Los valencianos amanecieron mirando el cielo. Con la incertidumbre que siempre generan las nubes grises en estas fechas tan señaladas. Pero ni la lluvia matinal de este sábado, que llegó a amenazar la celebración de la mascletà, pudo vencer a la fiesta fallera. Este ... fin de semana previo a los días grandes representa el pistoletazo de salida para las comisiones, que ya cuentan con sus operativos montados en las calles de la ciudad. Comienzan a poner toda la carne en el asador. El centro de Valencia estuvo a rebosar desde la hora del almuerzo, con charangas haciendo bailar a todo aquel con quien se cruzaban, puestos de comida ultimando su instalación, terrazas abarrotadas, guías turísticos que no dan abasto, restaurantes y hoteles frotándose las manos al rozar el lleno... Sólo el agua intermitente de la mañana, que se intensificó antes de comer, puso algo de incertidumbre e inquietud en la capital del Turia. Pero sólo fue un susto. La maquinaria está en marcha. Y no hay quien la pare. Lo mejor está por venir.
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Queda una semana para que Valencia viva su máximo apogeo. Las Fallas en todo su esplendor se concentrarán a partir del próximo viernes por la tarde y la ciudad se prepara para una llegada masiva de turistas. De nuevo se espera prácticamente un lleno en todos los alojamientos y también los restaurantes de las zonas céntricas. Este año rivalizará con el pasado por llevarse el apelativo de ‘las Fallas más caras de la historia’ ante el considerable aumento de precios que han vivido los alimentos, el aceite y también los hoteles y apartamentos, que no dejan de subir.
En lo que al turismo se refiere, la fiesta se concentrará especialmente entre el 15 y el 17 por la tarde, ya que coincide con el fin de semana y es cuando más visitantes tanto del resto de España como del extranjero van a venir. Los precios de los establecimientos hoteleros están por las nubes para esos días, y eso en los que aún quedan habitaciones disponibles, porque la mayoría ya están completos, sobre todo los más cercanos al centro y los mejor ubicados en la ciudad. Luis Martí, presidente de la Confederación de Empresas Turísticas de la Comunitat, indica que la previsión es que se supere «el 90% de ocupación media en Valencia durante las Fallas». Los precios, apunta, han aumentado un 3% por el IPC respecto al año pasado, cuando ya fueron los más caros vistos hasta la fecha. «Está subiendo todo y pueden ser las Fallas más caras de la historia, por la inflación que ha habido y que los precios altos ya están consolidados», asegura.
El atractivo de la fiesta josefina resulta poderoso. Y este fin de semana ya se ha podido comprobar la tendencia al rondarse el cien por cien en las reservas en algunos hoteles y restaurantes del centro de la ciudad. Los hosteleros encaran una de las épocas más jugosas de todo el año.
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María, gerente del restaurante Vaqueta, no tiene mesas disponibles para este fin de semana pese a contar con una capacidad para 150 comensales y ha tenido que ampliar a tres los turnos de la comida.
«Este fin de semana estamos a tope, con todo reservado para comidas y cenas. Desde el día 8 hasta el 19 tenemos la cocina abierta todo el día. Empezamos el viernes a mediodía con todo lleno», comenta María, quien tiene esta época marcada en rojo en el calendario. Es la de mayor productividad: «Fallas son las fechas más fuertes de todo el año. Del 15 al 19 es una locura. Más que Navidad. No es comparable. Desde diciembre ya nos pedían reservas, pero no las hemos abierto hasta febrero».
En el restaurante Bacco, están de enhorabuena. Su gerente, Nordin, estaba tranquilo pese a la lluvia durante la mascletà. «Desde el viernes hemos notado una mejoría en la reservas, el volumen ha aumentado considerablemente. Nos sentimos muy contentos. Y además se prevé que va a haber más. De hecho tenemos el local lleno. Van a ser unas Fallas óptimas a nivel económico», apunta. Sus clientes se reparten prácticamente al 50 por ciento entre nacionales y extranjeros: «Casi la mitad son extranjeros. Italianos, alemanes, franceses, británicos... Y viene mucha gente de Madrid, Andalucía, del norte de España...».
