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María Pilar Ramírez, comadrona en Guatemala.
Dos historias entre un cuarto de siglo de cooperación

Dos historias entre un cuarto de siglo de cooperación

Testimonios

R.H.

Valencia

Miércoles, 24 de octubre 2018, 01:46

María Pilar Ramírez es comadrona en Guatemala, donde las parteras tienen un papel muy relevante. Entre el 80 y el 90% de los partos en Guatemala, según la región, son atendidos por comadronas. En las zonas rurales los partos con ayuda médica no suelen superar el 10%, pues se trata de comunidades alejadas y muy dispersas. El difícil acceso a los centros de salud en estas regiones tiene como consecuencia el aumento del riesgo de muerte materna o del recién nacido.

«En los últimos años y como promotora de salud he ayudado a conseguir, entre otras mejoras: letrinas, agua entubada y electricidad. Actualmente, también apoyo a mujeres que sufren violencia familiar y a niñas y adolescentes víctimas de violaciones», explica Ramírez, quien atendió su primer parto con solo 22 años. Después de este difícil episodio, María Pilar se formó durante en el Centro de Salud de Pochuta con Asecsa, organización guatemalteca que trabaja con Farmamundi desde hace más de 15 años para frenar la mortalidad materna, la desnutrición infantil y la integralidad de la atención en salud sexual y reproductiva, sobre todo de las mujeres indígenas.

Un bebé con 14 meses suele pesar entre once a 13 kilos y medir de 71 a 83 centímetros en Europa. ¿Pero qué pasa si viajamos al norte de Kenia? Billington Keremi llegó al centro de salud Biafra Medical Clinic, en Eastleigh, con unos índices de desnutrición graves. El pequeño apenas superaba los seis kilogramos y medía 66,7 centímetros. Billington se encontraba entre los casos más preocupantes cuando llegó a uno de los asentamientos que existen en Kenia, al que cada día llegan 2.000 personas desde Somalia, huyendo de la violencia, el hambre y la pobreza extrema.

Gracias al control nutricional por parte de Farmamundi y Hesed Africa y a través de un dispositivo móvil de asistencia, el pequeño se está recuperando. La desnutrición sin complicaciones médicas puede tratarse de forma ambulatoria con un preparado terapéutico conocido como RUTF -del inglés: ready-to-use therapeutic food-, una pasta a base de leche en polvo enriquecida, cacahuete, aceite y azúcar que contiene todos los nutrientes que necesita un niño con desnutrición severa. «El RUTF realmente ha ayudado a Billington a mejorar. Ahora ha sido transferido al uso de mezcla de soja de maíz y está ganando peso. Billington está bebiendo la papilla bien cuatro veces al día y continuamos con el monitoreo de crecimiento semanal», cuenta su madre.

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