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Valencia
Miércoles, 24 de julio 2019, 00:06
El 17% de jóvenes adultos -entre 15 y 32 años- consume cannabis en España. Los hombres ganan a las mujeres: 23 frente a 11%. Valencia es la segunda ciudad española en consumo de cocaína y la octava en Europa, por delante de París o Amsterdam, según datos del Informe sobre drogas 2018 en España que elabora el Observatorio Europeo de la Drogas y las Toxicomanías con información facilitada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. «Los motivos de ingreso en centros de tratamiento», explica la doctora Alejandra González d'Huicque, psiquiatra y directora terapéutica de Ivane Salud en la Unidad de Desintoxicación y Patología Dual del Hospital Vithas Aguas Vivas y en la Unidad de Salud Mental del Hospital Vithas Valencia al Mar, «los encabeza el consumo de cocaína, seguido del alcohol y cannabis; en adicciones conductuales observamos la adicción al juego y al sexo».
La lucha por romper el círculo vicioso al que conduce el consumo de tóxicos supone, en muchas ocasiones, una carrera de fondo. Según especialistas en conductas adictivas y las mismas personas que padecen estas conductas, los meses de verano son especialmente duros. Los pacientes que se encuentran en tratamiento explican que en verano, debido a que hay más contactos sociales que en los meses de frío, las situaciones de riesgo frente a las recaídas aumentan. «Sus amigos y familia no comprenden porqué no se bebe esa cervecita, o porqué no se va de fiesta como antes, y solo hacen que insistirle e incluso provocarle con comentarios que pueden hasta dañar», explica la doctora González.
Las mismas personas que ingresan en la Unidad de Desintoxicación y Patología Dual del Hospital Vithas Aguas Vivas argumentan que estas situaciones, típicas del verano, suponen una dificultad añadida que hace más difícil su voluntad de mantener en secreto la enfermedad, ya que, según la doctora, «las conductas adictivas siguen cargando con el estigma de que la gente que tiene este tipo de problemas es porque quiere, porque es un 'flojo', porque es un 'vago' y no quiere cambiar, sin tomar conciencia de que es una enfermedad y requiere un abordaje adecuado para su tratamiento y, por todo esto, las personas no cuentan que la padecen».
Para la doctora González, lo realmente preocupante de los últimos datos sobre el consumo de tóxicos en España y de su experiencia como directora terapéutica en Ivane Salud y en la Unidad de Desintoxicación y Patología Dual en el Hospital Vithas Aguas Vivas, «es que la mayoría de los pacientes que ingresan son padres y madres de familia; tengamos en cuenta que hablamos de una franja de edad que coincide con la crianza de hijos pequeños y adolescentes en casa».
«Cuando una persona consume una sustancia, y desarrolla la enfermedad, deja de ser ella, deja de poder cumplir con las obligaciones que le corresponde en su rol parental. Esos hijos no van a tener la misma infancia, los mismos cuidados que otros en que sus padres no tengan este problema. No son atendidos de la manera más adecuada, ni se cubren sus necesidades de manera óptima», asegura.
Los estudios sobre las consecuencias de consumo de sustancias tóxicas en el hogar explican, según la doctora González, «que tener padres consumidores aumenta el riesgo de que sus hijos en un futuro lo sean, no solo por la parte biológica o genética que se hereda, sino también por las características que tenga la familia donde esos menores crezcan, la cohesión familiar, la comunicación y el apoyo de los padres, la relación positiva, los vínculos afectivos estrechos, el establecimiento de normas, entre otras cosas, van a influir en ello».
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