Marzà entra por los pelos en el Parlamento europeo y el resultado debilita los futuros acuerdos con Sumar
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Los econacionalistas tendrán diputado en Bruselas pero el análisis es más profundo por la pérdida de apoyosCOMPROMÍS-SUMAR ·
Los econacionalistas tendrán diputado en Bruselas pero el análisis es más profundo por la pérdida de apoyosA partir de hoy, Compromís tiene que aclarar un futuro que se presenta más que incierto. La alianza con Sumar le ha servido para colar a Vicent Marzà en Bruselas –por los pelos ha entrado el conseller como número tres– pero la lectura es mucho ... más amplia, la de reinventarse o empezar a pensar en otra cosa, que no es otra que dejar de ser decisivos en una Comunitat en la que empiezan a perder adeptos.
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En el camino, en los últimos cinco años, Compromís se ha dejado 40.000 votos. Ha pasado de los 193.506 de 2019 a los 149.971 en su alianza con Sumar. Los resultado no son buenos, el global nacional de eurodiputados está por debajo de lo esperado y los valencianos han demostrado, al menos los que eran votantes de Compromís hasta no hace mucho tiempo, que no son partidarios de inventos ni de matrimonios de conveniencia.
El acuerdo alumbrado in extremis para colar a Marzà como número tres no era perfecto y el mal menor es que Compromís tendrá representación en Bruselas casi a la fuerza.
Desde la salida de Oltra, se vea como se vea, Compromís transita por un desierto en el que las cuitas internas pesan más que tratar de resolver un futuro en el que la coalición tocó techó y ahora ha empezado una caída casi libre. Es cierto que los 193.000 de 2019 coincidieron con autonómicas y municipales, pero no hay excusa que valide un mal resultado cuando se ha ido en coalición para sumar y no para restar.
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¿Le ha beneficiado más a Sumar el acuerdo con Compromís o ha sido a la inversa? Ese es el cogollo en el que se debe centrar la coalición que nació para defender la Comunitat y el tiempo le ha hecho flirtear con Madrid para decepción de aquellos que se alistaron en lo que parecía un partido con aroma nacionalista.
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El número de votos ha caído de la misma manera que el porcentaje. Si en 2019, Compromís representó el 8,4% de los votos, cinco años después la coalición con la formación de Díaz se ha quedado en el 7,6%. El candidato Marzà pidió tras depositar su voto en Castellón que nadie se quedara en casa. Un ruego que sus votantes, o al menos los que lo eran, no han atendido. Lo de Compromís no es un éxito, porque la representación es como el árbol y el bosque. Un resultado que se puede vestir pero un fondo de armario más que preocupante. Con los números en la mano, habrá quien defienda y con argumentos para ello, que las alianzas centralistas no son la mejor hoja de ruta para una coalición que no hace mucho gobernó el Ayuntamiento de Valencia y se jugó el Botánico de tú a tú con los socialistas de Ximo Puig. El problema es que en la era después de Oltra no hay casi nada y que Baldoví, tan mediático en Madrid, se ha convertido en Les Corts en la gran decepción de lo que se lleva de legislatura. Malos tiempos.
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M. Hortelano
A esta debacle hay que sumar el desastre de Podemos, que lleva camino de convertirse en una anécdota en la Comunitat Valenciana, donde cae en picado desde que en la izquierda de la izquierda cada uno hiciera la guerra por su cuenta.
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La formación morada, con Irene Montero como cabeza de cartel, se ha quedado en 59.072 votos en la Comunitat cuando hace cinco años, en compañía de Esquerra Unida, superó con holgura los 224.000. Del 9,68% de los votos a un pírrico 3%, lo que demuestra que aquel partido que encumbró Pablo Iglesias lleva camino de la irrelevancia en la Comunitat al igual que en el resto de España.
En las europeas de 2019, la suma de Compromís y Podemos representó al 18,2% del electorado valenciano en las europeas. Un lustro después y con una pandemia de por medio, la confianza ha decrecido y tan sólo un 10,6% de los electores de la Comunitat cree en las propuestas de unos partidos que no hace mucho eran los estandartes de la nueva política en la bancada de la izquierda.
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