![«Adaptamos la cirugía refractiva y los tratamientos al estilo de vida de los pacientes»](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202204/21/media/cortadas/1447076162-RXZGvxOTDmDS4hC1NNi7gVK-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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sandra paniagua
Viernes, 22 de abril 2022, 11:25
Cuando pensamos en el concepto de pandemia desde 2020 lo hacemos recordando la producida por el Covid-19. Sin embargo, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se advierte que la miopía, sobre todo la miopía infantil, se puede considerar la pandemia del siglo XXI. De hecho, según el primer informe mundial sobre la visión realizado por la OMS en 2019, «a nivel mundial, por lo menos, 2.200 millones de personas tienen deficiencia visual o ceguera. De las cuales, al menos, 1.000 millones tienen una deficiencia visual que podría haberse evitado o que aún no ha sido tratada». Según señalan, estas afecciones son, entre otras, la miopía, la hipermetropía, el glaucoma y las cataratas. Además, según algunos estudios, en España más de un millón y medio de personas padece baja visión y se sabe que, si nada cambia, la cifra podría triplicarse antes del 2050.
Para hablar de los diferentes tipos de afecciones visuales, su prevención, tratamiento -especialmente en lo que a cirugía refractaría se refiere- y los avances tecnológicos de los últimos años en esta materia, LAS PROVINCIAS organizó una mesa de expertos a la que acudieron Jorge Vila, director médico de la Clínica Vila; Enrique Cervera, presidente de la Sociedad Oftalmológica de la Comunitat Valenciana (SOCV); Esmeralda Fortes, óptico optometrista de la Clínica Vila; y Vicente Montalvá, secretario del Colegio de Ópticos-optometristas de la Comunitat Valenciana.
Jorge Vila
Director médico de la Clínica Vila
Entre las causas que señala la OMS de los diferentes problemas visuales está el envejecimiento de la población, los cambios en los estilos de vida y el acceso limitado a la atención oftalmológica, en particular en los países de ingresos bajos y medios. A esto se le une en los últimos dos años de pandemia y tras sufrir el confinamiento que, según los estudios, se aprecia un aumento en la miopía debido, principalmente, a la falta de luz solar.
La prevención de estas enfermedades pasa por una revisión adecuada de la visión. Por ello, los expertos sentados a la mesa recomendaron acudir de manera regular a los profesionales a fin de controlar el estado de la misma. Más si la persona tiene antecedentes familiares de problemas visuales o algún tipo de enfermedad que puede afectar a la visión, como por ejemplo la diabetes.
El uso de las gafas o lentes de contacto (lentillas) para corregir diferentes afecciones puede que sea el tratamiento más utilizado, sobre todo en la infancia, cuando los ojos todavía están desarrollándose y «es a partir de los 19-20 años cuando se puede valorar la cirugía como solución. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la edad es aproximada, ya que la primera condición que debe cumplir el paciente es la estabilidad. Es decir, valoramos la cirugía cuando la miopía lleva, como mínimo, un año sin cambios», explicó Vila.
Tal y como señaló el director médico de la Clínica Vila, la estabilidad es la primera de las condiciones para considerar la cirugía, pero no la única. Por ello, añadió que «es fundamental realizar un exhaustivo examen de la salud ocular, ya que para cada paciente estará indicado un tipo de tratamiento o de lente. Además, en el estudio previo no solo tenemos en cuenta los ojos, también el estilo de vida que el paciente tiene o su profesión. Cada colectivo tiene unas necesidades de visión respecto al uso de las pantallas (ordenador, tablet, móvil), la conducción y, en definitiva, su día a día. Lo que los profesionales buscamos es la satisfacción del paciente y cumplir con sus expectativas».
Enrique Cervera
Presidente de la Sociedad Oftalmológica de la CV
A lo dicho, Vicente Montalvá añadió que «el análisis previo es una parte muy importante. Como ha señalado Jorge Vila, se tiene en cuenta la práctica diaria del paciente, dónde vive, trabaja, si normalmente conduce o no por la noche, etcétera», mientras que Enrique Cervera apuntó que «en definitiva, el paciente que haya tomado la decisión de 'quitarse las gafas' deberá estar muy bien asesorado por profesionales que, previamente, hayan elaborado un completo informe y que le aconsejen el mejor tratamiento de todos los que actualmente disponemos. Al igual que la medicina en general, en oftalmología existe la tendencia a la personalización y a elaborar, como se dice, un traje a medida».
Los ponentes señalaron que una vez realizado el exhaustivo estudio del paciente se le presenta la mejor opción para cumplir con sus exigencias y necesidades. «En cirugía el paciente es exigente. Además, con la experiencia nos hemos dado cuenta de que, actualmente, se maneja una distancia, la media, que no se contemplaba con anterioridad. Ahora se aprecia esa distancia intermedia que el paciente valora a la hora de una conversación, el uso del ordenador, etcétera. Es por ello que ya se trabaja basándonos en tres distancias: la corta, la intermedia y la larga. Gracias a los avances tenemos herramientas para ajustarnos a las demandas de los pacientes. La cirugía refractaría, la de córnea, las lentes intraoculares, la monovisión...», explicó Enrique Cervera.
