

Secciones
Servicios
Destacamos
Ni la lluvia ni el mal tiempo han logrado restar fervor a una de las citas obligadas del último día de las Fallas, la visita ... a la Virgen de los Desamparados con su manto ya completo. La devoción de este año tiene un halo especial: el dolor de todo un pueblo por el capítulo más trágico de su historia reciente. «Mucha gente habrá venido a hacer peticiones o promesas. También habrá gente que ha perdido seres queridos en la dana y viene a pedir consuelo», señala Miguel, vecino de la ciudad que se ha acercado con su amiga Ana para admirar la belleza del manto.
Como cada año, miles de personas acuden a la Geperudeta para pedir un milagro. Es el caso de una mujer italiana, cuyo nombre responde a la siglas de O. B. Pegada a la valla, mira el rostro de la Geperudeta y cierra los ojos. Se santigua. Y continúa unos minutos con los ojos cerrados. Cuando termina, nos cuenta cuál ha sido su petición. «Tengo problemas para quedarme embarazada y he venido a tratarme al IVI, por lo que no podía dejar pasar la oportunidad de rezar a la Virgen», explica.
Conocedora de las dificultades que implica la infertilidad, O. B. no duda en poner su esperanza en la Virgen, a pesar de no considerarse una persona religiosa. «Aunque no soy religiosa, soy devota de la Virgen», afirma esta valenciana por adopción, quien asegura que la patrona de Valencia ya respondió a sus plegarias en 2013. «Detectaron un cáncer de pulmón a mi padre y pedí para que se curara y no tuviera metástasis. Y no sólo fue así, sino que ni siquiera necesitó quimio», cuenta O. B., que estuvo durante varios años trabajando como radióloga en la capital del Turia, motivo por el que el vínculo con la ciudad es tan fuerte. «Es la Virgen de los Desamparados por eso acudimos a ella», señala.
Noticia relacionada
María Villamayor, escritora y valenciana de corazón, es una de las miles de personas que se acercan todos los años a ver el manto que cubre a la Virgen, pero para ella, la razón es mucho más profunda que una simple admiración estética. «Venimos a ver el manto, pero sobre todo hay devoción. Yo vengo todos los años y hago una petición», cuenta con cariño pero sin desvelar cuál es su deseo para este año.
Ana y Miguel destacan el «esfuerzo titánico» los vestidores durante dos días de Ofrenda pasados por agua y resaltan la dedicación y entrega que hay detrás del manto de flores. Su visita combina la devoción y la admiración por la belleza que se despliega ante sus ojos. «Hay algo de fe, derivada de tradición también», agrega Ana, reflexionando sobre el esfuerzo colectivo que mantiene viva la tradición. Miguel, por su parte, subraya que este año, marcado por la lluvia y la dana, el acto cobra un sentido aún más profundo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.