«Un precio justo en el campo propicia la investigación y el desarrollo agrario»

La agricultura y el sector agroalimentario en general han demostrado ser uno de los principales motores de la economía, así como un sector clave para la sociedad. Sin embargo, a pesar de la importancia demostrada durante la pandemia del Covid-19 sigue estando amenazado con el fantasma de la crisis. Actualmente, vivimos un momento en el que la rentabilidad de los productores está en entredicho y choca de frente con una industria agroalimentaria cada vez más potente.

Si las consecuencias del Covid-19 están siendo un caballo de batalla para los sectores productivos, el estallido de la guerra en Ucrania viene a complicar aún más el escenario y a confirmar algo que se ha comprobado estos años: Europa, en general, y España, en particular, tienen un problema de abastecimiento y dependencia de terceros para cubrir algunas de las necesidades productivas y sociales más básicas. Cabe señalar que el sector agrícola no es ajeno a esta situación, por lo que los expertos comienzan a hablar de la necesidad de la autosuficiencia.

Para debatir el contexto actual y los retos de este sector vital, LAS PROVINCIAS y AgroBank, la línea de negocio de CaixaBank dirigida a la actividad agroalimentaria, organizaron el Foro El futuro de la agricultura: 'Rentabilidad e innovación' al que acudieron: Javier Arcís, director de AgroBank en Comunitat Valenciana; María Teresa Cháfer, directora general de Política Agrària Comuna (PAC) de la Conselleria d'Agricultura, Desenvolupament Rural, Emergència Climàtica i Transició Ecològica; Alberto San Bautista, director de la Escuela técnica Superior de Ingeniería Agrónoma y del Medio Natural (EAMN) perteneciente a la Universitat Politècnica de València; Joan Mir, director general Anecoop; y Cristóbal Aguado, presidente de AVA-ASAJA.

Entre los temas que se pusieron encima de la mesa y sobre los que se señalaron sus puntos claves estuvieron la aprobación de la nueva Política Agraria Común (PAC) basada en el fomento de un sector agrícola inteligente, resistente y diversificado que garantice la seguridad alimentaria; la intensificación del cuidado del medio ambiente y la acción por el clima contribuyendo así a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); así como el fortalecimiento del tejido socio-económico de las zonas rurales.

También hablaron en general de la innovación y la transformación digital; la aplicación de la Inteligencia Artificial o el Big Data; el trabajo del IVIA en la Comunitat y los diferentes proyectos que desde Anecoop o AVA-ASAJA se están llevando a cabo, así como la importancia del apoyo de AgroBank a los productores y el sector agroalimentario en general.

A lo largo del debate, los Fondos Next Generation fueron protagonistas, ya que mucha de la innovación y digitalización del sector va a venir de la mano de estos fondos de recuperación. Por ello, todos los ponentes señalaron la importancia PERTE agroalimentario que beneficiará a empresas y autónomos del sector y que generará sinergias con unos objetivos claros: mejorar la competitividad, la sostenibilidad, la trazabilidad y seguridad del sector.

La rentabilidad fue una de las preocupaciones que los cinco ponentes expusieron, así como la problemática del relevo generacional. «En la Comunitat tenemos más de 164.000 hectáreas de tierra abandonadas y contamos con un déficit de jóvenes que se dediquen al sector, así como jóvenes formados específicamente en esto», apuntó Cristóbal Aguado, a lo que Joan Mir añadió que «esto forma parte del diagnóstico, pero las causas de ello es la escasa rentabilidad, así como un problema en la estructura del sector. Necesitamos un cambio de mentalidad, además del apoyo y la financiación».

A lo dicho por sus compañeros, Alberto San Bautista apuntó «la descompensación en el área mediterránea de las políticas agrarias comunitarias. Sin embargo, tenemos una oportunidad dentro del sector. Realmente la crisis está en la parte de la producción porque el mercado de la fruta y la hortaliza ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos años. Por lo que el sector agroalimentario realmente no está en crisis».

En cuanto a la nueva PAC que entrará en vigor en el 2023, Mª Teresa Cháfer señaló que «debemos verla de forma positiva. Hay que aprovechar los fondos para mejorar la operatividad de las compañías, de las explotaciones. Tenemos ejemplos de buena trayectoria y creo que la clave va a estar mejorar el modo en la que nos organizamos, en la producción, en adaptarnos mejor a la oferta y demanda y ser muy competitivos. La Comunitat es un excelente ejemplo y la economía social, las cooperativas son una parte muy importante de ello, ya que genera mucho empleo y lo hace en la zona donde están los campos, donde tenemos la problemática de falta de población».

