ALBA SANTOS / ÁLEX SERRANO
valencia.
Sábado, 9 de octubre 2021
Marina Ballester creció rodeada de hilos y agujas en la mercería de su abuela, situada junto al casal. Ahora, ya la mayor de la corte de honor, aúna ambas pasiones tejiendo nuevas amistades.
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-¿Qué prueba del jurado le ha resultado más fácil y cuál más difícil?
-Más fácil, la primera, que teníamos que inventar una obra de teatro sencillita y luego representamos una película Disney. Fue fantástico, fue la primera toma de contacto y resultó maravillosa. La más difícil es la famosa prueba de los supuestos, que al final es la primera vez que te pones delante de un micrófono, delante de ochenta personas que están mirando.
-¿En qué consiste?
-Subimos a un escenario, sacamos un papel al azar y en él está escrito un supuesto que puede vivir una fallera mayor de Valencia. Te lo plantean y tienes que decir unas palabras.
-¿Qué cambiaría del proceso de selección?
-Cambiaría el jurado. Creo que debería ser más homogéneo. Ahora mismo hay jurados de presidentes, jurados que establece Junta Central Fallera... Creo que Junta debería poner todos los jurados para las preselecciones.
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-Usted es la mayor del grupo.
-Sí, soy yo (risas).
-¿Qué cree que aporta?
-Creo que tengo la madurez de una persona de 29 años por lo que he vivido y la experiencia laboral que he tenido, y por otro lado tengo la vitalidad de una niña de 18.
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-Usted trabaja en distribución. ¿En qué consiste su trabajo exactamente?
-Trabajo en una empresa de ventas de una firma valenciana que se dedica a los regalos. Me encargo de poner esos regalos en los puntos de venta de toda España. Estudié el doble grado de ADE y Marketing; y luego, un máster en 'marketing' de moda.
-¿Cuáles son sus aficiones?
-La costura. Desde hace año y medio estoy apuntada a clases. Me regalaron una máquina de coser y empecé con vídeos de YouTube. En cuanto salimos, me apunté con mi hermana a costura. Mi sueño es algún día poder hacerme mis propios trajes.
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-¿Le viene de familia? Su abuela tenía una mercería.
-Creo que sí. No fui a la guardería, crecí detrás del mostrador de la tienda de mi abuela, rodeada de hilos, telas y alfileres, y creo que eso marca.
-¿Cómo fue el confinamiento?
-Fue duro porque no podía ver a mi familia, pero también divertido porque coincidió con que me mudé con mi pareja y teníamos muchas cosas que hacer.
-¿Tiene alguna receta para reconstruir la fiesta?
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-Creo que algunas sí. En la falla ahora asignamos mesas dentro del casal y de la carpa. Antes no lo hacíamos y creo que ha llegado para quedarse los próximos años porque bajas con la tranquilidad de saber que tienes tu mesa con tu gente.
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