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MAR GUADALAJARA / INÉS HERRERO
VALENCIA
Lunes, 29 de abril 2019, 02:57
«Son las elecciones más importantes de esta generación política», afirmaba ayer un madrugador Rubén Martínez Dalmau tras depositar su voto, en «un día histórico en la Comunitat Valenciana» y en el que su formación esquivó los peores pronósticos.
En apenas cuatro años, los de Pablo Iglesias pasaban de soñar con desbancar al partido socialista tras su debut electoral a cruzar los dedos para esquivar el descalabro de quedarse sin representación por no superar el listón mínimo del 5% de los votos que exige la ley electoral.
Junto a Esquerra Unida, que hace cuatro años vivió el drama de quedarse sin representación parlamentaria con 106.917 votos (4,4%), la candidatura liderada por Martínez Dalmau con Rosa Pérez Garijo (EUPV) como dos por Valencia superó el 8% de votos -192.457 al 89% escrutado- frente a los 282.389 (11,57%) y trece escaños de 2015.
Con esas cifras, la formación populista cede cinco escaños pero se mantiene como pieza indispensable para revalidar un gobierno de izquierdas, al igual que en los anteriores comicios. Podemos, entonces bajo el liderazgo de Antonio Montiel, resultó fundamental para neutralizar la victoria del PP y convertir a Ximo Puig en presidente de la Generalitat con los peores resultados de la historia de los socialistas.
El partido morado fue uno de los firmantes del acuerdo del Botànic que apartó a los populares del poder al cabo de dos décadas, la tercera pata del pacto que dio sustento parlamentario al Consell del mestizaje entre PSPV y Compromís, y al que Podemos prefirió no incorporarse. Esa decisión le convirtió en el eslabón más débil, por menos visible, de un proyecto político de izquierdas que necesitó sus votos para sacar adelante los presupuestos autonómicos, pero no le echó de menos a la hora del reparto de méritos.
En una deriva similar a la vivida por Ciudadanos, las luchas internas se tradujeron en dimisiones, renuncias y un relevo al frente de la formación en el ecuador de la legislatura. Fue entonces cuando tomó las riendas Antonio Estañ, candidato crítico con la línea de actuación de Podemos pero independiente de la dirección nacional, que asumió tanto la secretaría general del partido como la portavocía en Les Corts.
Llegado el momento Estañ se autodescartó como aspirante a la Presidencia de la Generalitat y Martínez Dalmau, profesor de Derecho Constitucional y uno de los creadores del Centro de Estudios Políticos y Sociales alimentado durante años por el régimen chavista de Venezuela, se convirtió en el hombre de consenso llamado a tomar las riendas del partido en la Comunitat Valenciana. Y lo hizo, además, convencido de que Podemos debe entrar en el gobierno y gestionar consellerias de peso con lealtad a sus socios.
Hasta la fecha, su ausencia en el gobierno se saldó con una creciente invisibilidad y sus prioridades, como el plan de retorno de envases, la tasa turística o el impuesto a las bebidas azucaradas, aparcadas sine die por los socios del Botànic. Ese papel secundario, que se antoja uno de los errores a enmendar, pasó factura a un partido que se deja cinco escaños pese a concurrir junto a EUPV.
Con tres diputados por Valencia, otros tantos por Alicante y dos por Castellón, EUPV coloca a Pérez Garijo y Estefanía Blanes (Alicante), mientras se queda sin espacio en Les Corts el que fuera secretario autonómico de Medio Ambiente por la cuota de Compromís, Julià Álvaro, presentado como fichaje estrella y que concurrió en quinta posición por Valencia, como independiente.
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