Rafa Honrubia.
Miércoles, 21 de marzo 2018, 01:44
Es difícil explicar el fenómeno del crossfit. En los últimos años, los adeptos a este deporte se han multiplicado de manera exponencial y se ha convertido en una religión con todos los elementos necesarios para el credo. Su libro sagrado son los WOD (Workouts of the Day), las rutinas de entrenamiento. Sus feligreses son los ‘crossfitters’, que se cuentan por millones en todo el mundo. Sus templos son los ‘boxes’, espacios diáfanos sin máquinas ni espejos pero con barras, cuerdas, mancuernas, balones, discos y una pizarra para escribir el evangelio del día, el WOD. Sus mesías son los ganadores de los CrossFit Games que se celebran cada año. En 2017, la australiana Tia Toomey consiguió por primera vez el título de Fittest Woman on Earth, la mujer más en forma del mundo, mientras que en categoría masculina el estadounidense Mat Fraser levantó el título por segundo año consecutivo.
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Pero para explicar la enorme popularidad de este deporte no basta con las características mencionadas. Tiene que haber algo más. Por ejemplo: los ejercicios de crossfit son siempre variados y se plantean nuevos retos cada día para no perder la motivación. El resultado es una modalidad que combina muchas disciplinas, un deporte de deportes donde se trabaja la fuerza, la resistencia, la potencia, la técnica y la flexibilidad. Se trata básicamente de un sistema de entrenamiento de alta intensidad cuyos atletas, sin ser especialistas en ninguna disciplina, están preparados para adaptarse a cualquier prueba inesperada. Es un entrenamiento para superhéroes.
Uwe Henningsmeyer, propietario de FullCrossFit que cuenta con dos ‘boxes’ en Valencia (Benimaclet y la Patacona), señala que las claves del éxito de este deporte son «la no rutina, la comunidad, la sana competencia, el ambiente de superación que se genera, el dinamismo, el reto a lo desconocido, y sobre todo la muestra de que no hay límites, de que con constancia y esfuerzo todo es posible». Una afirmación que comparte Carlos Rivera, director de la marca de equipamiento deportivo Powerkan: «Tienes cardio, tienes fuerza, tienes resistencia... no se te tiene que dar bien una sola cosa para poder practicarlo, como en otros deportes». Además, Rivera hace especial hincapié en la comunidad que se crea entre los ‘crossfitters’. «Hay mucha gente cansada de los gimnasios, de los deportes individuales o de la rivalidad de otras disciplinas, mientras que el crossfit es equipo, siempre hay alguien que te apoya, que te anima a continuar y a mejorar», destaca. Henningsmeyer asegura que el compañerismo «existe y es verdadero y lo considera un factor importante dentro de este deporte. Abel Torres, ‘crossfiter’ desde hace algo más de tres años, explica que es habitual que exista buen ambiente dentro de un ‘box’. «Siempre se intenta animar al compañero y felicitarlo si consigue un buen resultado; también existe cierta competitividad entre los compañeros que están al mismo nivel, pero siempre sana», destaca.
Para dar una idea del crecimiento del crossfit y de todos los valores que lo acompañan, hay que hablar de su creador Greg Glassman, un preparador físico que ideó este sistema de entrenamiento en Santa Cruz (Estados Unidos) hace casi dos décadas. En 2000 montó el primer gimnasio de crossfit y patentó la marca. Han pasado 18 años y el número de ‘boxes’ ha alcanzado cotas que este pionero nunca hubiera imaginado. CrossFit Inc., su compañía, cuenta con más de 13.000 afiliados -así llaman a los gimnasios o boxes asociados- en todo el mundo, que pagan una cuota anual de 3.000 dólares y una serie de licencias para la formación de los entrenadores. En 2011, CrossFit Inc. alcanzó un acuerdo con la marca deportiva Reebok, que ahora es el fabricante del equipamiento oficial y patrocinador de los Reebok CrossFit Games. El director general de la firma deportiva para Europa Occidental, Chris Froio, es tajante en relación a su alianza con el crossfit: «Ha superado de largo nuestras expectativas. Y no solo en cifras: también nos aporta un tipo de consumidor muy positivo para nuestra marca. Un cliente interesado en el ‘lifestyle’, activo y que sigue la moda».
La expansión del crossfit no tiene parangón en ningún otro deporte joven. No solo ha conseguido millones de adeptos en todo el mundo, también ha cambiado los métodos de entrenamiento en mucho gimnasios de ‘fitness’ que no pertenecen a la comunidad crossfit pero ofrecen entrenamientos bastante parecidos. Sistemas como el HIIT, entrenamientos de intervalos de alta intensidad que ponen más énfasis en el cardio que en ejercicios de fuerza resistencia como sí hace el crossfit, se idearon antes de la idea de Glassman o al mismo tiempo, pero es innegable que su amplificación en gimnasios de todo el mundo se debe en parte al éxito del sistema de su creador y a la repercusión de los Reebok Games.
