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Jorge Peiró
Sábado, 8 de octubre 2022, 01:49
El año 1982 escribió una de las páginas más doradas en la historia de los valencianos con la oficialización del Estatuto de Autonomía. Ahora, se cumplen cuatro décadas de aquella hazaña en las que la sociedad ha cambiado mucho en todos los aspectos. Varias generaciones que pueblan la región valenciana no vivieron aquellos días y desconocen de qué se hablaba en las calles, quién gobernaba y cómo lo hacía y qué acontecimientos históricos sucedieron en aquel 1982. Hay similitudes entre aquella época y el presente pues ambas etapas comparten convulsión e incertidumbre política y social: hoy nos rodeamos de un conflicto internacional mientras salimos de una pandemia y, posiblemente, entremos en una nueva recesión económica mientras que, hace 40 años, la muerte de Franco estaba reciente a la vez que se celebraba la Constitución de 1978 en plena Transición.
Las elecciones generales del 28 de octubre de 1982 supusieron el triunfo para el PSOE y la presidencia del Gobierno para Felipe González, quien basó la campaña en la idea del cambio para España. Unos comicios en los que muchos valencianos no pudieron asistir a las urnas en las zonas afectadas por la inundación de Tous. En València, el PSOE logró diez diputados y tres senadores mientras que la Coalición de Alianza Popular obtuvo cinco diputados y un senador. Los socialistas consiguieron mayoría absoluta, y las fuerzas de la derecha, coaligadas en torno a AP, el partido de Manuel Fraga, la convirtieron en la nueva oposición. Por su parte, los partidos Unión de Centro Democrático y el Partido Comunista no lograron ningún escaño en las tres provincias valencianas, un ejemplo del retroceso de estas formaciones en todo el país.
Los comicios dejaron entradas y salidas en la política española. Al igual que ocurrió con la creación de Podemos y Ciudadanos hace algunos años, el bipartidismo tradicional se alteró. La UCD se descompuso y hubo numerosas fugas de parlamentarios y dirigentes del partido. Unos engrosaron las filas de nuevas formaciones próximas a Alianza Popular y otros, como el antiguo presidente, Adolfo Suárez, fundador de la UCD, creó el Centro Democrático y Social (CDS). Unión Valenciana se inscribió ese mismo año como un nuevo partido político en el mes de julio. Entre sus promotores figuraban Miguel Ramón Izquierdo, que fue alcalde de Valencia entre 1976 y 1979, en esta asociación en que buscaba defender la personalidad valenciana.
A finales de los años 60, irrumpió con fuerza un fenómeno político nuevo: la protesta, organización y movilización de amplios sectores de la población en las ciudades, especialmente en los barrios periféricos. Lo mismo ocurrió, en menor medida, en Alicante, Alcoy, Burriana, Vall d ́Uixó o Elx, donde estos grupos acabarán organizándose en asociaciones de vecinos y después en una coodinadora a nivel local, provincial e interprovincial entre Alicante, Castellón y Valencia. Pedían a gritos una mejora de las condiciones de vida, la gestión municipal de los ayuntamientos y la política urbana de la administración local franquista. Se quejaban de una gestión municipal y política urbana carente de cauces legítimos por donde la población valenciana pudiera expresar sus necesidades y preferencias, dada la total falta de libertades democráticas que caracterizaba el franquismo.
Cuenta 'La construcción política de la Comunitat Valenciana', obra de Benito Sanz Díaz y Josep Maria Felip i Sardá, que la explosión reivindicativa de las clases populares en los barrios periféricos tuvo mucho poder en aquella época. Fue causada por las condiciones en que se dio la inmigración masiva de los años sesenta procedente del campo además de por los intereses especulativos y la más completa ausencia de servicios colectivos e infraestructura urbanística. En el caso de Valencia, se vio agudizado por los efectos de la riada de octubre de 1957, que aceleró la construcción en la periferia de barrios como Fuente de San Luis, Benicalap, Rascanya, Torrefiel, Orriols por el desarrollismo de la época y la feroz especulación inmobiliaria, unido a la mala calidad de la construcción que acabó sufriendo problemas de aluminosis, con polígonos de viviendas sociales y para damnificados, que siguieron creciendo caótica y desordenadamente.
El 8 de noviembre, poco antes de las 9 horas, tomaba tierra en el aeropuerto de Manises el avión de las Fuerzas Aéreas Españolas que traía a Juan Pablo II a tierras valencianas. Se trataba de una jornada histórica que marcó aquel ejercicio: era la primera visita oficial de un Papa católico a la capital del Turia. El arzobispo de Valencia, Miguel Roca Cabanellas, subió a bordo para darle la bienvenida, y cuatro minutos más tarde era recibido con cantos y ondear de banderas. Juan Pablo II, tras saludar a los obispos de la Provincia Eclesiástica de Valencia, rompió el protocolo para estrechar las manos de los fieles. Tras bendecir la cruz situada entre las localidades de Mislata y Xirivella, justo a la entrada de Valencia, la comitiva se dirigió hacia la Catedral.
