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Las Fallas aún no han terminado. Vale, sí, es verdad, que las Fallas de 2026 empezaron con la cremà de este 19 de marzo. Pero ... es que la edición de este año todavía no ha acabado. Es más, a 10.000 y pico kilómetros de Valencia acaban de comenzar. En el momento de escribir estas líneas, a 20 de marzo, en Mar del Plata de hecho están terminando de montar el monumento que no arderá hasta el día 29. Se cumplen, de este modo, 71 ediciones ininterrumpidas de fiestas josefinas en Argentina, al otro lado del Atlántico. La costumbre, cómo no, la exportaron un grupo de valencianos que a mitad del siglo pasado cruzaron el océano en busca de una vida mejor.
«Nosotros somos ya la segunda generación, hay gente de la comisión que incluso son la tercera. Ellos hicieron mucho por la Unión Regional Valenciana, lamentablemente ya tuvimos que despedirlos», recuerda María Sofía Ferrer, vicepresidenta de la institución, de la que su padre (Emilio Ferrer) fue presidente y socio fundador. «Las Fallas son mi vida», señala esta mujer que nació ya en Argentina hace 74 años: «Ya iba en la panza de mi mamá cuando ellos se marcharon de Valencia». En la capital del Turia conserva una hermana, sobrinos, primas, y uno de sus hijos reside en Benidorm. «He ido dos veces a las Fallas a Valencia, una en 1981, y otra más reciente en el programa Volver. Fue una emoción enorme», comenta.
Como lo es para esta comisión de una veintena de personas preparar su falla cada año, manteniendo viva la costumbre que instauraron sus antecesores en 1954. «Entonces la hicieron ellos mismos. Confeccionaron una barraca y un Micalet, completaron la composición con muñecos que representaban a los valencianos que llegaron y otros vertidos de gauchos, que eran los argentinos que los recibieron», indica María Sofía. La costumbre de un grupo de inmigrantes acabó haciéndose hueco en la agenda de Mar del Plata, cuyo Ayuntamiento declaró ya tiempo atrás las Fallas como Fiesta Nacional.
«Obviamente no tenemos el presupuesto de las comisiones de Especial en Valencia», apunta. «Nos financiamos con la venta de buñuelos valencianos en la barraca que tenemos en la plaza de Colón, en el mismo centro de Mar del Plata», señala María Sofía. Durante un tiempo la estuvo elaborando José María Mas, y en los últimos años, de acuerdo con el dinero disponible, varias personas presentan sus bocetos y se elige la falla. Habitualmente, la cremà se programa para el último fin de semana de marzo, pero el calendario ha motivado que en 2025 la Semana Fallera vaya a prolongarse durante algo más de siete días.
«Por temas burocráticos no la quemaremos hasta el día 29, porque para este fin de semana ya había otros acontecimientos programados… pero es que siempre es el último de marzo», precisa María Sofía. En parte mejor, porque va a permitir tanto a los vecinos de Mar de Plata como a ellos mismos disfrutar más de unas fiestas que tienen casi todos los ingredientes de las que se acaban de vivir en Valencia y en las localidades de la provincia: «Hacemos nuestra ofrenda a la Mare de Déu, que está en la cripta de la catedral de Mar de Plata. Es un momento de mucha emoción para mí, en los últimos años me han acompañado mis nietos vestidos de valencianos».
Lo único que no pueden replicar son las mascletaes, pues están prohibidas en la ciudad desde hace cuatro años. Las autoridades locales limitaron cualquier actividad que elevara de forma sustancial el nivel de ruido en favor de los animales y de personas con enfermedades como el autismo. «Lo que sí hacemos son fuegos artificiales, de luces… no es lo mismo, pero tenemos que conformarnos», comenta María Sofía.
Como en Valencia, las Fallas tampoco se limitan a una semana al año. La Unión Regional organiza cada año una paella a la que acuden otras agrupaciones de Argentina, como la de San Juan. También se cocina otra el 2 de mayo, por la Virgen de los Desamparados, en una jornada que se completa con una misa. «También celebramos el 9 d'Octubre y en noviembre, el aniversario de nuestra institución», indica María Sofía: «Tenemos suerte de que los chicos y chicas jóvenes quieran colaborar». Ellos cogerán el testigo para mantener viva la llama fallera en Mar de Plata, donde nadie olvida a ese grupo de valencianos que hace ya camino de un siglo tuvieron que cruzar un océano en busca de una vida mejor.
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