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sandra panimagua
Sábado, 26 de febrero 2022
La transformación digital, las nuevas tecnologías o la digitalización son conceptos que los sectores productivos llevan años asimilando. El cambio de paradigma social, la economía de proximidad, la necesidad de cuidar el planeta y del medio ambiente, así como la irrupción del Covid ha supuesto toda una revolución en este siglo XXI. El sector de la agroalimentación no iba a ser menos. Por ello, poco a poco las empresas del sector, tanto españolas como de la Comunitat, se están posicionando para dar respuesta.
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El reto de lograr ser un sector más moderno, sostenible y eficiente, en todas sus etapas, está, sobre todo, en manos de startups que aportan soluciones muy creativas para transformar el sector y, a pesar de representar una parte muy pequeña del mismo, se han convertido ya en la vanguardia dentro de este sector. Según los datos de ICEX, en 2021 se movieron en el Food Tech español 449 millones de euros, un 220% más que en 2019.
Para analizar la situación, las tendencias y en qué ámbitos se están implementando ya esos cambios, LAS PROVINCIAS, junto al Club Cámara, reunieron a Carlos de Cózar, coordinador del área TIC de Cámara Valencia; Bernardo Lafuente, director IT Chovi; Catalina Valencia, community Lead de Km Zero; Betsabé Arjona, Head of Digital Transformation Services en Metric Salad; Daniel Molina, Chief Innovation Officer de Zummo; y Daniel Ramón, Fresh Produce Product Manager en Apeel Sciences.
Los seis expertos sentados a la mesa señalaron que la aplicación de las nuevas tecnologías y la transformación digital son el presente y futuro de las compañías del sector agroalimentario e hicieron hincapié en que aquellas que no se adapten no sobrevivirán. Del mismo modo, «las startups, por su idiosincrasia, juegan un papel muy importante en la innovación y la implantación de los avances en este sector», señaló Catalina Valencia y añadió que «estas empresas tan ágiles son, en muchos casos, una de las mejores soluciones y una verdadera opción para la industria».
Carlos de Cózar
Coordinador área de TIC Cámara Valencia
En cuanto a las tendencias del sector, Carlos de Cózar apuntó que, según los datos del informe sobre 'Tendencias Digitales en la Agroalimentación' publicado por Cámara Valencia, el «valor añadido bruto que aporta el sector es de 100.000 millones de euros y representa en torno al 11% del PIB dando empleo directo e indirecto a más de 2,7 millones de personas. Por ello, las Food Tech deben apostar sí o sí por la digitalización y la sostenibilidad». Además, España cuenta con la mayor superficie de zonas de la Red Natura 2000, con más de 222.000 kilómetros cuadrados, de los que 138.000 son terrestres, el 27% del territorio y cerca del objetivo del 30 % de la estrategia europea de Biodiversidad.
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Sin embargo, el agroalimentario se enfrenta a una serie de retos en como son el cumplimiento del Pacto Verde Europeo, el escaso aprovechamiento de la ecuación coste-valor o la brecha digital. Para ello, la innovación, la agricultura de precisión, la alimentación personalizada, los alimentos de laboratorio y los nuevos canales de venta, son las oportunidades que las empresas del sector deben aprovechar.
Bernardo Lafuente
Director IT de Chovi
A lo largo de la mesa de expertos se pusieron algunos ejemplos de ello, como es el caso de la implantación de la tecnología blockchain. Según apuntó Arjona, será fundamental, ya que permite conocer la trazabilidad del producto. Esta es una de las demandas actuales del mercado. El consumidor quiere saber la procedencia del producto y qué agentes actúan sobre él.
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Por su parte, Daniel Molina señaló que «la inversión en el sector está enfocada actualmente en la maquinaria y la 'smartización', en utilizar la innovación y las nuevas tecnologías para ser más productivos y sostenibles». Para ello, en la mesa apuntaron que los Fondos Next Generation van a ayudar a que sea realmente posible. Ya que en su mayoría están destinados tanto a la digitalización como a lograr que las empresas sean más sostenibles. El sector 'agro' es muy amplio, pero se va a enfocar principalmente en la robotización 2.0.
Las exigencias europeas no es el único motor del cambio que el sector de Food Tech está teniendo, ya que el consumidor actual se está volviendo más exigente y esto fuerza a poner el foco en el universo 'eco-friendly'.
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Daniel Ramón
Fresh Produce Product Manager en Apeel Sciences
«Para que haya una evolución en las empresas del sector debe haber un componente de I+D+i, desde Apeel Sciences apostamos por adquirir herramientas que abran paso a las tecnologías, sobre todo pensando en una nutrición de precisión, casi personalizada», apuntó Daniel Ramón, quien también hizo un alegato en favor de «quitarse la careta de humildad y ver que realmente no estamos tan alejados del resto de países europeos en cuanto a la investigación. En España tenemos muy buenos investigadores, lo que hay que apostar porque el talento se quede». Por ello, en la mesa señalaron que la apuesta debe ser siempre la colaboración público-privada, acercando la investigación de las universidades a la economía real.
