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Jueves, 26 de julio 2018, 19:12
El verano puede ser peligroso para los gatos domésticos y conviene estar alerta ante cualquier subida de temperatura que puedan sufrir, sobre todo si hablamos de felinos muy domésticos o que llevan mal los calores por culpa de su pelaje. El verano implica canícula, pero también humedad -sobre todo en áreas de costa-, dos factores que pueden provocar que sufra un golpe de calor, sobre todo teniendo en cuenta que los gatos, al igual que los perros, no disponen de glándulas sudoríparas como las de los humanos y solo puede termoregularse a través de la boca.
Para evitar esos golpes de calor, los amos pueden seguir una serie de recomendaciones que pasan por jugar con el agua -aunque el gato sea tradicional enemigo del líquido elemento-, cambiar la dieta, aplicar cremas hidratantes en las zonas sin pelaje o crear una zona de relax y frescor a la que pueda acudir en momentos de agobio.
El agua es lo más importante cuando llega el verano. A pesar de que los gatos suelen ser bastante reacios a sumergirse al completo, es lo que mejor les viene en los días en los que el calor aprieta y su pelaje puede llegar a ser muy molesto. Hidratarse es esencial, por lo que es muy recomendable situar en distintos puntos estratégicos de la casa recipientes con agua fresca o en la que, de vez en cuando, vayamos echando cubitos de hielo. La lengua de la mayoría de gatos es muy sensible y agradecerán el frescor del agua en momentos de calor. También se puede optar por mojarles las patas o remojar la cabeza del felino con una toalla mojada. Ambas opciones servirán para aliviar la pesadez del calor y para regular la temperatura de su cuerpo durante, al menos, un ligero rato.
La dieta del felino también es muy importante. Se pueden fabricar pequeños helados de hielo con cubiteras especiales para que jueguen y, además, es recomendable cambiar la dieta por platos más ligeros, por ejemplo, de pavo o de verduras.
Cepillarle cada día también puede salvar al felino del calor más sofocante. El pelo muerto que se vaya acumulando en el animal suele funcionar como una auténtica barrera que impide que se expulse el calor, así que un cepillado rápido diario le ayudará a refrigerarse y lucir más lustroso.
También es una buena idea crear una especie de refugio dentro de casa, un rincón preparado para que el felino lo interprete como el lugar al que recurrir cuando tiene calor. Las opciones son infinitas: desde una cesta amplia con una leve gasa que no le dé calor y sobre la que pueda descansar, hasta una caja de cartón con múltiples ventanas y puertas con las que pueda ventilarse y, a la vez, divertirse. Todo ello, decorado con botellas de agua congelada, que le servirán al gato para refrescar el ambiente. Eso sí, si tenemos en casa a un peludo muy juguetón y le gusta arañarlo todo, lo ideal será camuflar un poco la botella con un calcetín o media que ya no se use. Así no le entrará la tentación de usar sus uñas para llenarlo todo de agua a medida que se vaya descongelando la botella.
Aunque el calor apriete, hay que tener cuidado con dejar todas las ventanas abiertas. Si no hay cierres de seguridad o mosquiteras, mejor pasar un poco de calor que arriesgarse a que el gato pueda acercarse demasiado al borde de la ventana. Ya se sabe, el calor nubla los sentidos hasta de los más ágiles.
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