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Lunes, 4 de noviembre 2019, 18:41
Podemos, la agrupación política liderada por Pablo Iglesias, se presenta a las próximas elecciones del 10 de noviembre con un nuevo programa electoral. El ideario que ha hecho público se titula «Las razones siguen intactas» y recuerda: «Para ampliar la información respecto de la posición y las propuestas de Podemos sobre los temas que afectan a la vida de la gente en España y que no se hallen recogidas en este programa, te remitimos a nuestro programa electoral de 2016 (cuyas medidas siguen vigentes)».
El programa ideológico de Podemos cuenta con 289 puntos o propuestas concretas, divididos ocho partes.
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Lo han dicho los científicos: o reducimos drásticamente las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero y lo hacemos pronto, o entramos en una trayectoria de no retorno y los efectos del cambio climático serán graves e irreversibles. Lo han dicho los jóvenes en la calle mientras los políticos y opinadores profesionales se dedicaban al politiqueo y al ruido: no tenemos un planeta B, no tenemos un planeta de repuesto.
España tiene el clima, la potencia investigadora y la energía humana e intelectual para ser vanguardia mundial en la lucha contra el cambio climático y la producción de tecnologías renovables. España puede, España debe y España lo necesita. Porque no solo hablamos de rescatar el planeta, sino también de crear cientos de miles de empleos de calidad, del retorno de nuestro talento emigrado y de que la transición energética sea, además, una locomotora económica que nos permita dejar de ser un país que fía su futuro al pelotazo urbanístico, a exportar mano de obra precaria y a servir copas a los países ricos; que nos permita ser un país que, si llega una nueva crisis económica, no vuelva a tener los pies de barro y resista mejor la tormenta gracias a su industria y a su tecnología.
Movilizando un 2,5 % del PIB anualmente de capital público y privado, podríamos reducir nuestras emisiones de CO2 a la mitad en una década y en un 90 % para 2040, y crearíamos 600 000 empleos netos a lo largo del proceso.
Lo anterior supone una verdadera revolución productiva y requiere poner a todo nuestro país a trabajar en ello. Por eso, detallamos una serie de medidas fundamentales que Unidas Podemos abordará si gobierna.
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En los últimos años, la larga tradición del movimiento feminista en España ha tomado un impulso que nos sitúa en la primera línea del panorama internacional como un país feminista y de derechos. Al mirar hacia su futuro, nuestro país no puede desear ni imaginar un horizonte que no sea morado, en el que las mujeres dejen de sufrir violencias machistas y puedan disfrutar de su sexualidad y de sus vidas cotidianas con libertad, vivan como vivan y deseen a quien deseen; en el que tengan protagonismo en todas las esferas de la vida, puedan compartir su conocimiento con las nuevas generaciones a través del sistema educativo y puedan vivir su vida con la libertad y la autonomía que da no estar sujetas a la precariedad y a las actividades menos reconocidas de nuestra sociedad.
Además, hay que asumir que nuestro sistema de cuidados está en crisis. Nuestro Estado del bienestar se ha construido apoyándose en una cantidad inmensa de trabajo femenino no reconocido ni remunerado (o mal remunerado) para mantener al resto de las personas del hogar, y la austeridad le quitó aún más oxígeno a este modelo, hasta llevarlo al colapso. De este modo, la ausencia de servicios públicos y comunitarios que nos permitan compartir entre el conjunto de la ciudadanía la tarea de cuidarnos, de hacer que la vida avance, se ha convertido en uno de los principales lastres de nuestra economía. Algo que impide a las personas jóvenes componer el modelo de familia que quieran; a las adultas, hacer compatibles el trabajo y la vida; y a las mayores, tener la seguridad de que podrán disfrutar de los cuidados adecuados.
