La falla rescatada de la extinción

«Conseguimos su teléfono, le dijimos que queríamos entrar en la falla, y se pensó que era una broma», relata Juan Guixeres, uno de los del grupo. Hasta ochenta personas se apuntaron y consiguieron volver a censarla en Junta Central Fallera. La salvaron cuando estaba a punto de extinguirse.

Diez años después son más de 300 falleros, una de las fallas más numerosas y ahora también una de las más populares del centro de la ciudad. «Al ser un grupo de amigos ligados al colegio Maristas, el boca a boca hizo mucho, los niños animaban a sus padres, los padres a los profesores, y así poco a poco se fueron apuntando; el ambiente es muy sano, de amigos y conocidos del barrio», añade Guixares, ahora presidente de la comisión que ellos mismos resucitaron.

Durante años mantuvieron al presidente de la junta anterior, al veterano que aguantó hasta el final. «Esa vieja junta se integró con nosotros y estuvieron muy agradecidos por lo que hicimos, ahora el presidente, por cuestión de edad, está ya retirado, pero nos sigue felicitando por lo que hicimos, fue muy emocionante para ellos porque la daban por perdida», relata.

Ahora que es una falla popular y que consigue reunir a centenares de personas con un simple concurso de paellas, como el que celebraron este sábado, celebran este año los diez años de su nueva vida. «Nosotros queríamos tener una falla donde tener hijos y echar raíces y lo hemos conseguido, creo que somos como una gran familia y eso nos hará seguir».