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Rafa Honrubia
Jueves, 25 de octubre 2018, 01:31
Lo que más llama la atención de la escalada son los movimientos precisos y pausados de aquellos que llevan tiempo abrazados al mundo vertical. Aunque colgarse de una pared de roca parezca antinatural para el ser humano, tiene algo de primigenio. Quizá debido a nuestros orígenes arbóreos, los niños se vuelven locos por desafiar la gravedad. No hay más que dejar a un niño en un rocódromo y ver sus ojos brillantes y sus movimientos libres. Ajenos a la fuerza, bailan en la pared como los escaladores experimentados. Sienten el movimiento. Y cada pared pide un baile diferente. No hay dos iguales. Eso es lo que atrapa a los adeptos a este deporte. La curiosidad, la libertad, la exploración constante, la conexión con la naturaleza, con el cuerpo, con la mente. En esta religión, los feligreses no abrazan la roca para conquistarla, sino para descubrirla. Y esa diferencia de concepto significa mucho. El histórico escalador estadounidense John Long, uno de los protagonistas de Yosemite en la década dorada de 1970, lo resume de forma sublime: «La cima no significa nada, la pared todo».
El mundo está lleno de paredes, algunas míticas como el Capitán, en el parque de Yosemite, en California (Estados Unidos), un punto de referencia para la historia de la escalada. En sus verticales de granito nacen las últimas tendencias en escalada. Es la Meca de los adoradores de la roca, los hombres con manos de magnesio deben visitar el Cap al menos una vez en la vida. España es un destino privilegiado en el marco europeo. Es el segundo país más montañoso del viejo continente, después de Suiza. Con un clima amable, comparado con algunos de nuestros vecinos, y un gran número de paredes, picos y cortados, la práctica de este deporte es un atractivo turístico en alza en nuestro país. Algunos ayuntamientos, gracias a la voluntad y tesón de los escaladores locales, han entendido que este deporte es un catalizador de zonas rurales olvidadas.
Chulilla es uno de los ejemplos más destacados de la simbiosis entre escaladores y administración local, y una de las escuelas pioneras en apostar por este turismo. Buena parte de la culpa de la resurrección turística de este municipio valenciano lo tiene el gran cañón dibujado por la erosión del río Turia con paredes que alcanzan los 160 metros de altura. Otra buena parte de la culpa la tienen escaladores locales como Nuria Martí y Pedro Pons. Campeón del Mundo de Bloque en el año 2000, Pons ha viajado por todo el mundo en busca de nuevos retos verticales. Entre tanto, fue entrenador de escalada en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y trabaja con la marca Boreal Outdoor testando material. Desde 2010 gestiona en Chulilla, junto a su pareja Nuria Martí, también escaladora, el albergue El Altico.
Todo empezó en 2006. «Nuria y yo buscábamos nuevas paredes. Recorrimos la comarca de la Serranía hasta dar con Chulilla, el mismo sitio donde habíamos aprendido a escalar hacía 20 años. Pero esta vez nos fijamos en unas paredes que solo tenían unas pocas vías y estaban injustamente olvidadas», recuerda Pons. «Hace 33 años que comencé a escalar y creo que difícilmente olvidaré mi primer contacto con Chulilla. Nos acercamos al pueblo por la carretera que entra por el sur y la pared de la Peñeta se imponía sobre las casas con sus 60 metros que a mí me parecieron 600. Ahí vamos, dijo mi compañero, e inmediatamente algo me hormigueó en la barriga. Realmente no sabía dónde iba ni cómo era el mundo de la escalada, yo solo veía una caída muy larga y poco donde agarrarse», rememora. Estuvo siempre ahí. Conocían y habían abrazado la caliza de Chulilla pero tardaron meses en darse cuenta de que el futuro de la escalada en Valencia se encontraba frente a sus narices. «En este momento hay más de 1.000 itinerarios, esto sitúa a esta zona entre las grandes de España. Se nota en la cantidad de visitas que recibe de escaladores de todas partes del mundo», señala el escalador. Además de la calidad de sus vías, sus ventajas con respecto a otras escuelas son muchas: un clima excepcional, poca distancia entre los sectores y las zonas de aparcamiento, un aeropuerto cercano, un entorno muy atractivo y el buen entendimiento entre vecinos y turistas. «No hay una estadística, pero la sensación es que más de tres cuartas partes de los escaladores que vienen son extranjeros», añade.
Motor económicoEl Ayuntamiento de Chulilla reconoce el turismo de escalada como motor económico de la localidad, ya que les diferencia con respecto a otros municipios de la provincia. Pons destaca «la actitud positiva» del consistorio. «Justo antes de comenzar con el albergue, Nuria y yo tuvimos varias reuniones con el gobierno local, les explicamos lo que supondría impulsar este deporte aquí y la influencia económica que podía tener. Hay que tener en cuenta que en ese momento Chulilla no se consideraba un destino importante de escalada como es ahora y tenía muy pocas visitas», aclara. Estas conversaciones fructificaron en el apoyo al club local de escaladores y en la preparación de algún sector de escalada nuevo. «En cualquier caso, tampoco hay que engañarse. El desarrollo de la zona se debe en un 90% al trabajo voluntario de unos pocos que con su pasión por escalar crean nuevos itinerarios y, aunque no sea su objetivo, le dan un valor añadido a Chulilla», afirma el escalador valenciano. «Detrás de una zona de escalada con 1.000 vías hay bastantes más de 1.000 días de trabajo especializado. Si le tuviéramos que poner precio nos asustaríamos», continúa. Tanto es así que Pedro y Nuria acaban de revisar y ampliar la segunda edición de su guía de escalada en Chulilla -'Chullilla Climbing Guide'- con nuevos sectores e información complementaria, como los metros de las vías, mapas detallados de acceso a las paredes, calidad y estilo de las rutas, etcétera. Los beneficios generados con la venta de este libro se destinan al reequipamiento de las vías.Al comprobar la inmensidad de las paredes que custodian al río Turia en este municipio se da uno cuenta de la cantidad de trabajo que supone abrir y acondicionar vías. El impulso de Nuria y Pedro, desde que llegaron y empezaron a preparar nuevas rutas, siempre ha actuado como dinamizador, una nueva motivación que ha posicionado a Chulilla como destino internacional en escalada. Es una de las zonas preferidas por los europeos cuando llega el invierno. Cuando hace frío para escalar en toda Europa, siempre está Chulilla.
Hace tres años, Klemen Becan puso a Chulilla en el mapa europeo tras ascender un 8c+ a vista. Esto significa que el escalador esloveno completó la durísima vía conocida como Siempre se Puede Hacer Menos sin haberla practicado con anterioridad y sin haber visto a nadie hacerlo, algo que muy pocos en el mundo son capaces de hacer en una vía tan exigente. Además de este hito, Pons asegura que las vías más difíciles de la escuela de Chulilla las han completado escaladores valencianos, entre ellos su hermano Juantxo y Nacho Aznar. Como visitas internacionales de renombre, destaca a Barbara Zangler y a Angela Eiter, dos de las mejores escaladoras del mundo en la actualidad.
El futuro de Chulilla y de la escalada parece dulce. «La escalada es un deporte en crecimiento en toda la Comunitat, a pesar de no tener apoyos institucionales o de grandes empresas», resalta Pons. «Cuando algo aparece de forma natural, sin apoyos externos quiero creer que tiene en sí mismo cierta garantía de continuidad. Tampoco creo que vaya a ser nunca un deporte multitudinario como el running. Pero eso no es un problema, tal vez una virtud», añade.
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