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Las Torres de Serranos, iluminadas con los colores de la Senyera. Iván Arlandis

Crida 2024: dos voces, un corazón y medio susto

María Estela Arlandis y Marina García brillan en un acto en el que se acuerdan de la tragedia de Campanar y terminan abrazadas a lágrima viva

Domingo, 3 de marzo 2024

Las Fallas de 2024 serán las de la unidad. Los últimos hechos en esta ciudad triste -el grave incendio de Campanar- que, como tantas veces, lucha estos días por renacer de sus cenizas auguran unas fiestas singulares pero también como las de siempre, donde la germanor y la solidaridad impregnen casales, demarcaciones y mascletaes. Si la Crida de este domingo en las torres de Serranos sirve como indicativo del mes de marzo que vamos a vivir, será un mes emotivo, capitaneado por dos brillantes falleras mayores, que deslumbraron con un discurso a dúo en el que María Estela Arlandis y Marina García se vieron sobrepasadas por la emoción, sobre todo al final. Demostraron, también, un gran aplomo cuando una salida prendió una palmera cerca de la calle Muro de Santa Ana y los gritos de «fuego, fuego» obligaron a parar el acto. No hubo que lamentar heridos gracias, otra vez, a la rápida actuación de los bomberos.

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Fue un acto emotivo, de primeras veces para mucha gente. Para María Estela y Marina, por supuesto, pero también para la alcaldesa, María José Catalá; y para el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, al menos en sus respectivos cargos. La primera edil dio un discurso corto en el que aplaudió a las falleras mayores por haber estado a la altura. Luego les dio la palabra a ellas y la Crida subió el nivel. Y lo subió muchísimo.

Antes de ellas, tras una tarde de éxitos de los 2000 y pasodobles interpretados por la banda municipal, por primera vez en primera fila y no escondida bajo las torres, hubo un espectáculo audiovisual proyectado sobre las torres que fue ligeramente confuso, con referencias al Turia y a la fiesta que se perdieron en la grandiosidad del escenario. Pero fue tomar la palabra las falleras mayores, las verdaderas protagonistas, y todo cambió. Y cambió porque hasta el momento, las falleras hablaban por turnos, primero una y luego la otra. Pero en 2024, María Estela y Marina se alternaron. La compenetración entre ambas se dejó notar, con gestos constantes de cariño de la una a la otra. Ambas terminaron abrazadas y llorando a moco tendido, emocionadas, transmutadas las dos en repositorios de la tensión y los nervios de una ciudad que ansía por encima de todo volver a sonreír.

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La fallera mayor aplaudió la solidaridad de la ciudad. «Somos una Valencia que hoy, más que nunca, quiere que las únicas llamas presentes en nuestros barrios sean la de una falla el día de la cremà», dijo. «Queremos ser parte de una fiesta que está más viva que nunca, que cuida y respeta las viejas costumbres y tradiciones pero que también sabe dar paso a las más nuevas. Por eso, queremos hacer un pacto con nuestros mayores y mostrar el más firme compromiso de dar continuidad a esta maravillosa fiesta que nos han ofrecido», dijo García, que deslumbró a todos con su saber estar. Una de las frases más aplaudidas fue suya: «Tenemos que conseguir que no quede nadie sin saber qué quiere decir ser fallero ni cómo late el corazón de una fallera».

Puede leer aquí los discursos de María Estela Arlandis y Marina García

Hubo, por supuesto, tiempo para el recuerdo. Lo ocurrido en Campanar es demasiado reciente y la fallera mayor infantil, que es del barrio, se acordó del incendio, como lo hizo el sábado cuando visitó a los bomberos municipales. «Hay que ensalzar la solidaridad y hermandad infinita que ha mostrado Valencia haia mi barrio. Hoy, más que nunca, llevamos Campanar en el corazón», dijo.

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Pero el objetivo era mirar hacia delante, como nos empeñamos en hacer los valencianos cada dos por tres, pueblo el nuestro especializado en la reinvención. «Os invito a abrir de par en par las puertas de nuestros casales, a compartir la germanor fallera con vuestros amigos, vuestros vecinos, con todo aquel que quiera conocer nuestra fiesta, porque la magia de las Fallas hace que nos encontremos a personas que pasan de ser desconocidas a quedarse en lo más profundo de nuestros corazones», proclamó María Estela, que en este punto del discurso ya no quiso seguir haciendo como que no estaba emocionada. Se le rompió la voz pero continuó: «Os invito a llenar de arte las calles, de sátira y alegría, inundemos de luz el cielo en una fiesta que no tiene techo porque ya es Patrimonio de la Humanidad».

La fallera mayor también se acordó del poeta valenciano más universal, Ausiàs March, al recordar uno de sus versos más célebres: «Trobàreu clar que us amaré sense fi». «Falleros y falleras, amemos anto nuestra fiesta que nunca conozca su fin. ¡Al cielo con vuestros estandartes, vuestra señal de identidad, la que os hace únicos e irrepetibles. Coged la mano del fallero de al lado para gritar todos juntos que nuestro momento ha llegado!», indicó Arlandis. En un grito unánime, María Estela y Marina se han fundido en ese grito tan conocido que marca el inicio de la fiesta favorita de cientos de miles de valencianos: «Ja estem en Falles!».

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Ha sido el colofón perfecto a un discurso que no ha sido sencillo, pero en el que tanto María Estela como Marina han sabido mantener la compostura. Cuando llevaba apenas unos minutos de discurso, los falleros más cercanos a la calle Muro de Santa Ana han comenzado a hacer gestos para alertar de que pasaba algo. Aunque al principio parecía que había un problema con el sonido, ha sido la propia María Estela la que ha desvelado lo que ocurría: «Parece que hay fuego». En esta Valencia ligeramente traumatizada, se han vivido momentos de duda, pero lo que había pasado era algo que sucede con una frecuencia elevada en Fallas: alguien había lanzado una salida que había aterrizado en una palmera cercana a la calle Muro de Santa Ana. La llama que ha prendido ha alarmado a todos y la Policía Local ha abierto las vallas para alejar a la gente hacia la plaza de los Fueros, más por miedo a que el terror provocara carreras que a otra cosa. Los bomberos han apagado la palmera rápidamente. María Estela, que ha demostrado un don para la oratoria y el saber estar que ya lo querrían para sí muchos concejales del pleno, ha soltado un «som la ciutat de la flama eterna» y ha continuado con el discurso. Que sean las Fallas de la unidad y de la solidaridad, sí, pero, por favor, ni medio susto más.

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