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La paleta de 'Chuky' intenta plasmar de forma natural los colores de cada persona, incluso las manchas de la piel. Iván Arlandis

Los colores de las fallas

La concepción de una obra fallera comienza antes de darle forma en el taller de los artistas. De ahí surge una gama de colores muy amplia y muchas veces imperceptible para el ojo de los visitantes. Diez tonos para simular el tobo de la carne o diecisiete variedades distintas para pintar el ninot de un niño

Jaume Lita y Fotos: Iván Arlandis y Damián Torres

Valencia

Lunes, 6 de marzo 2023, 23:56

Antes de que el artista fallero utilice la brocha, la pistola o el pincel para pintar se desarrolla un trabajo creativo que muchas veces se ... escapa al ojo del fallero, valenciano o turista que admira las fallas del 15 al 19 de marzo. Lo que puede verse como un simple color carne se consigue con «una combinación de diez tonos diferentes», como explica el artista Raúl Martínez 'Chuky', mientras que Sergio Amar lo sentencia desde otro punto de vista: «Yo no reutilizo, cada ninot tiene sus colores propios, aunque la gente vea el mismo azul, por ejemplo». Pintar una falla se concibe como un proceso en el que cualquier detalle merece casi todo el tiempo del mundo, porque es la demostración del trabajo que el artesano desarrolla durante todo un año en su taller. 'Chuky' pinta ninots realistas tras aplicar la técnica del 3D en personas reales y Sergio Amar consigue que una falla marina sea una explosión de color sin caer en los tonos clásicos. La paleta de color de los artistas falleros es tan amplia como se desee profundizar en el aspecto del ninot. En lo que coinciden ambos artistas es que ninguna pincelada se da por dar.

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Raúl Martínez 'Chuky' se ha ido ganando la fama fallera a base de dar forma a ninots súper realistas. Su técnica de escaneado en 3D de cualquier persona da como resultado la figura exacta, pero luego hay que pintarla. El color carne no es una pasada de pintar y sin más se deja secar, no; es el proceso de una combinación de efectos que se consiguen antes de hacer la falla. «Cuando escaneamos a la persona también la fotografiamos muy bien con diversas luces para captar todas las tonalidades posibles». Con toda esta documentación cromática, empieza el proceso: «En mi caso cuento con la ayuda de Toni López, que es pintor, y a cuatro manos conseguimos esos efectos. Nos fijamos en cómo los artistas más clásicos, entre ellos Sorolla, consiguieron plasmar el color carne. Realmente es una suma de diferentes tonos y colores mucho más amplio que el carne simple. En nuestra paleta tenemos más de diez tonos diferentes de color carne para cada pieza y con la combinación de todos ellos vas consiguiendo ese mismo tono que tiene la piel real de la persona que representamos».

Después llegarán los detalles, como las manchas de la piel. Antes de ello, en el taller de Raúl Martínez 'Chuky' se trabajan hasta los detalles que esconde la piel: «Utilizamos grises, verdes o azules para las zonas de penumbra que tenemos en nuestra cara, en esos puntos que son más oscuros pero que hay luz dentro de la sombra». En este tipo de ninots naturales y realistas los detalles adquieren mayor dimensión, porque deben servir para reflejar a la persona escaneada. Es por ello que aparecen posteriormente tonos como el carmín o los rojos para manos, boca o esas zonas sonrojadas de la cara humana, mientras que las venas se consiguen dibujar con verdes y azules. Así se va dando realmente vida a un ninot, porque luego en la calle el espectador puede admirar un trabajo único. No hay otro ninot igual en todas las Fallas de Valencia, porque los colores son exclusivos. La combinación de tonos escogidos en la paleta se basan en el color real de cada persona y con ello se aporta un toque diferente a la fiesta fallera.

Obviamente este trabajo precisa de un cuidado especial. «Intentamos que estos ninots sean los primeros, porque hay que pararse mucho en los detalles y llevan un tiempo diferente al resto y no queremos hacerlo rápido, queremos que tenga el tono que toca para conseguir el efecto deseado. Luego, para el resto de ninots normales tenemos un único tono color carne con el que pintamos todos y ya después matizamos con amarillos para tonos pálidos, sienas o marrones para las sombras y rojos y morados para otros detalles».