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La apertura de nuevos ‘boxes’ de crossfit en España continúa a un ritmo imparable. Cuenta con 386 centros, un crecimiento del 19% con respecto al año anterior, cuando existían 325 centros. Con estas cifras España se mantiene como tercer país de Europa en número de ‘boxes’, solo por detrás del Reino Unido e Italia, asegura el Fitness Manager de Reebok, Carlos Pastrana. En ellos se ejercitan 77.200 abonados, se emplean a unos 1.544 entrenadores y suman un total de 210.756 metros cuadrados totales.
Carlos Rivera señala que, aunque su empresa de equipamiento deportivo comenzó en 2008 fabricando máquinas para Strongman, a finales de 2011 y ante la buena acogida del crossfit a nivel nacional, decidió abrir una sección dedicada a este deporte. «Ha crecido muchísimo en los últimos años, cuando comenzamos no había ‘boxes’ en todas las provincias y ahora casi todas cuentan con dos o tres como mínimo», rememora. Hace cinco años, añade Rivera, «solo había dos ‘boxes’ en la Comunitat Valenciana y ahora hay más de 40».
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Uno de los rasgos que más seduce del crossfit es su democracia. Sus entusiastas no dudan: puede practicarlo todo el mundo. «No podemos pedirle lo mismo a un atleta de 22 años que lleva practicando crossfit un par de años, que a una persona que acaba de comenzar y lleva un estilo de vida más sedentario», aclara Henningsmeyer. Al respecto, Torres destaca la gran diferencia en el perfil de persona que se apunta a crossfit con respecto a hace tres años. «Cuando yo empecé, el 80% de los que se apuntaban solía ser gente más o menos en forma que se había cansado del gimnasio convencional y lo más significativo es que había muy pocas mujeres», explica. Ahora el perfil ha cambiado: «En los cursos de iniciación del ‘box’ veo muchos alumnos con condiciones físicas normales o bajas y sobre todo muchas mujeres, igual o más que hombres».
Otro de los atractivos del crossfit es que es un deporte igualitario y muy poco sexista. Los premios son exactamente iguales para mujeres y hombres. Se realizan las mismas pruebas sin distinciones de sexo, excepto en algunos ejercicios en los que varía el peso. El rendimiento en hombres y mujeres es bastante similar.
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En la competición oficial ese aire de apertura se mantiene y cualquier persona puede participar en los Open. Esta primera selección de participantes en los CrossFit Games se realiza a través de internet, lo que deja una estructura de competición abierta, sin límites geográficos. Puedes vivir en la Antártida, entrenar por tu cuenta y llegar a competir en los juegos. Para ello solo es necesario completar una serie de rutinas que propone la organización durante unas cinco semanas y enviar los resultados, junto con una grabación en vídeo o un certificado de un centro afiliado. La cantidad de atletas crece cada año y todo el mundo compite en igualdad de condiciones. Cualquiera puede comparar sus resultados con los ganadores de los CrossFit Games del año anterior y ver en qué posición ha quedado. De esta forma, la organización ha conseguido que la figura de espectador y profesional se desdibuje. No hay ninguna disciplina deportiva que ofrezca esta posibilidad tan salvajemente democrática.
Pero esta religión deportiva también tiene detractores. Muchos aseguran que es un deporte que provoca multitud de lesiones a sus practicantes. Uwe Henningsmeyer no comparte este postulado. «No estamos exentos a que nos pase algo, pero eso pasa en todos los deportes; para esto está la figura del ‘coach’, para adaptar, escalar y guiar la técnica de los ejercicios en función de las necesidades de cada atleta, por esto es importante escuchar sus consejos e indicaciones», recomienda. En este sentido, Abel Torres considera que es un «bulo» que esta disciplina sea especialmente lesiva y recuerda que «todos los deportes son susceptibles de lesiones, eso es inevitable», pero en base a su experiencia considera que existen «deportes más populares que el crossfit y que son bastante más peligrosos en ese sentido, entre ellos el fútbol».
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Los CrossFit Games venden su propia leyenda. En 2007 se celebraron los primeros en California (Estados Unidos). Greg Glassman presidió estos primeros juegos y el ex ‘navy seal’ Dave Castro los organizó en su rancho de Los Aromas. Un total de 70 atletas compitieron por un premio de 400 dólares delante de 150 espectadores. En 2017 se celebraron en el Alliant Energy Center en Madison (Wisconsin), con aforo para casi 10.000 espectadores. Antes de la prueba final se hacen dos rondas más de preselecciones (Open y Regionals) donde participaron más de 380.000 atletas de todo el mundo. Los premios en metálico ascendían a 2,4 millones de dólares.
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