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Compromís sonríe porque sus números mejoran pero enseña pocos dientes porque sus partidos de referencia en otros territorios de España (los independentistas y nacionalistas catalanes ... y vascos) conquistan espacios que la coalición no puede ni soñar ocupar.
La alianza con el resto de partidos a la izquierda del PSOE le permite contar en el Congreso con dos diputados, respecto al solitario escaño que desde 2019 ocupaba Joan Baldoví. Sin embargo, la suma de Sumar no da para formar con un grupo parlamentario propio en Madrid, un sueño muy complicado de cumplir si se tiene en cuenta que candidatos como Txema Guijarro nunca se situarían bajo el paraguas de Compromís a tenor de su estrecha vinculación con Podemos. Pero soñar es gratis, y el objetivo de la coalición era contar con, al menos, cinco diputados salidos de la Comunitat y así poder plantear una presencia singular en el Congreso. No será así. Se han quedado en cuatro. En 2019, Compromís logró uno y Podemos cuatro.
Compromís deberá continuar en su proceso de maduración política. Con apenas 12 años de vida, una de las cosas más importantes a la hora de entrar en la edad adulta es saber gestionar la frustración. La coalición no logra convertirse en el referente del votante a la izquierda del PSPV. Durante ocho años, los socialistas oscilaban en torno a los 700.000 votos, lo que suponía que quedaban otros 600.000 en el bloque de izquierdas que se disputaban Compromís y todo el espectro que orbita en torno a Podemos y EU. La cita electoral de este pasado domingo era un nuevo campo de pruebas para comprobar la capacidad de liderazgo de la coalición nacionalista valenciana para aglutinar ese voto. El resultado no ha sido positivo, ya que los socialistas se han disparado hasta los 850.000 votos y Sumar se ha quedado en apenas 400.000.
Baldoví logró en 2019 176.000 votos, pero es que la sombra de Podemos era entonces muy poderosa, ya que los morados, junto a EU, les doblaron en número de apoyos entre los valencianos. De haberse sumado, más de medio millón de votos en las generales de hace cuatro años. Luego llegó la debacle podemista, un derrumbe sin excusas que les dejó fuera de Les Corts, borrados del mapa político en las elecciones autonómicas de hace dos meses, con apenas 88.000 votos. Dimitieron todos los líderes que Pablo Iglesias había situado al frente del partido y a regañadientes se incorporaron al proyecto de Sumar, que dos meses después del 28-M se ha encontrado con que sus fuerzas en la Comunitat se limitan a 400.000 votos, la mitad que los apoyos recibidos por los socialistas. Todo esto implica que el proyecto de Compromís no alza el vuelo a la izquierda del PSPV como aglutinador de votantes.
El declive de las fórmulas y combinaciones a la izquierda de los socialistas queda bien patente en la evolución de todas estas ofertas electorales en provincias como Valencia, donde el sorpasso se convirtió en una realidad en determinados momentos durante los últimos ocho años. En las generales celebradas en 2016, la oferta electoral denominada 'A la valenciana' (Compromís, EU y un Podemos todavía sin fracturar internamente por el cisma entre Iglesias y Errejón), obtuvo en la provincia de Valencia 394.227 apoyos, prácticamente los mismos que ahora en toda la Comunitat. Hace siete años se produjo un sorpasso a los socialistas en toda regla, ya que el PSOE en la provincia de Valencia se quedó en 285.732, rumbo a lo residual. En abril de 2019, ya con los podemistas divididos y presentándose cada uno por su lado, los apoyos recibidos se quedan en 337.605 y el PSPV ya se pone a su altura gracias al apoyo recibido por 394.703 electores de la provincia. Se repitieron las elecciones en noviembre de ese mismo año y el embrión de Sumar en Valencia continuó su declive. Podemos y Compromís se presentaron por separado y sus apoyos sumados se quedaron en 314.000, y ahora, este domingo, en la provincia de Valencia, ya bajo la marca de Sumar pero con Podemos borrado de las candidaturas, se han quedado en 240.000 apoyos frente a los 458.000 del PSPV. En siete años, las tornas han cambiado por completo.
De este modo, la coalición corre el riesgo de que su presencia en el Congreso continúe siendo testimonial, forzado a actuar de comparsa por el peso del eje izquierda y derecha, ya que el eje que pivota en torno a la dualidad centro y periferia no ha insuflado a Compromís el músculo que sí lucen vascos y catalanes de su mismo corte ideológico.
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