de una enmienda impidió la aprobación por parte del Congreso de una enmienda que emplazaba al Gobierno central a acelerar la reforma del sistema de financiación autonómica, así como a la recuperación del Derecho Civil Valenciano.
La caída de Oltra precipitó su vuelta. Tanta prisa se dio que incluso acabó enfrentado con el partido de la exvicepresidenta. En Iniciativa se temían lo que finalmente ha ocurrido. Baldoví ya registró muchos menos apoyos que Oltra en 2019, cuando una y otro encabezaban las listas autonómica y nacional, respectivamente. A pesar de la esperanza de Puig y de los nacionalistas, la realidad se ha impuesto. Baldoví no ha aguantado el tirón electoral, Compromís se queda sin Consell y él inicia con muy mal pie el tramo final de su carrera política.
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