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Miércoles, 1 de febrero 2023, 00:37
El sector cooperativo agroalimentario valenciano arranca con fuerzas y con ganas un nuevo año 2023 en el que las 374 cooperativas que vertebran la Comunitat Valenciana se enfrentan al reto de la entrada en vigor de la nueva Política Agraria Común (PAC), que se aplicará entre 2023 y 2027, según expresa el presidente de Cooperatives Agro-alimentàries de la Comunitat Valenciana, Cirilio Arlandis.
«Uno de los principales retos que debe asumir el sector es la entrada en vigor de una nueva PAC, que supondrá nuevas obligaciones para los agricultores, derivadas del marco normativo que establece y centrará sus prioridades en cuestiones medioambientales y de sostenibilidad de la actividad agraria, en línea con los objetivos del Pacto Verde Europeo. Al margen de esto, los retos son los propios de cada año: mantener y mejorar la competitividad del sector, seguir trabajando para que todos los eslabones de la cadena obtengan una remuneración justa, hacer frente con éxito a los problemas que pueden suponer para nuestros cultivos diferentes plagas y enfermedades...», reflexionó Arlandis.
Las 374 cooperativas valencianas tendrán como objetivos fomentar un sector agrícola inteligente, competitivo, resiliente y diversificado que garantice la seguridad alimentaria a largo plazo; apoyar y reforzar la protección del medio ambiente, incluida la biodiversidad, y la acción por el clima, y contribuir a alcanzar los objetivos medioambientales y climáticos de la Unión Europea; y fortalecer el tejido socioeconómico de las zonas rurales.
«Las cooperativas se encuentran en una buena situación, como es habitual. El sector sigue con su habitual dinamismo y vocación comercial, ofreciendo a clientes y consumidores productos de la máxima calidad. La llegada del mes de enero, aunque no coincide necesariamente con el inicio de las campañas, es un momento para hacer balance de los retos que se deben afrontar y de las expectativas que se generan para los próximos meses, que necesariamente deben ser positivas, pero siempre con la prudencia propia de una actividad como la agricultura y de las dificultades del momento que atravesamos», valora el presidente.
Las frutas ácidas, jugosas y aromáticas son el gran producto de las cooperativas valencianas, una de las más fuertes señas de identidad de este sector que lucha por ofrecer el mejor producto del mercado al consumidor y una manera de trabajar justa y ética al trabajador. Dentro del grupo de los cítricos, la mandarina es uno de los productos estrella de la Comunitat Valenciana, pero, pese a las buenas expectativas de la campaña de esta fruta, el aforo autonómico elaborado por la Conselleria de Agricultura indica que existe una menor producción que la anterior campaña (-8,4%) y que la 2020/21 (-22,9%), aunque se ha recuperado en parte la producción de la provincia de Castellón, muy afectada estos dos últimos años por el impacto del cotonet.
«La realidad nos ha indicado que la merma de producción ha sido todavía mayor. Una menor producción abre el margen, atendiendo a los principios básicos de la ley de la oferta y la demanda, a una mejora de las cotizaciones. Sin embargo, la mejora de las cotizaciones no es suficiente para compensar el descenso de producción. Un descenso tan acusado de la producción se traduce en falta de rentabilidad. Si atendemos a la información que facilita la Mesa de Precios de Cítricos del Consulado de La Lonja de Valencia, ha habido hasta el momento dinamismo en las operaciones, con mejoras en las cotizaciones, pero que no en todos los casos son suficientes para cubrir los incrementos de costes o las mermas que han tenido que soportar los agricultores», explica el presidente Arlandis.
Sin embargo, pese a que podría pensarse que las bajas temperaturas afectan negativamente a los cultivos, desde la perspectiva productiva, el frío de la última semana de enero está siendo positivo en líneas generales para los cultivos, ya que en zonas como La Ribera no ha sido tan intenso como podría esperarse y está ayudando a que las condiciones meteorológicas no sean el detonante de una floración más temprana de lo habitual y, en las zonas donde las temperaturas han sido más bajas, los cítricos ya se habían cosechado.
