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Miércoles, 6 de marzo 2024, 23:10
De la mano de marzo llegan las fallas a Valencia. En las calles ya huele a pólvora, en los casales ya hay máxima actividad y en los talleres falleros se dan los últimos retoques a los monumentos. Entre ninots, corcho, pintura y pinceles nos atiende José Ramón Devis, el presidente de la Cooperativa de Artistas Falleros. «Ya es como una rutina, todos los años a estas alturas estamos con 'faenitas' de última hora: retoques, detalles... Muchas veces nos toca ir corriendo a la cooperativa para comprar material que en todo el año no has gastado y ahora lo necesitas», cuenta.
A pocos metros de su taller está la sede de la cooperativa, situada, como no podía ser de otra forma, en la Ciudad Fallera. Hasta la calle de la Marquesa Paterna del Campo en Benicalap se desplazan o llaman diariamente artistas falleros para encontrar todo el material necesario para hacer sus fallas. «Nuestra actividad es la venta de materiales para la construcción de fallas, escenografías, decoraciones o teatros, es decir, todos los materiales posibles para todo tipo de arte, aunque nuestra clientela se centra, básicamente, en los artistas falleros. También vienen pintores, decoradores, gente de Bellas Artes...», explica.
El 23 de octubre de 1983 se fundó esta cooperativa que comenzó con cuarenta artistas falleros como socios. Las fallas no han podido resistirse al modelo cooperativo y ya han pasado cuarenta años desde su creación. «La cooperativa se fundó porque antiguamente cada taller tenía diez o doce empresas que le servían y los materiales cada año se encarecían una barbaridad. El artista pagaba mucho más de lo que en realidad sabíamos que valían esos materiales. Entonces se juntaron siete personas, entre ellos mi padre, que fue el presidente fundador durante veinticinco años, y la fundaron. Después ocupé su cargo yo, que he vivido desde el inicio su creación», recuerda.
«El inicio fue muy muy complicado porque ninguna empresa se fiaba de venderte el material. En aquella época el artista fallero no estaba muy bien mirado. Costó muchísimo esfuerzo y mi padre perdía muchísimas horas, estábamos en el taller trabajando y se tenía que ir a descargar incluso camiones por la desconfianza que había en los artistas falleros», cuenta José Ramón Devis.
Pero a la cooperativa no le costó mucho ganarse la confianza de los proveedores y los cuarenta años de compraventa de materiales asequibles para el desarrollo del arte así lo avalan. «Hoy en día la cooperativa compra y no tiene ningún problema. En la vida ha tenido que devolver ni un pagaré ni ninguna factura. Los primeros años fueron de dudas, pero la cooperativa en la vida ha debido nada a nadie, ni se le ha devuelto nada. Vayamos a donde vayamos enseguida nos abren las puertas porque saben que es un cliente que nunca ha dado un problema», asegura.
La cooperativa nació con la vocación de tener un espacio en el que tener concentrados todos los materiales necesarios para hacer una falla y, enseguida, se convirtió en un servicio fundamental para el artista fallero, ya sea socio o no. La clave es que los socios, en la actualidad son unos veinte, no trabajan por mediación de la cooperativa, sino que es simplemente su proveedor principal de materiales.
«El beneficio que se saca es para pagar el local y a los trabajadores. Siempre se pone el precio mínimo porque somos los artistas los que compramos. La cooperativa es un almacén en el que guardamos todos los materiales imprescindibles para trabajar o hacer una falla. En el día a día trabajan cinco empleados, dos trabajan en oficinas y tres en ventas», explica.
La nave está rodeada de artistas, por lo que ellos no necesitan ningún medio de transporte para ir. Simplemente, salen de su taller y pueden ir caminando. Para los artistas que no están en la Ciudad Fallera, la cooperativa reparte diariamente por todas las zonas de la Comunidad Valenciana. «Algunas veces vas a Burriana, Alzira, la Safor, el Camp del Turia... Cada día tocas un sector. Los artistas te llaman para preparar los pedidos y al día siguiente o a los dos días, depende de la ruta, se les lleva el material que han pedido. Hay muchos otros que vienen con su propio vehículo», señala.
En el almacén tienen todo el tipo de materiales que se puedan imaginar. Y, si no los tienen, los piden. «Tenemos más de 10.000 referencias, hay materiales de pincelería, tornillos, pintura... De todo tipo de tamaños y colores», comenta.
La búsqueda de la sostenibilidad es el objetivo prioritario para el sector de los artistas falleros. «Los materiales sostenibles es lo que más se demanda y nosotros somos los primeros que queremos comprar ese tipo de producto. Sabemos que todo el material que se utiliza para fallas es contaminante. Utilizamos productos derivados del petróleo, pero nuestra política es indagar y mirar con las empresas los materiales que sean más sostenibles».
«Por ejemplo, no hemos quitado del mercado los disolventes, porque aún hay gente que los pide, pero prácticamente ya son residuales. Ahora ya todo son derivados de materiales al agua e ignífugos. Intentamos que sea todo lo más sostenible posible. Ahora también hay corcho ecológico, intentamos introducir los avances», explica.
Sin embargo, José Ramón Devis expone que es un problema el elevado coste de los materiales. «Todo lo que es ecológico es más caro. Queremos quitar los petróleos y las materias contaminantes, pero esos materiales son mucho más caros que los que hay y esto supone un problema para el bolsillo. Por ello, la gente a veces es muy reacia a comprar materiales ecológicos, pero siempre intentamos buscar con las empresas materiales que sean sostenibles y que no sean tan caros», reflexiona.
«Nosotros sabemos que nuestro oficio hay un día que contamina, aunque sabemos que un día de fallas contamina menos que un día a día en una ciudad, pero intentamos conseguir materiales que no contaminen tanto a la hora de quemarse e incluso materiales que no sean tan perjudiciales para nuestra salud porque estar todo el día respirando productos disolventes y derivados del petróleo puede provocarnos problemas», cuenta.
Por último, José Ramón Devis explica que, con la prohibición de microplásticos no biodegradables, materiales como la purpurina y la escarcha ya no se pueden utilizar. «Hemos tenido que conseguir otro tipo de escarcha y pintura que no lleve ese derivado y que se puedan gastar. Casi todo viene de China y ha habido meses que nos ha faltado material porque por la guerra no llegaban a Europa. Hemos tenido algunos retrasos de materiales y con una subida de precio con el riesgo de que los artistas falleros trabajamos a presupuesto cerrado y tenemos que jugar mucho con estos precios»
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