Sobre la extensión de los terrenos habló Javier Arcís, quien señaló que «estamos ante un punto de inflexión. La renta agraria, el tamaño de las explotaciones, el típico minifundio valenciano y baja rentabilidad son los puntos a mejorar. Desde luego la situación geopolítica añade un factor adicional a modo de amenaza. Pero es momento de canalizarlas y darles la vuelta. Lograr una mayor rentabilidad y asegurar el relevo generacional en el campo, así como la sostenibilidad. Todo ello debe llegar de la mano de la digitalización y la innovación».

Respecto a la situación política y económica actual, Aguado señaló que es necesaria una mesa de negociación en la que se tomen medidas sobre la entrada o no en vigor de la PAC, cómo garantizar el suministro o la rentabilidad, entre otros asuntos, así como «una normativa de inversión en investigación e innovación que son la base de un buen cultivo, de un buen profesional, de la adaptación al mercado y, en definitiva, de la rentabilidad. Un precio justo en el campo propicia la investigación y el desarrollo agrario».

En esta línea se pronunció Mir al señalar que «la situación está provocando un aumento de costes y los productores no pueden asumirlo. Los precios deberían fijarse desde la base hacía el mercado. Es decir, desde la producción hacía el resto de eslabones de la cadena y no al revés como sucede ahora».

A todo ello, los ponentes señalaron que la situación del cierre del comercio con Rusia está provocando que los productos que vienen de fuera se queden en Europa y haya que darles salida, provocando un aumento de la oferta que repercute en el precio final. Los ponentes explicaron un escenario de incertidumbre que repercute en la preparación de las siguientes campañas.

Sin embargo, alentaron a mirar no solo el corto plazo, sino a mirar el largo plazo. «La evolución de la producción y el comercio exterior de la Comunitat es exponencial en los últimos años. Esto quiere decir que el sector agroalimentario es rentable. Además, debemos añadir que los inversores se están fijando en él para realizar sus operaciones. Por lo que hay que prestarle la atención que se merece y tomar las medidas oportunas», señaló San Bautista quien añadió que «conocemos bien cuál es el problema, debemos acertar en el diagnóstico y ver como dar con las soluciones acertadas».

Entre los hándicaps que se nombraron a lo largo del debate estuvo la del problema estructural que vive el sector. «Una de las cosas que caracterizan a la agricultura actual es el abandono de la tierra y la escasa rentabilidad. Debemos hacer un cambio estructural y para lograrlo se necesita el apoyo político, un cambio de mentalidad, leyes que lo faciliten, etcétera. La agricultura lo está pasando mal, pero es un sector rentable y de primera necesidad», apuntó Mir, a lo que Aguado añadió que «se debe aprobar ya la ley del cambio de estructuras y hacer un camino visible para convencer y ayudar al agricultor a modernizar esas estructuras y hacerlas rentables. Tiene que haber incentivos y facilidades».

Por su parte, Cháfer señaló que se debe dar una unión política a nivel europeo y poner encima de la mesa que «las entradas y salidas de productos tengan equidad. No puede ser que los productores de otros países negocien con la Unión Europea y puedan vender en todo el territorio y los países europeos deban negociar territorio por territorio para poder exportar y abrir mercado. Por no decir de las condiciones sanitarias que se exigen a unos y otros. La entrada de productos debe ser para complementar la demanda, no para sustituirla». En cuando a la innovación, «desde el IVIA invertimos más de 26 millones de euros para dar respuesta a las necesidades de nuestros agricultores y el conocimiento científico-técnico está a un excelente nivel en la Comunitat».

A lo dicho, Javier Arcís añadió que «necesitamos ese pacto social que atenúe las consecuencias del incremento de los precios, sobre todo en los productores. Debemos conseguir esa reciprocidad y diversificar e innovar en los productos del campo. Adaptar la oferta a la demanda y poner el foco en el marketing y la comunicación». Esta idea de apostar por el marketing la secundó Joan Mir al señalar que «ya se intentó con la naranja y tras elaborar el documento en el que todas las partes de los sectores e instituciones de diferentes países estuvieron presentes nunca se aplicó. Debemos apostar por el marketing para vender nuestros productos». A esto sumaron la capacidad para producir nuevas variedades e innovar en los productos. Todo ello solo se puede realizar con inversión en innovación, como la utilización de la edición genética Crispr, así como la rentabilidad depende en parte de la digitalización y la correcta utilización del agua, los insumos...

Prueba de ello, los ponentes señalaron la Finca Sinyent de AVA-Asaja o la Fundación Finca Experimental Ual de Anecoop, así como la labor del IVIA.

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