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Edu y Marta son dos jóvenes de la localidad albaceteña de Almansa que se presentaron ayer en Valencia para pasar el día. Llegaron por la mañana. «Hemos venido sobre todo para ver la mascletà. Las Fallas son muy chulas y llamativas, sobre todo la mascletà. Comemos aquí y volveremos a casa en el tren de las cinco de la tarde», indican mientras compran una ración de churros. No visitan la capital del Turia desde antes de la pandemia.
En el Hotel Plaza Mercado también cuelgan el cartel de ‘completo’. «Este sábado hemos estamos al cien por cien. Hay mucho turismo. La mayoría de los que tenemos son de Italia, Países Bajos...», comenta Eva Santamaría, quien avanza que para el próximo fin de semana ya no queda disponible prácticamente ninguna de sus más de 30 habitaciones.
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Precisamente, procedente de los Países Bajos ha llegado a Valencia Catalin, rumano de nacimiento. Estaba conociendo la capital del Turia dentro de una visita guiada en bicicleta. La lluvia les había sorprendido y habían parado para refugiarse.
«Vinimos el jueves y nos vamos el lunes. Me encanta España. Incluso estuve viviendo en Barcelona durante un tiempo», cuenta Catalin, quien nunca había viajado a Valencia: «Esta es la primera vez. Y me está gustando todo. La comida, la gente, la arquitectura, la historia...». De momento, a la espera de los ninots, se muestra desconcertado con las Fallas: «En la calle veo gente tomando cerveza, mucha música, mucha fiesta... Entonces todavía no sé exactamente de qué se trata. Me parecen muy interesantes los monumentos que hacen los artistas y que se queman al final».
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Ayer, a pesar de que la lluvia amagó con amargar el día a más de uno, el centro de la ciudad vivió un jugoso aperitivo de lo que se avecina para los próximos días. Algunas charangas seguían animando el casco antiguo pese al agua, que sí preocupó a algunos hosteleros que se mantenían pendientes de la clientela que pudiese llegar después del disparo de la mascletà. Fue la parte del día en que cayó con más insistencia. Pero la tregua llegó, precisamente, sobre las 14:30 y la fiesta recobró la normalidad.
Y es que, a la hora del almuerzo, el centro se convirtió en una caldera. Pasadas las 11 de la mañana, decenas de integrantes de la Falla Raval, de Xàtiva, conquistaron la plaza del Mercado a base de color, música y bailes. Ocuparon las escaleras del emblemático recinto gastronómico para cantar y moverse al ritmo de la banda de música que les acompañaba. A su alrededor, numerosos visitantes sacaban del bolsillo sus teléfonos móviles para inmortalizar el ambientazo. «El autobús nos ha dejado en las Torres de Serranos y hemos venido aquí con la banda de música. Siempre nos ponemos en las escalera y cantamos ‘La Amapola’. Veníamos con un poquito de miedo por si anulaban la mascletà por la lluvia que habían anunciado, pero al final decidimos venir. Los músicos al final también nos han podido acompañar. Vamos a pasar el día aquí», comenta Iridiana, miembro de la comisión setabense. Y con las discomóviles a punto, la hora de regreso a casa era relativa: «El autobús vuelve a las dos de la madrugada, pero ya hemos dicho que cada uno haga lo que quiera. El que quiera que vuelva en autobús y el que no, con el tren».
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Muy cerca de Iridiana, se hallaba Sergio Diago, quien hacía señales para que le siguieran los turistas que le acompañan. Forma parte de la Asociación Guías Oficiales Comunidad Valenciana. Y apenas va a tener un respiro a lo largo de los próximos días.
«El fin de semana lo tenemos a tope, tenemos un montón de grupos de franceses, portugueses, italianos... Hay un poco de todo, aunque lo que más tenemos son italianos», explica Sergio. La asociación está compuesta por cerca de 150 guías. Y en estas fechas, toca volcarse.
