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Lunes, 4 de marzo 2019, 00:10
Hay artistas cuya alma queda vinculada a una ciudad, hayan nacido o no en ella. Y su obra, inmortal e imperecedera, dejará huella en el legado pictórico de la tierra de acogida. Es el caso de José Pérezgil, un hombre que supo mimetizarse con su entorno, con esa esencia mediterránea que impregna cada rincón de esta provincia, con paisajes que mudan de color y de horizonte en cada estación. «Soy un pintor que mira la naturaleza según estoy yo y no según está ella».
Así definía su proceso creativo Pérezgil, quien unió su trayectoria vital y laboral a la ciudad Alicante, donde echó raíces desde que, con 7 años, se trasladara aquí, procedente de su Caudete natal. Recién llegado, lo que más le impresionó fue la inmensidad del azul del mar Mediterráneo. La luz de esta tierra, blanca y lumínica, que tan bien supo captar en sus trabajos, le marcaría de por vida.
La Plaza de San Cristóbal de Alicante fue el punto neurálgico desde el que desarrolló su trama personal, a la par que la artística. Ese enclave se convirtió en su refugio de vida y en su inspiración para reflejar la esencia de una ciudad con la que se involucró activamente y con la que mantuvo una relación de amor que duraría toda la vida. Sus intensas vivencias con los alicantinos se reflejan en su participación como constructor de Hogueras, un mundo que le permitió estrechar lazos con la sociedad fogueril del momento y que le brindó la ocasión de conocer a la que se convertiría en su mujer, Josefina, y que por aquel entonces era Bellea de la Hoguera del Ayuntamiento.
Empezó haciendo decorados para la gran fiesta del fuego y progresivamente derivó sus labores hacia la elaboración de cartelería y hacia la construcción de monumentos fogueriles. El pleno de la Diputación de Alicante, por unanimidad, le ha otorgado el título de Hijo Adoptivo de la Provincia, una distinción que recogieron sus familiares.
El presidente de la Diputación ha recordado en la entrega que el artista supo captar como nadie los paisajes más emblemáticos de esta tierra y ha puntualizado que su «obra, inmortal e imperecedera, deja huella en el legado pictórico de su tierra de acogida». Ha añadido que su obra «ya es eterna para los alicantinos y siempre permanecerá en nuestro bagaje cultural»·.
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