Sin embargo, las movilizaciones feministas lo han cambiado todo al poner la vida en el centro de nuestras prioridades y al demostrar que este ya es un país feminista que puede organizarse de otro modo. Por ello, proponemos un ambicioso programa de inversiones públicas para la construcción de infraestructuras sociales sólidas al servicio de las personas y con la capacidad de crear, en un plazo muy corto, más de medio millón de empleos repartidos con justicia por todo el territorio. Si es cierto que llega una nueva crisis, nos debe encontrar cuidándonos y con una economía más robusta para afrontarla.
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Las medidas de este horizonte, que dibuja nuevas posibilidades de organizarnos y de producir, son decisivas no solo para avanzar en una nueva economía, sino también para avanzar hacia los horizontes verde y morado, y construir un nuevo modelo industrial y una economía feminista de los cuidados.
Ante las enormes transformaciones que se están viviendo y que se van a acelerar en los principales ámbitos productivos, la actitud tradicional de los dirigentes de este país ha sido y está siendo la inacción, lo que equivale a entregar las llaves de los sectores más dinámicos de nuestra economía a grandes corporaciones, con frecuencia extranjeras. Esto hace que nuestras empresas y nuestra ciudadanía se queden atrás, sin poder competir en igualdad de condiciones, relegadas a posiciones subalternas o desplazadas hacia sectores más duros, como el turismo y la hostelería.
La alternativa es tener las manos libres y el pulso firme para liderar el futuro de la economía de nuestro país en materia de I+D+i y en los procesos de digitalización de la industria y los servicios. Para cuidar nuestro talento en campos tan importantes como la ciencia o la cultura, no solo para evitar su fuga, sino para que el talento no se sacrifique en el altar de la precariedad. Y para anteponer nuestra industria y nuestra gente al enorme poder que están acumulando los oligopolios en los sectores estratégicos, un enorme poder que va en perjuicio de las pymes y de la ciudadanía en general, que son quienes pagan las consecuencias del lastre que generan a la economía.
Esto es aún más importante si se avecina una nueva crisis económica. Las viejas recetas de apostarlo todo al monocultivo del turismo y la construcción ya se demostraron fracasadas la última vez y sería una irresponsabilidad volver a afrontar una tormenta global sin habernos subido al carro de la revolución tecnológica y digital, y con los mismos pies de barro de siempre.
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Nuestro país no solo es ambicioso en cuanto al horizonte verde, morado y digital que quiere consolidar en la próxima década. Nuestro país es consciente de que ya es feminista y moderno, de que ya tiene el talento y las oportunidades productivas para hacerlo posible. Al mismo tiempo, sabe cuáles son los obstáculos en este camino, los lastres que debemos soltar para despegar. El «bailar pegados» de los grandes poderes económicos y las principales instituciones democráticas —como los ministerios, pero también los medios de comunicación o los partidos políticos— pone en riesgo el éxito de estos proyectos.
El camino hacia una España más justa y mejor que se dibuja en este programa solo es viable si conquistamos nuestra democracia y ponemos las instituciones a la altura de su gente; si nos sacamos de encima a los corruptos y su control sobre las instituciones públicas. No en vano, la corrupción nos quita cada año 90 000 millones de euros que podríamos invertir en transición energética o en infraestructuras sociales feministas; y, además, esa misma corrupción captura las instituciones públicas para que en ellas se decida a favor de unos pocos y en contra de la mayoría.
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El horizonte verde, morado y digital que proponemos va a significar, a largo plazo, un cambio profundo en nuestras relaciones laborales, en la distribución de tiempos para el cuidado y el disfrute personal y, en general, en nuestra manera de estar en este planeta. Para ello, hay que cortar amarras con una precariedad laboral que no nos deja llegar a fin de mes, planificar nuestro futuro o alcanzar unas pensiones dignas. Hay que hacer excepcionales los contratos temporales y que los indefinidos vuelvan a significar algo en términos de estabilidad y de posibilidad de planificar una vida. Hay que acabar con los fraudes y las horas impagadas, y reequilibrar los sueldos y el poder de negociación de las partes.
