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Jorge Peiró
Domingo, 3 de julio 2022, 01:14
«Haber llegado hasta aquí ya es un premio de por sí; hemos recibido más de 300 currículums y hemos hecho una criba basándonos en lo que nos piden las empresas». En ESIC son conocedores del mérito que conlleva participar en Talent Lab, la iniciativa de formación y prácticas en empresa para alumnos de último año de grado y posgrado y que ha sido organizada por el diario LAS PROVINCIAS en colaboración con la propia escuela de negocios. Talent Lab está ya inmersa en la fase de Assessment, una completa evaluación que tiene a 25 estudiantes como protagonistas.
Reina la exigencia en un proceso que ha sido un éxito de participación: “Los hemos juntados aquí en grupos de pocos alumnos en una fase muy bonita porque no se conocen de antes, lo hacen aquí ya que provienen de distintas universidades y distintas carreras. Les hacemos cuatro pruebas: tres de ellas son en grupo para que se suelten un poco y la última ya es individual”, explica Belén Macías, directora de la Unidad de Desarrollo Profesional de ESIC.
Raquel Davó, ‘coach’ ejecutivo especializada en desarrollo y liderazgo en ESIC, ha mantenido un rol de diseño y coordinación durante la creación y ejecución de esta fase de Assessment. “He hecho el diseño de las diferentes pruebas donde logramos identificar las ‘soft skills’ de los alumnos”, detalla Davó. En ellas se pone a los alumnos a trabajar en grupo y, cada uno, desde su titulación, aporta lo que mejor se les da en los diferentes desafíos que se encuentran. La primera prueba que se les hace consiste en realizar una construcción con objetos con los que no suelen trabajar. “Les damos un metro de cinta, uno como de celo y les decimos que tienen que hacer una construcción. En ningún momento les decimos que tienen que hacer la construcción más alta sino que sea estable y se mantenga por sí sola. Todos tienen la tendencia de hacerla en altura, que es mucho más complicado”, sostiene Macías.
En estos reducidos grupos de cuatro se van formando unos roles, de los cuales los profesionales de ESIC y de las empresas colaboradoras, que serán las que les recibirán para sus prácticas remuneradas, van tomando buena nota: el que coge el papel de líder, el que no aporta nada, el que está todo el rato ayudando… Ahí se les miden características, pues el currículum ya es bueno de por sí. “Buscamos competencias y, en este caso, medimos liderazgo, comunicación persuasiva, iniciativa, creatividad y cooperación. Valoramos mejor al alumno que convence al resto para que hagan lo que él dice pero de una manera respetuosa”, argumenta la directora de la Unidad de Desarrollo Profesional de ESIC.
“Las empresas piden actitud, además de aptitudes, por eso las competencias que potenciamos son tan importantes. Todo esto lo llevamos a un laboratorio que es el Assessment donde intentamos identificarlas entre los alumnos, por eso los equipos son reducidos, porque es muy sencillo dentro del sesgo poder identificar el talento potencial”, afirma Davó.
En la segunda prueba se cambian los equipos –para que los participantes trabajen con gente distinta– y consiste en resolver un acertijo. A cada uno se les da un papel con un enunciado lleno de pistas y ahí es donde se ve cómo se comunican porque pueden compartir la información pero no pueden compartir la hoja. “Es como un sudoku en el que tienen que ir resolviendo por eliminación un problema que en este caso era una nacionalidad. Les damos 20 minutos para que lo resuelvan ya que no todos los grupos llegan a ponerse de acuerdo. Aquí medimos las mismas competencias que en la prueba anterior pero añadimos el pensamiento crítico porque hay un momento en el que tienen que decidir”, expresa Macías.
La tercera prueba es el debate improvisado. Se les reparte en equipos de tres y se les da una pregunta en la que tienen que tomar la postura que se les indique: sea a favor o en contra. Esto se controla con tiempos y, una vez se han expuestos los argumentos, una parte del equipo contrario tiene que refutar los argumentos del otro: “Tienes que conseguir llevártelos un poco a tu terreno sin faltar al respeto”.
La última fase del Assessment es la entrevista personal por competencias. “Les vamos preguntado por sus puntos fuertes y debilidades y al final puntuamos todas esas competencias con una media que nos sale donde pasarán 25 alumnos. A todos los alumnos les entregamos un diagrama de araña donde se ve claramente los puntos donde destacan y los que tienen que reforzar”, relata la directora de la Unidad de Desarrollo Profesional de ESIC.
Davó, desde su papel como ‘coach’, explica qué ocurre una vez concluya la fase del Assessment: “Entregamos un informe al final a todos los participantes sobre las competencias que les hemos evaluado para que tengan para su vida laboral y personal ese ‘feedback’”. A los alumnos elegidos, se les imparten un par de talleres para despertar la creatividad y potenciar otras competencias.
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