![El artista Okuda San Miguel, en la exposición en el Centro del Carmen.](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201803/16/media/cortadas/122716612--624x415.jpg)
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Valencia se ha inundado estos días del fenómeno de Okuda San Miguel, el artista cántabro planta la Falla municipal una semana después de la inauguración de la retrospectiva de su obra en el Centre del Carmen. Las geometrías, los colores y los habitantes del universo del santanderino han calado entre los valencianos.
-Ha sacado un hueco de donde no lo hay para hablar con LAS PROVINCIAS. ¿Le sobrepasa esta popularidad tan repentina en Valencia?
-No, yo creo que me suele pasar, mucho más ahora que estoy combinando esta acción artística con la cantidad de medios interesados y con un documental que estamos rodando. El hecho de tener tablas trabajando en espacios públicos me lo permite...
-La retrospectiva de su obra ha ido pareja a la plantà de la falla municipal, ¿era un encargo conjunto? ¿en qué medida se complementan?
-Vi interesante hacer algo paralelo al monumento porque igual había mucha gente, sobre todo del mundo de las Fallas, que no me conocía y de esta forma tiene la forma de entenderme a través de mi obra anterior. Es una cosa que siempre hacemos cuando visitamos ciudades nuevas y hacemos intervenciones públicas, ya sea en una institución o en una galería.
-¿Cómo surge la idea de participar en un evento artístico tan particular como las Fallas?
-Como casi todo lo que me ha pasado en mi carrera, o de mi propio corazón o de una llamada. En este caso fue lo segundo gracias a Latorre y Sanz. Ellos nos propusieron la idea y a mí me enganchó desde el principio. Primero, porque era efímero, como mis primeras obras (grafitis en la calle) y segundo, por la oportunidad de hacer una intervención pública de las dimensiones con las que la he hecho.
-Valencia es una de esas ciudades nuevas para Okuda, ¿La ha notado rica culturalmente, sobre todo en su campo, que es el arte urbano, o la siente más hostil que otras zonas de España?
-No la he notado hostil para nada. Valencia tiene mucha cultura de calle con nombres locales tan potentes como Escif, Pantone o PichiAvo. Son gente de primer nivel con los que comparto algunos certámenes internacionales, aunque también dispone de una escena muy interesante. Luego está el barrio del Carmen, que tiene una energía muy especial casi única, como Malasaña en Madrid. Me ha tocado vivir estos días allí, además de estar preparando la exposición, y me he quedado encantado.
-¿Da ganas de volver a actuar en Valencia?
-Por supuesto, muchas ganas de volver, incluso para hacer una falla, diseñar unos fuegos artificiales... Yo qué sé, esta fiesta me ha enganchado. De España tal vez sea con la que más identificado me siento.
-Desde la inauguración de su retrospectiva, las redes sociales se han inundado de fotos de gente posando con tu obra ¿Es la nueva forma de consumir arte?
-Bueno, yo creo que las redes sociales son la forma para que mucha gente consuma arte y cultura porque no pueden o porque sencillamente no están interesados. En mi obra en concreto lo veo como una forma mágica de que se consuma cada vez más y más, incluso a nivel internacional.
-Sin embargo, cuenta que su obra tiene mucho de enfrentar la modernidad a las raíces. ¿Cómo ha sido esa relación de su trabajo con esa contemporaneidad tecnológica en estos últimos años?
-Yo me siento un pintor clásico, a pesar de todo. Interpreto en pinturas obras clásicas, aunque le añado ese punto de lenguaje digital a través de las geometrías. El primer bombardeo mediático de mi obra fue la iglesia abandonada que intervine en 2014 y desde entonces mi trabajo se ha multiplicado. Yo vivo cómodo con ese bombardeo, y el lenguaje de mi obra también.
-El 'street art' ha sido una de las grandes plataformas para la contracultura en las últimas décadas. Usted empezó así pero ahora está haciendo una falla para un ayuntamiento, ¿se está institucionalizando el arte urbano?
-Yo no soy representante únicamente del arte urbano. Creo que soy un artista libre y eso es lo que intento representar, por eso puedo trabajar con una institución si me apetece sin necesidad de abanderar nada más que el cambio y la libertad. El arte urbano no se está institucionalizando porque siempre será de la calle, aunque esté pagado por un organismo. El asunto es que sin dinero público o privado no podría hacer un mural en un edificio de 30 pisos como voy a hacer, por ejemplo.
-Haciendo un repaso de su obra, se encuentran obras en formatos muy diferentes, ¿cómo se llega a esa versatilidad?
-Yo creo que cuando se tiene el lenguaje propio tan claro, es fácil extrapolarlo a otros formatos. Además, es la manera de hacer esto divertido: si estuviera todo el rato en mi taller haciendo obras de 1,20 x 1,20 o me hubiera quedado haciendo letras por la calle me hubiera aburrido mucho.
-¿Y ahora en qué dirección avanza?
- Ahora estoy buscando aplicar la escultura a la arquitectura que pueda ser habitable y también me interesa mucho el cine.
-Justo está rodando un documental ahora, ¿de qué trata?
-Es un documental sobre la Fallas, sobre mí y todo lo que nos rodea. Llevamos ya tiempo trabajando en esto, pero aún no hay nada claro de cómo se va a distribuir ni nada. Eso lo lleva Batiste, que es el director. Él y mi manager saben mejor que yo a dónde va, pero seguro que es a buen puerto.
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