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ÁLEX SERRANO
VALENCIA.
Sábado, 20 de marzo 2021, 00:42
Como ha quedado claramente demostrado durante toda la pandemia, hay ciertas costumbres que cuesta quitarse de encima. Una de ellas es salir a la calle en Fallas, aunque no haya fallas en los cruces. Otra es acudir a la plaza de la Virgen el día 19 para ver el manto de la Ofrenda, aunque no haya ni lo uno ni lo otro. Pero determinados hábitos son casi inamovibles. Y ayer los vecinos de la ciudad dieron otra muestra de ellos. Miles de personas se acercaron al centro de la ciudad y a las plazas del Ayuntamiento (primer año peatonalizada), de la Virgen y de la Reina para protagonizar pequeñas ofrendas más o menos privadas o simplemente para pasear y disfrutar de un ambiente 'casi' fallero. En el corazón de la ciudad, lo mismo que en el de sus vecinos: las Fallas volverán.
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Hasta entonces, claro, a capear el temporal. En la plaza de la Virgen era ayer extremadamente fácil encontrarse con una fallera que acudía, con todo el traje protocolario, a ofrecer un ramo de flores a la Mare de Déu en la Basílica. La devoción por la patrona va más allá de sentimientos religiosos para miles de personas en toda la ciudad. «Yo no soy católica pero la Ofrenda es... otra cosa», comentaba ayer Carolina, una mujer que acudió a ofrecer un ramo de flores a la Virgen. Ni siquiera la amenaza de lluvia, que no terminó de descargar en toda la mañana, fue suficiente para evitar la afluencia al centro.
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Una Ciutat Vella que ayer estuvo sorprendentemente concurrida. El personal interino de la Generalitat organizó una manifestación, batucada incluida, por el centro de la ciudad. Llegaron hasta la misma plaza de la Virgen y coincidió en el tiempo con la celebración de la misa de San José en la catedral, para enfado del cardenal Antonio Cañizares. No fue el único soliviantado por la cuestión. Guillermo Serrano, presidente de la Interagrupación de Fallas, criticó que a las comisiones se les prohibió «cualquier tipo de acto, y al final resulta que el mismo día que no puedes ir a la iglesia hacen una manifestación con batucada». «Notamos un recelo por parte de las administraciones que molesta bastante», dijo Serrano.
El dirigente fallero aprovechó para poner en valor el trabajo de las comisiones. «No tengo noticia de ninguna fiesta ilegal ni de que hayamos dado ningún problema esta semana. Nuestro comportamiento ha sido ejemplar», indicó Serrano, que sí explicó que ayer hubo comisiones, como Plaza de la Merced, que organizaron ofrendas en las iglesias de sus barrios. En el caso de esta comisión, en San Martín. Otras, como Maestro Gozalbo-Conde Altea, han adaptado los actos: su presidente Aurelio Sanz ofrecía chocolate a toda la comisión en la tarde del 18 y el miércoles lo hizo pero a domicilio, cocinando él mismo 50 litros de chocolate.
Fue, con todo, una jornada singular. Los días 19 de marzo en el centro de Valencia son uno de los días más importantes para el comercio y la hostelería del entorno. Es un fin de fiesta apoteósico en el que la afluencia es masiva desde primera hora de la mañana, tal como se comprueba año tras año. La calle San Vicente, cortada desde principios de semana desde la plaza de España, se convierte en un río de gente que esquiva los artistas callejeros mientras el olor a churros, chocolate y pólvora lo impregna todo. Ayer, evidentemente, nada de esto estaba. Pero al final el sentimiento fallero no depende tanto del entorno como de las ganas de divertirse y las terrazas registraron ayer llenos a casi cualquier hora. Un paseo por las calles peatonales del entorno del Ayuntamiento como Ribera, Ruzafa o Convento de Santa Clara demostraba que los valencianos habían salido a la calle y por la zona peatonalizada de la plaza las aglomeraciones eran evidentes.
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Pese a ello, tampoco es que el gasto en los locales de hostelería fuera ayer masivo. «Ni punto de comparación con un 19 de marzo normal», decían en una conocida cafetería de la calle Convento de Santa Clara. Puede parecer evidente, pero para quienes han pasado meses con cero ingresos y, en muchas ocasiones, una buena cantidad de gastos, cualquier momento en que se pueda sacar la cabeza del agua es bienvenido. Ayer lo tenía casi todo para ser uno de esos momentos (el clima no acompañó), pero los hosteleros creen que se vio «miedo» en los clientes. «Si ven mesas libres pero están cerca de otras no se quieren sentar», comentaba un camarero de un local en la plaza de la Virgen. Además, la crisis ha golpeado con fuerza el bolsillo de millones de valencianos. «Antes pedían algo de picar, de beber... ahora sólo piden una cosa», lamentaba .
En los comercios, más de lo mismo. Aunque el día 19 es festivo y muchos no abren, otros sí se atrevieron, espoleados precisamente por los malos datos del resto del año. Las tiendas de indumentaria, obviamente, cerradas a cal y canto (algunas para siempre), porque el 19 de marzo es su primer día de descanso (casi el único, dado que nada más pasar las Fallas empezaban las rebajas). Las floristerías, por su parte, se atrevieron a abrir. Al menos algunas de la plaza del Ayuntamiento. Es otro de los sectores (¿se libra alguno?) duramente golpeado por la crisis. «En toda la mañana, dos rosas he vendido», comentaba una de las gerentes de estas floristerías, que no quería dar su nombre porque se extendía, acto seguido, en críticas aceradas a los gobernantes y, sobre todo, al Ayuntamiento. «Se ha notado la peatonalización de la plaza, pero no es suficiente para recuperar lo que perdemos con lo difícil que es acceder en coches hasta aquí», comentaba.
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Otro de los rasgos que llamaban ayer la atención en unas calles abarrotadas era el silencio. No era total, claro, pero sí lo bastante llamativo como para que una pareja comentara «qué raro que no se oigan petardos» mientras se hacían una foto junto al cartel 'Ací crema el cor d'una falla' en el asfalto de la plaza. No había petardos pero tampoco música. Ni bandas, ni artistas callejeros, ni altavoces atronando desde los puestos de comida. Volverán las Fallas y, con ellas, la fiesta y el empujón económico que ha de servir como tabla de salvación para miles de negocios en toda la ciudad. Queda por ver cómo lo harán y en qué condiciones, porque lo cierto es que ayer, en el centro de Valencia, parecía que la ciudad las echa de menos.
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