Esmeralda Fortes
Óptico optometrista de la Clínica Vila
A lo dicho por su compañero de mesa, Vicente Montalvá apuntó que «se ha avanzado mucho y la tecnología permite utilizar instrumental para mejorar la visión del paciente, descartar la causa o indicar el tratamiento más adecuado. A esta tecnología se le añade la experiencia de los profesionales que, muchas veces, aprenden a detectar problemas que se pueden dar en el largo plazo».
Por su parte, Esmeralda Fortes explicó que «uno de los comentarios más comunes es la molestia que provocan los destellos de luz, los halos que se generan, pero esto también va a depender de la percepción del paciente. Por ello, siempre que recomendamos un tratamiento, una cirugía explicamos las consecuencias que puede tener».
Los ponentes hicieron referencia a la cirugía refractiva como uno de los tratamientos para dejar de depender de las gafas en el día a día. Por definición, la cirugía refractiva es un conjunto de procedimientos quirúrgicos oftalmológicos que tienen como objetivo corregir defectos refractivos como la miopía o alta miopía (más de 5 dioptrías), la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia o vista cansada. Las técnicas que se emplean en cirugía refractiva se pueden dividir principalmente en dos grupos. Las técnicas de superficie, en las que se actúa sobre la córnea, y las técnicas intraoculares, en las que se hace dentro del ojo y se implanta una lente. «El uso de la cirugía refractiva más conocido es la eliminación de la miopía. Comenzó a principios de este siglo en los jóvenes con la llegada del láser, pero hoy en día se ha ampliado el rango de edad, así como la tipología de pacientes», señaló Esmeralda Fortes quien añadió que «ahora las técnicas y los tratamientos han avanzado mucho. El láser tenía como una de las limitaciones el número de dioptrías, ahora podemos operar con lentes intraoculares, por lo que tenemos un mayor rango de graduación a corregir, podemos trabajar con córneas más complicadas, etcétera. Además, con las lentes podemos realizar pruebas previas para comprobar su adaptación».
Vicente Montalvá
Secretario del Colegio de Ópticos-optometristas de la CV
Importante también, señaló Jorge Vila, es la seguridad en el paciente. «No solo hablamos en este sentido en los tratamientos o en las posibles complicaciones, ya que no hay que olvidar que una intervención siempre puede conllevar riesgos por mínimos que sean. Si no seguridad en que vamos a lograr esa calidad en la visión que el paciente espera y que se va a obtener los mejores resultados posibles».
Uno de los problemas a los que tanto oftalmólogos como optometristas se enfrentan es la sequedad ocular o a la mala calidad de la lágrima. Los ponentes señalaron que el ojo seco condiciona mucho el tipo de tratamiento a efectuar y que, a pesar de no provocar una grave pérdida visual, si resulta incómodo.
A este respecto, Vicente Montalvá señaló que «la tecnología y los materiales han evolucionado mucho y ahora se intenta no depender de la lágrima para llevar a cabo los tratamientos. Lo cierto es que a partir de los 40-50 años la cantidad de lágrima es menor, también influye el hecho de trabajar concentrado, ya que para mantener esa concentración se parpadea menos y esa baja frecuencia reseca el ojo. Esto puede producir diferentes dolencias».
En referencia a la mejor edad para usar un tipo de cirugía u otro, el presidente de la SOCV señaló que «no hay límite de edad, el tratamiento se adapta al cliente siempre que cumpla los requisitos para ello. Es cierto que hay edades más conflictivas que otras».
Los expertos sentados en la mesa señalaron que la cirugía refractiva elimina el problema en la visión, pero que al contrario de lo que los pacientes consideran, un ojo miope siempre lo va a ser y se tiene que realizar revisiones periódicas para comprar el estado de la salud ocular. Del mismo modo, recomendaron controlar a los más pequeños, además de con las revisiones pediátricas, comprobando que ambos ojos miren de frente y no haya estrabismo o viendo en las fotos con flash que la marca naranja que se ve en las pupilas sea simétrica. «Un paciente operado, señaló Vila, necesita revisiones toda su vida, ya que en cada época puede sufrir diferentes problemas. Dependiendo de la técnica usada puede resultar más definitiva o menos. Sin embargo, dependiendo de las expectativas del paciente puede que finalmente necesite utilizar unas gafas de cerca y tener una excelente visión intermedia y de lejos».
Por último, el director de la Clínica Vila apuntó que se debe aumentar la cooperación entre los oftalmólogos y los optometristas con unidades de miopía en las clínicas. «Con esto se puede detectar, controlar e, incluso, frenar la miopía, así como los futuros problemas. Esta afección engloba a todas las edades y debe ser tratada por estos dos especialistas de forma conjunta».
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