A lo dicho Catalina Valencia apuntó que «realmente falta esa conexión entre la investigación y las empresas. Debemos crear ecosistemas donde se junten como por ejemplo el Madrid Food Innovation Hub o Food & FoodTech Innovation Hub de Barcelona». La idea de que finalmente se desarrolle ese espacio común en Valencia fue solicitada por todos los ponentes, ya que «al darse ese espacio se conectan las iniciativas aisladas y se pueden ver las diferentes etapas de la cadena de valor del clúster agroalimentario», apuntó Betsabé Arjona.
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Betsabé Arjona
Head of Digital Transformation Services en Metric Salad
En la mesa se pusieron diferentes ejemplos de gestión y unión entre ciencia y empresa como el caso de «Israel u Holanda donde sí se da esa conjunción entre lo público-privado y entre la investigación y la empresa», apuntó Daniel Ramón que añadió «que lo realmente hay que pedir a las universidades es que hagan buena ciencia y que se traslade a los sectores productivos». Esta última idea fue reforzada por Daniel Molina que explicó que «se está haciendo ciencia muy interesante, pero está alejada de la aplicación a un campo concreto. Por ello, es la empresa privada es la que tiene que entrar a investigar este tipo de aplicaciones. Es costoso, no todas las compañías disponen de los recursos». Al hilo esta inversión, se comentó se pueden observar dos velocidades: la de los grandes grupos cuya capacidad de inversión es mayor y la del pequeño productor. Sin embargo, se dijo que los grupos inversores buscan en esta industria su lugar para invertir. De hecho, la agricultura de precisión se vale de tecnologías como la inteligencia artificial, el Big Data o la sensorización para sacar el máximo partido de cualquier cultivo y optimizar las producciones.
Catalina Valencia
Community Lead en KM Zero
En la mesa, todos indicaron lo complicada que es esa burocracia para acceder a la investigación o, incluso, a cualquier tipo de ayuda o subvención. En esa línea hablaron de lo complicado que también es encontrar perfiles adecuados para trabajar. «Muchas empresas buscan estos perfiles en las universidades, pero no se encuentran. Los hay de formación profesional, pero esas titulaciones en ocasiones no son válidas cuando quieres trabajar con la administración pública, ya que entre los requisitos demandan que tengas graduados. Por ello, se complica mucho»
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En este sentido, Daniel Molina explicó que «la falta de perfiles más concretos o especializados es una realidad. En las universidades el conocimiento que se imparte es general sobre la materia y donde realmente aprendes en trabajando en las empresas. Sin embargo, la mentalidad de fuera es distinta, es más especializada». En ese cambio de mentalidad, Bernardo Lafuente apunto que «lo cierto es que todavía la universidad vive de espaldas a las empresas y son necesarias muchas prácticas para que desarrollen todos los conocimientos. Gracias al Plan Bolonia, la implantación del Grado de 4 años la especialización hay un componente más práctico. Cuando llegan a las empresas, muchos de ellos en poco tiempo están preparados. Pero falta mucho camino».
Daniel Molina
Chief Innovation Officer de Zummo
De como las empresas se adaptan a lo que el mercado demanda también se habló y como ejemplo de ello, Bernardo Lafuente explicó que «desde Chovi, a partir de la escucha activa, nos dimos cuenta de que los consumidores se quejaban de la cantidad de alimentos que quedan dentro de las botellas de kétchup, por ejemplo, así que decidimos hacer la boca de la botella más ancha para que quepa una cuchara. Esa pequeña innovación hace que el producto se adecue a lo que el mercado demanda». Con ello, las empresas se vuelven más sostenibles, «otro ejemplo es usar PET reciclado o los sobres de papel para la mahonesa», con pequeños detalles se evita ese desperdicio alimenticio. Al señalar en el debate ese desperdicio no sostenible, Daniel Molina apuntó que «ese es un punto en el que hay que incidir. En España se desperdician 8 millones de toneladas de alimentos al año, eso equivale a aproximadamente unos 170 kilos por persona al año. Evidentemente, hay que poner el foco en esa innovación que puede ayudar a evitando logrando una mayor sostenibilidad. Nosotros en Zummo combinamos esto combinando la IoT con Big Data para ayudar en esa predicción de consumo».
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La tecnología logra que los pequeños productores lleguen a más gente. Además, poco a poco la hacen más asequible. En estos momentos, las proteínas que no tienen origen animal, aunque queda mucho camino todavía, se están introduciendo poco a poco en el mercado. En unas décadas la ciencia habrá solucionado el problema actual. «Tenemos un sector puntero en generación de empleo y riqueza, pero es contaminante. La generación de proteína en el laboratorio no sustituirá a la proteína animal, pero hará que sea más sostenible», concluyó Valencia.
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