También es positivo desde la perspectiva comercial, pues el frío siempre es una circunstancia que impulsa el consumo de cítricos, ya que los consumidores aprecian su aporte de vitamina C para prevenir catarros y resfriados. De hecho, en las últimas campañas, parte de los problemas de comercialización que se han producido en momentos puntuales están relacionados con la tendencia a la baja de la demanda por lo moderado de las temperaturas.
Además de la mandarina, también es época de aguacate, la frambuesa, el kiwi, el limón, la manzana, las naranjas, el plátano o el pomelo, cuyas producciones, salvo los cítricos, no se trabajan desde el ámbito cooperativo o todavía son emergentes respecto al volumen total de producción y comercialización del sector como es el caso del aguacate y del kiwi, dos productos en los que desde las cooperativas trabajan con la perspectiva de que se aumente la producción y sean más relevantes en el futuro.
«Sobre el desarrollo de las campañas, la información que podemos conocer nos indica que, como todos los agricultores, los productores de estas frutas tienen sus problemas y están sufriendo por la falta de rentabilidad. Hace apenas unos días, por ejemplo, la Asociación Francesa de Fruta de Pepita indicaba que muchos productores están arrancando manzanos porque el incremento de costes de producción ha acabado con sus escasos márgenes de rentabilidad. Vivimos una época compleja, de gran competencia en los mercados, entre diferentes producciones y entre mismas producciones de distintos orígenes, a lo que se suman unos costes de producción crecientes, lo que dificulta sobremanera el mantenimiento de la actividad», manifiestó desde Cooperatives.
La Comunitat Valenciana puede estar orgullosa y presumir de la capacidad exportadora de sus productos de calidad. Es la región que más exporta cítricos del mundo con un 14% de la exportación mundial sobre una producción que se eleva al 2% del total de cítricos que crecen en el mundo, según indicó el secretario autonómico de Agricultura, Roger Llanes, en una intervención ante la Comisión de estudio de Les Corts sobre el sector citrícola y su viabilidad futura.
La citricultura representa el 34% de las tierras de cultivo valencianas; el 35% de la producción de la rama agraria y el 46% de la producción vegetal. Si hablamos del tipo de cultivos, se mantiene la preponderancia en mandarinas (70% de la superficie y 64% de la producción de toda España) mientras ha bajado el cultivo de naranjas y ha aumentado en lima.
«Un amplio porcentaje de las producciones valencianas se destina a la exportación, hasta el punto de poder afirmar que nuestro mercado natural es Europa. Alemania, Francia, Italia o Reino Unido son algunos de los principales destinos de exportación, si bien en casos como el de los cítricos tenemos presencia cada campaña en los mercados de más de 60 países de diferentes continentes. En el caso de las cooperativas, si atendemos a los últimos datos estadísticos que tenemos, nos indican que, sobre una producción comercializada de 1.216 millones de euros, 948 se obtuvieron de la actividad exportadora», expuso Arlandis.
«El cooperativismo es una fórmula versátil, que ofrece respuestas a los agricultores y agricultoras que quieren comercializar su producción con garantías, viviendo dignamente de la agricultura. Desde hace más de un siglo, las cooperativas, gobernadas de forma democrática y participativa, han permitido a las personas sumar esfuerzos para obtener un beneficio común, trabajar en la concentración de la oferta, en la mejora de la comercialización, en la profesionalización de la gestión de sus tierras...».
La cooperativa es una fórmula cada vez más elegida en todos los sectores, y en el agroalimentario no iba a ser menos. Además de una manera de vivir dignamente de esta actividad, este modelo de empresa tiene un impacto positivo en los pueblos y ciudades donde se asientan para desarrollar su actividad, donde ofrecen un empleo estable que mantiene proyectos personales e historias de vida en el medio rural, ayudando con ello a la vertebración territorial de la Comunitat Valenciana.
«Los contras que podamos pensar son los propios del conjunto de la actividad agraria, no son exclusivos de nuestra fórmula empresarial», reflexionó Arlandis, quien apuntó que «quizás nos sigue faltando capacidad de concentración de la oferta, y en este sentido los procesos de integración son algo más complejos que en el ámbito de la empresa privada porque las iniciativas que surgen deben ser aprobadas por la amplia mayoría de la base social de las cooperativas implicadas, y, en ocasiones, el arraigo de las cooperativas a sus localidades juega en contra del avance de dichos procesos de la propia actividad».
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