Fallas 2015: La reconversión de Nou Campanar

Siete primeros premios de Especial consiguió Nou Campanar desde 2003 hasta 2012. Eran tiempos dorados, un pasado mejor, como cantaba Calamaro. Hace unos meses la comisión estaba en el borde del precipicio existencial. Entonces aparecieron el arquitecto Miguel Arráiz y el artista fallero David Moreno para presentar un proyecto inusual que puede devolver la esperanza a la joven falla y que pretende recuperar el espíritu con el que nacieron estas fiestas. «De partida utilizamos materiales como la madera y el cartón. Estamos muy enraizados en la tradición. Nada de corcho. Y por otra parte, al final las fiestas son del barrio y de gran importancia en el entramado social. Nuestro objetivo es recuperar el espacio público, sin vallas y con acceso libre, cambiando el concepto de pagar por ver las de Especial y que de paso acercará la fiesta a la gente», sostiene Miguel.

Un objetivo que entronca con el principal, el de crear un debate sobre la fiesta. Lo quieren provocar con su monumento y con las actividades paralelas que se celebrarán durante la semana grande y que se alejan por completo de las que hoy en día, inundan las calles de la ciudad. «Hemos organizado debates con el Valencia Vibrant, las charlas con el Ignite, la música y la iluminación serán diferentes. Nosotros proponemos un debate crítico y luego que la gente opine que es lo que importa», explica Arráiz.

Y eso es la 'Ekklesía'. Una falla de Especial y especial. Que se remonta a la Antigua Grecia y a sus ekklesías. Allí se trataban asuntos concernientes con la democracia e incluso mandaban al exilio a algunos de sus ciudadanos. «Hoy los hacemos eurodiputados», bromea el arquitecto, y que conservará el alma de aquello para debatir sobre lo patrimonial, lo físico y lo político. Y la abstracta figura que levantarán vendrá acompañada del 96.000 teselas en homenaje a la antigua fábrica de Nolla y a su palacete.

El mosaico de estructura aparentemente metálica no es una apuesta nueva para Miguel. Este ímpetu por voltear las obras de arte, arrancó en la experimentación hace ahora cinco años. «En mi falla hicimos como un juego, fue un divertimento y luego ya empecé a utilizar un lenguaje con el que me sentía más cómodo, en el de la arquitectura. Yo ni modelo ni pinto, y los trabajos han evolucionando y siempre intentando trabajar con la industria, en 2011 con una fábrica de palés, después con una de molduras para puertas, luego una empresa de cartonaje y esta con una mandriladora, en definitiva lanzando una propuesta nueva», explica Miguel.

El día de la plantà será momento para juzgar lo ejecutado. Gustará a algunos, provocará rechazo en otros, pero seguro que generará el debate buscado. En cualquier caso se hablará de lo creado. Aquí y en otras partes de Europa. Porque esta inversión económica y vital de Moreno y Arráiz guarda aún muchas sorpresas que los autores prefieren mantener en secreto o lejos del alcance de los sesudos periodistas.