Tras entrar en la Seu y bendecir a los que allí se congregaron, Juan Pablo II salió por la puerta de los Apóstoles y saludó a los miembros del milenario Tribunal de las Aguas. Después entró en la Basílica de la Virgen en una visita privada para que, más tarde, 750.000 personas le aclamaran mientras mostraban escudos con el lema 'Totus tuus'. El Santo Padre finalizó con unas palabras en valenciano una homilía que dio antes de visitar la plaza de la Virgen. Este acontecimiento recuerda a otra visita del Papa a nuestro territorio hace 16 años. El V Encuentro Mundial de las Familias se celebró en Valencia y el mundo vio como Benedicto XVI se paseaba por las calles saludando a millones de fieles.
El itinerario de Juan Pablo II en la Comunitat se alteró debido a otro acontecimiento que marcó la época como fue la pantanada a inundación de Tous. El Papa visitó Alzira ante la magnitud de la catástrofe ocurrida en la comarca de la Ribera. Antes de su visita, nada más producirse el desbordamiento del Júcar y la rotura de la presa de Tous, Juan Pablo II envió un telegrama de condolencia y un donativo de tres millones de pesetas de la época, es decir, unos 18.000 euros. El Pontífice quiso estar entre los damnificados y visitar los pueblos afectados, por lo que esa misma la tarde se desplazó al lugar de la catástrofe. Todavía muchas localidades se encontraban sin luz, ni teléfono y con las carreteras cortadas. Apenas hacía 20 días de la riada del Júcar y la población no se había recuperado del duro golpe.
Las tremendas lluvias que desde la madrugada del día 20 de octubre cayeron sobre la cuenca del Xúquer y las cabeceras de sus ríos devastaron totalmente la comarca de la Ribera. La rotura de la presa de Tous contribuyó todavía más a la catástrofe que dejó ocho muertos y más de 300 millones de euros en daños materiales. A las 8 horas, los habitantes de Gavarda decidieron subir a la montaña ante la crecida del Xúquer y desde Tous no llegaban noticias alentadoras. La presa se desbordaba y aumentaba el número de pueblos inundados: Navarrés, Alberic, Benegida, Benimuslem, y los aledaños de Cofrentes. Por la tarde, la presa se desmoronó, el río creció y anegó pueblos ribereños como Algemesí, Sollana, Alzira, Poliñà, Riola y Carcaixent. Es tanta el agua que llevaba el río que se voló el puente del ferrocarril que en Cullera salva el río, para que no detuviera las aguas.
La lucha feminista ha crecido considerablemente en los últimos años en nuestra sociedad. Cada vez la gente parece más comprometida en la búsqueda de la igualdad de género. Ahora, se están dando pasos hacia ella que no habrían sido posibles gracias a la pelea de otras generaciones en los 70 y 80. La mujer adquirió en España cierto protagonismo político. A mediados de los años 60 apareció en diversos países de Europa y en Estados Unidos un nuevo tipo de feminismo diferente al clásico iniciado a principios del siglo XX. Las obras de Simone de Beauvoir, M. Mead y otras escritoras feministas sirvieron de punto de partida para que conceptos como las teorizaciones sobre el patriarcado, el antropocentrismo o el concepto de mujer como clase social o como género fueran renovados.
Los movimientos se centraron en aspectos ligados a la condición sociocultural de la mujer, como el aborto, el divorcio, la legalización y el control de los anticonceptivos. Temas que también están a la orden del día en nuestra cotidianeidad. La lucha de los nuevos movimientos feministas por estos objetivos fue, en casi todas las ocasiones, decisiva en la toma de posición favorable por los partidos de izquierda y en la consecución de victorias cívicas de envergadura, incluso en países de fuerte tradición católica como Italia.
Sólo desde 1976, cuando se celebraron las primeras jornadas de la mujer en Barcelona, empezaron a asumir aspectos más propiamente feministas como la supresión del delito de adulterio o la legalización del divorcio y el aborto. Así, surgieron publicaciones feministas como Vindicación Feminista o Mujeres en Lucha, o se creó el Partido Feminista, legalizado en 1981, y el Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), vinculado al PCE, el que más capacidad de organización y movilización demostró en la etapa predemocrática. Rosalía Sender y Pilar Soler dirigieron este nuevo MDM en Valencia.
España nunca había acogido un Mundial de fútbol en su historia. Se trata de un evento de una magnitud difícil de concebir que tarda décadas en olvidarse. Valencia, Alicante y Eleche fueron sede del torneo y el estadio Luis Casanova acogió los primeros partidos de la Selección española en aquel evento hace 40 años. La capital se paralizó y se inundó de expectación. En el coliseo valencianista se jugaron los partidos disputado contra Honduras, la antigua Yugoslavia e Irlanda del Norte. Eso sí, fue necesario para actuar como sede mundialista reformar el estadio para adaptarlo a las exigencias de la FIFA. Al margen de la infraestructura, sustituyendo las viejas gradas por otras de hormigón, se pensó en una mayor comodidad para el espectador al colocar asientos de plástico. Además, se cambió el drenaje del campo, se renovó la zona de vestuarios, se instaló un marcador en cada uno de los fondos y se adecuaron los accesos al estadio, para lo cual hubo incluso que proceder a la expropiación de las casas ubicadas en la actualmente denominada avenida de Suecia. El orgullo para la ciudad fueron los dos héroes locales: Tendillo y Saura, que fueron los dos representantes del Valencia en la cita mundialista, algo muy especial para ellos al vivirlo en casa, con imágenes imborrables como el trayecto del hotel al estadio con las calles abarrotadas.
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