Innovación, sin perder la esencia familiar

El éxito de Palanca Carnissers reside en la calidad y en la virtud de haberse sabido reinventar con el tiempo. Esta carnicería, situada en el Mercat Central de Valencia, ha conseguido que cada una de las cuatro generaciones que se han sucedido haya aportado ingredientes nuevos para adaptarse a los tiempos y mejorar como marca. Perdurar en el tiempo no es casualidad y que Palanca Carnissers haya arrastrado su fama inicial no ha sido flor de un día. La cuarta y actual generación ha querido innovar apostando por la imagen de la empresa contratando a profesionales del mundo del diseño para crear la actual imagen de la marca, ganador de un premio de diseño otorgado por la ADCV.

La introducción de las carnes maduradas en una cámara especial con una humedad y temperatura controlada –Dry Age, donde las piezas de chuleta de vacuno mayor maduran para perder rigidez del músculo y líquidos hasta conseguir una mayor terneza y sabor de la pieza– es otro de los puntos fuertes del negocio. Los mejores productos tanto en elaborados como en despieces y el mejor servicio siempre están a la orden del día en un ambiente donde la tradición y las aportaciones familiares se respetan constantemente. La adaptación al mercado 'online' a través de la web y de una aplicación creada exclusivamente para la carnicería es evidente.

Palanca es una empresa familiar que ha pasado por cuatro generaciones. En la actualidad, las hermanas Palanca encabezan la cuarta generación. Es una empresa tradicional valenciana en cuanto a sus embutidos, pues sus fórmulas se han transmitido de generación a generación y han contado con cierto renombre en el Turia con el paso del tiempo. Cada generación ha cumplido aquello de reinventarse o morir y ha aportado algo diferente. La primera originó el negocio de la carnicería. Eran ganaderos y se vieron en la necesidad de poner a la venta su ganado. Abrieron su primera tienda en la calle La Purísima y después en la calle Santo Tomás, en pleno barrio del Carmen. También inauguraron un puesto en el Mercado Central de Valencia.

La segunda generación, además del tradicional embutido, empezó a poner la carne en el asador y a centrarse en las hamburguesas que por aquel entonces no disfrutaban de muchas variedades. Fue con la tercera y cuarta cuando el tema de las hamburguesas se disparó y se empezaron a hacer de diferentes variedades. Cogieron tanta fuerza en la carnicería que con la cuarta se crea una propia línea de producto a la que se le llama Palanca Bur.