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Eric Martín
Valencia
Martes, 18 de marzo 2025, 21:56
La alegría, la música y la fiesta de las Fallas se ha visto alterada por un protagonista inesperado: las lluvias. Por momentos, estas precipitaciones han ... sido fuertes, pero sin embargo no han hecho correr peligro la segunda jornada de la Ofrenda floral a la Virgen de los Desamparados de Valencia, pese a que en otras localidades valencianas sí se ha decidido aplazar este acto al día de mañana.
El agua caída del cielo ha permitido ver sobre la ciudad imágenes poco habituales para estas fechas, que hacía muchos años no se veían. Con permiso de las primeras Fallas posteriores al Covid, que hicieron que las mascarillas fueran un atuendo más de las vestimentas de los falleros, en esta ocasión han sido otros los complementos elegidos: los chubasqueros, los paraguas y las mantas. Todo ello, con tal de resguardarse un mínimo de esas lluvias constantes, para que las indumentarias no quedaran dañadas y no terminar literalmente chopados.
Desde primera hora de la tarde, las comisiones preparadas para desfilar bajo el manto de la Virgen eran precavidas. Los niños se protegían como podían en los carritos tirados por sus padres, con improvisados impermeables o derivados. Y el colorido de los corpiños y faldas, así como de los chalecos en el caso de los hombres, se alteraba con una gama policromática de los distintos paraguas vistos por doquier.
Sin duda, estos paraguas y los chubasqueros han sido los más demandados en los pequeños comercios o bazares. «Ya no nos quedan más» o «se nos han agotado» eran las frases más repetidas por los dueños al ser preguntados. Tan solo unos pequeños afortunados que no habían venido preparados desde casa lograban el objetivo de hacerse con un bien tan preciado esta tarde.
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Mientas tanto, con la lluvia sin cesar, las visitas a los monumentos han sido menores en cuanto a afluencia de gente. Donde de normal era casi imposible acceder, sobre todo en aquellas comisiones de sección especial, hoy había más facilidades para ver de cerca la majestuosidad de estas obras falleras. Algunas como Convento Jerusalén protegían al 'ninot indultat' con plásticos a modo de impermeable. Mientras, en otras fallas algunas piezas comenzaban a sufrir el deterioro de algunos ninots.
Los beneficiados indirectos de estas particulares circunstancias han sido los bares y cafeterías. Los numerosos visitantes que se lanzaban a las calles de la ciudad en algún momento han terminado dentro de alguno de estos negocios. En aquellos más céntricos, desde dentro de los locales había quien aprovechaba para ver desde dentro la Ofrenda, tomándose un café caliente. Otros decidían hacer un pequeño 'break', para posteriormente seguir su ruta marcada, que en algunos casos tendría que ser acortada. Una cara B de las fiestas, con todos estos ingredientes, que ha marcado estas Fallas.
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