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Pero esta rica paleta no se explica únicamente para los ninots realistas. También la encontramos en trabajos muy minuciosos como los que firma Sergio Amar, uno de los artesanos más destacados entre los que hacen fallas infantiles. Sus trabajos son únicos. Cada ninot es único en su tono. Así lo sentencia el artesano: «Tengo bandejas con los colores que va a tener cada figura. No hay dos combinación iguales. Es más, yo no reutilizo colores, aunque después se pueda apreciar como si fuera el mismo. Uso hasta 17 colores diferentes para pintar el ninot de un niño». Sergio Amar aporta ese detallismo a gran escala que necesitan las fallas infantiles para ser precisas y detallistas. Es decir, que si cada falla tiene su propia gama cromática, habría también una singular paleta de colores para cada ninot.

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Sergio Amar empieza a trabajar los colores de sus fallas desde que están completamente en blanco. Nada se escapa al plan cromático que debe seguir cada monumento. «Obviamente tienes ya una paleta de colores que sabes que combinan, pero también debes buscar que su unión aporte potencia y llamen la atención. Así, por ejemplo, pues ponemos morado con amarillo o naranja con morado, incluso azul turquesa con rosa, porque sabes cómo van a quedar». El color viene condicionado por la temática de la falla, pero ahí nace un esfuerzo artístico que se podría resumir en «no caer en los tópicos. En una falla que representas el mar lo fácil es utilizar el azul. Eso nunca falla, pero al final lo que buscas es que tu falla tenga colores vivos, que el todo tenga coherencia cromática, pero no siempre la misma tonalidad», explica el artesano.

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Así se va dando forma a la firma que tiene el propio artista Sergio Amar, que se caracteriza por llenar de detalles cada trabajo que planta en las calles de Valencia. Hasta el más minúsculo está pensado en base al color: «Pinto los pelos de colores, busco que las gamas de los trajes rebajen la tonalidad de la escena, intento aportar notas de contraste para realzar algún punto en concreto». Es en ese momento cuando aparecen elementos que a los ojos de los visitantes pueden ser circunstanciales, pero que el artista pone a conciencia. «Yo no cambio una figura de lugar por un tener un color u otro, sino lo que hago es intentar que los elementos complementarios aporten esas gamas que necesita la escena».

Sergio Amar reconoce el reto. Esta forma de pintar es «muy lenta», pero es la que permite dotar de detallismo cada ninot cuando pasa por sus manos. «Esta claro que la gente va a ver una falla y te fijas en ciertos colores, pero no se muestra el trabajo que hay detrás de cada tono, lo que implica cada detalle en ese punto de la falla».

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Sergio Amar planta trabajos muy cuidados en la sección Especial infantil. Damián Torres

Y por si fuera poco, llegan las nuevas tecnologías: «En los ninots que tienen luz buscas que el efecto de la bombilla se pueda ver incluso con ésta apagada, que sin luz la escena tenga como ese foco que la alumbra. Eso se consigue con tonos y colores que incluso no tienen porqué predominar en la escena», sentencia el artesano con taller en Vinalesa.

Tanto Sergio Amar como Raúl Martínez 'Chuky' coinciden en trabajos detallistas que demuestran que los colores son algo más que simple colorido. La paleta de estos maestros de las tonalidades termina siendo el arma secreta de los artistas falleros para hacer magia, para representar ninots realistas o para hacer pura fantasía de color. Es un trabajo metódico y minucioso que únicamente se desarrolla de puertas para adentro de cada taller, incluso dentro de cada artista.

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Las claves están en los detalles: del ejemplo de la pintura de Sorolla para Raúl Martínez 'Chuky', a la combinación de todos y contrastes para que Sergio Amar consiga una falla uniforme

Esa combinación de colores es la que acaba conformando la identidad de un artesano fallero, la que permite conocer quién ha hecho la falla con una simple mirada, que logra que en un monumento no haya dos azules iguales, que una piel se haya pintado hasta con 10 tonos diferentes, que el verde o el azul forman parte de los colores del cuerpo humano. La paleta es la primera obra de arte de cada falla que se planta en las calles de Valencia.

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