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España ha perdido al menos una década. Aunque valores macroeconómicos como el PIB hayan vuelto a niveles previos a la crisis de 2008, los indicadores que importan han retrocedido. La desigualdad y la falta de ingresos para asumir gastos básicos —como la vivienda, los suministros, una alimentación decente o algo de ocio— impiden a cada vez más gente, con empleo o sin él, formar parte de nuestros retos colectivos como país. Es inviable pensar que podamos conseguir esos retos, o que podamos afrontar de nuevo otra crisis económica, dejando fuera de este esfuerzo colectivo a grandes sectores de la ciudadanía.
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Para que la ciudadanía perciba como propias las políticas públicas desarrolladas por el Estado y les conceda plena legitimidad, es imprescindible que se cumpla un principio básico de justicia: que contribuya más quien más tiene. Que se cumpla el artículo 31 de la Constitución española y se acabe con los privilegios fiscales de los poderosos. La necesidad de poner en marcha un ambicioso plan de inversiones verdes, moradas y digitales contrasta con la realidad de que recaudamos un 8 % del PIB menos que la media de la zona euro.
En este escenario de expansión de la desigualdad (desde la crisis, España es el segundo país de la UE donde más ha aumentado la desigualdad, hasta 20 veces más que la media europea), aumenta una clase de superricos: un 1 % que, en 2016, ya acaparaba una cuarta parte de la riqueza del país, mientras que el 20 % más pobre solo posee el 0,1 % de la riqueza. Esto es lo que le da al 1 % una enorme capacidad de influencia para echar el freno a las reformas que necesita este país. Si queremos construir una sociedad más justa y mejor, esto tiene que cambiar.
Por eso vamos a impulsar un conjunto de propuestas para acabar con los privilegios y garantizar una financiación adecuada de las políticas públicas. Junto a otras medidas necesarias para mejorar nuestro sistema fiscal, destacamos cuatro propuestas especialmente dirigidas a terminar con los privilegios fiscales de una minoría: recuperar la recaudación del impuesto sobre sociedades, perdida desde el inicio de la crisis por las ventajas que reciben las grandes empresas; instaurar un impuesto a las grandes fortunas; establecer impuestos sobre las transacciones financieras y la banca; y dedicar una atención especial a los grandes defraudadores fiscales.
Si viene una nueva crisis económica, hay que garantizar que solo se hacen recortes por arriba, al tiempo que se protegen y se amplían los derechos y la estabilidad de los de abajo.
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Hasta ahora, el desarrollo de nuestro país ha vivido de espaldas a la mayor parte del territorio. El abandono de la España vaciada ha perpetuado zonas de periferia en el interior de nuestro país, zonas mal comunicadas, pueblos y ciudades de los que la juventud sale solo con billete de ida. Este desequilibrio se ha intensificado en los últimos tiempos, afectando incluso a la pérdida de población en ciudades pequeñas y medianas. La concentración en unas pocas grandes ciudades y zonas costeras al calor de empleos precarios nos deja un país partido, desconectado y con enormes desigualdades territoriales que hay que recuperar para afrontar los retos que tenemos por delante.
Al mismo tiempo que dejan una España vaciada, los partidos de siempre no tienen ninguna propuesta para dejar de enfrentar a los distintos pueblos de este país. Desde su misma Constitución, el nuestro es un país plurinacional en el que la inmensa mayoría de sus pueblos conviven fraternalmente y deben poder elegir su destino, al tiempo que hay que tener claro que los problemas no se resuelven a garrotazos ni de manera unilateral. Tenemos la tarea de transformar el enfrentamiento en diálogo, porque para asumir los retos que tenemos por delante, debemos estar juntos y juntas.
A continuación puedes consultar el programa electoral de Podemos entero. Si no puedes visualizarlo correctamente, haz clic en el enlace anterior para descargar el documento en PDF, guardarlo, compartirlo o ampliarlo.
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