Urgente Mompó afirma que Mazón no estaba en el Cecopi cuando se envió alerta

Las cooperativas agrícolas son pioneras en el mundo de las comunidades energéticas y muestran su tesón ante las adversidades surgidas para su implementación. Vivimos tiempos ... convulsos con constantes cambios y el cooperativismo no escapa de esta realidad. Los modelos a los que estamos acostumbrados deben adaptarse, modificarse y actualizarse, pero esto no implica apartarnos de nuestra esencia como cooperativa.

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La inestabilidad vivida en el año 2022 por la dependencia energética europea y que nos ha llevado a un escenario de elevados precios del mercado eléctrico, no han hecho más que reforzar la idea que tienen las cooperativas sobre la necesidad de construir un proyecto común también en materia energética: las comunidades energéticas.

Las comunidades energéticas, permiten a los ciudadanos producir, almacenar, compartir y vender energía colectivamente. Su finalidad principal es proporcionar beneficios ambientales, económicos y sociales a sus miembros y al entorno donde se desarrollan, más que buscar una rentabilidad financiera.

La piedra angular sobre la que se basan las comunidades energéticas es el autoconsumo colectivo de electricidad. Si bien es cierto que no es el único ámbito en el que puede operar una comunidad energética pues la gran mayoría de ellas se constituyen alrededor de una o varias instalaciones solares fotovoltaicas de autoconsumo colectivo.

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A pesar de contar con una normativa en materia de autoconsumo de las más desarrolladas del mundo nos encontramos con un obstáculo que requiere de empeño y perseverancia para superarlo, la tramitación del autoconsumo colectivo con la distribuidora de turno. No se puede extender esta opinión a todas las distribuidoras. Solo en algunas de ellas la tramitación se alarga mientras comercializadoras de gran tamaño van husmeando como jabalíes en busca de colectivos a hipotecar con proyectos verdes.

Las distribuidoras eléctricas son esas compañías propietarias y gestoras de la red eléctrica de donde vives, no puedes elegir, resides en su zona y debes encomendarte a sus servicios. Calma, la distribución es una actividad muy regulada.

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Otro asunto esencial en la creación de las comunidades energéticas es la regulación de la figura jurídica. Hasta el día de hoy la figura jurídica de las comunidades energéticas se creaba o se adaptaba en función de las bases publicadas de la ayuda pública a la cual se pretendía acceder.

La falta de un marco que regule la actividad genera incertidumbre y conduce a la realización de trámites superfluos. Muchas cooperativas agrícolas realizan varias actividades y en ocasiones es complicado incardinar la actividad de la comunidad energética en el objeto social de la entidad.

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La tramitación excesivamente sosegada del autoconsumo colectivo, entre otros factores, ha dotado de tiempo suficiente para que el ministerio elabore una propuesta del Real Decreto para regular las comunidades energéticas y que en consecuencia haya pocas en funcionamiento en este momento. Hasta el día 17 de mayo estará en periodo de alegaciones y por fin se ve algo de luz al final del inacabable túnel.

Los proyectos innovadores siempre tropiezan con obstáculos que es preciso superar, pero esto también forma parte del aprendizaje. A pesar de esto las comunidades energéticas en las cooperativas agrarias ya son una realidad y nos encontramos caminando hacia un nuevo modelo energético.

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Este nuevo modelo energético ya no es unidireccional en el que la energía discurre desde las centrales a los consumidores, sino que ahora es bidireccional, los propios consumidores pueden también inyectar energía a la red.

Se trata de un gran cambio que la regulación y las distribuidoras deben digerir. A pesar de todo, en los últimos meses se ha avanzado mucho hacia un nuevo modelo de generación distribuida que en un futuro cercano nos aportará mayor fiabilidad y calidad en el sistema eléctrico.

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Los elevados precios del mercado eléctrico y las ayudas a fondo perdido que se han puesto a disposición de algunos insensatos y atrevidos creadores de comunidades energéticas han sido dos factores determinantes para que su desarrollo a día de hoy sea una realidad y no una quimera.

No me gustaría acabar sin poner en valor la enorme capacidad de las cooperativas para adaptarse positivamente a situaciones adversas. La resiliencia. No hace falta enumerar todas las dificultades que se interponen en la vida de las cooperativas, pero solo ellas saben bailar bajo la lluvia en vez de esperar a que pase la tormenta.

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