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«Este fin de semana ya es el primero en que trabajamos todos. No es lo habitual. Estamos a tope. Estamos todo el día. La gente cuando viene nos pide sobre todo visitas de día entero», añade. Y numerosos turistas extranjeros, conforme más descubriendo los entresijos de la fiesta josefina, se muestran incrédulos: «La ciudad les encanta. Y en Fallas lo que más les gusta es el ambiente. Les sorprende la mascletà. Y no entienden que quememos todos estos monumentos y demás porque piensan el dinero que valen y lo bonitos que son. No lo conciben».
Conforme se acercaba la hora de la mascletà, las precipitaciones se intensificaron, vaciando ligeramente las calles y perjudicando a las terrazas menos cubiertas. Pero las ganas de fiesta fallera fueron más fuertes. La gente se apresuró para acudir a las tiendas en busca de paraguas y ponchos o para resguardarse hasta que amainó. Nada iba a estropear la fiesta. Después de que la plaza del Ayuntamiento temblara con el espectáculo pirotécnico de Tamarit, la meteorología se alió con las Fallas y la lluvia cesó para que las calles se inundaran de gente.
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Reina el optimismo. El año pasado fueron las Fallas más multitudinarias porque San José cayó domingo y el día 20 era fiesta en Madrid, lo que posibilitó que hubieran más turistas. En esta ocasión el calendario no ofrece esa posibilidad para el visitante nacional, por tanto es poco probable que se mejoren las cifras globales de cantidad de gente durante todas las Fallas, pero sí puede ser que durante este fin de semana 16 y 17 haya total ocupación. No obstante, Luis Martí destaca que este año está cambiando el modelo habitual, y que los extranjeros están viniendo a Valencia desde el pasado 1 de marzo, cuando comenzaron las mascletaes y el ambiente festivo, y no sólo la semana fallera.
En opinión del presidente de CET-CV, el tiempo que haga en los días de fiesta puede repercutir en «alrededor de un 5%» más o menos de visitantes. Martí destaca que si en Fallas hay pronosticado mal tiempo y lluvia, como ha ocurrido este sábado, sólo afecta a que venga un poco menos de turismo nacional, «que suele decidir que no viene a última hora», pero en cambio los extranjeros «vienen igualmente, porque ya tienen comprados los billetes de avión y planificado el viaje», asegura Martí. No obstante, por el momento la previsión meteorológica para el próximo fin de semana es de temperaturas agradables y días soleados.
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En los portales web de búsqueda de alojamiento en Valencia ya quedan pocas opciones disponibles, y todas a precios altos o incluso desorbitados. Se pueden encontrar apartamentos turísticos en Zaidía por 289 euros las dos noches (15 y 16), en Quatre Carreres por 300 y Benicalap 307 euros. Ahí hay más oferta. Pero en hoteles hay muchas menos opciones disponibles, casi todo está ya reservado. El Hotel Medium es de los más económicos de la ciudad, por 360 euros las dos noches, aunque lo habitual es que superen los 400 euros. Y si buscamos algo en Ciutat Vella los precios se disparan por encima de 600 euros. Incluso si queremos un poco más de lujo, establecimientos de 4 y 5 estrellas, el coste ya se va por encima de los 850 euros.
Pero no sólo suben los alojamientos. También las materias primas, por lo que la factura de ser las Fallas más caras se notará en los restaurantes también. El incremento del precio de los alimentos y sobre todo del aceite, mucho más caro que el año pasado, va a repercutir bastante y se notará en los bolsillos. Aun así, los bares estarán llenos. «Un 80% de los establecimientos ya tienen reservas, y además muchos han preparado una oferta especial para Fallas con menús para estos días», dice Manuel Espinar, presidente de la Federación de Hostelería de Valencia. «Las expectativas son muy buenas. Este año tenemos un fin de semana pegado a San José y eso motivará a gente de otros puntos de España a venir para disfrutar de nuestras fiestas», añade.
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También hay iniciativas originales. Como la que han puesto en marcha dos jóvenes valencianos como Luis Martín Benito y Daniel Pérez. Dos estudiantes de ADE y Marketing en inglés que, a sus 21 años, han decidido aprovechar la fiesta popular para emprender. Han alquilado un local en la calle Ercilla simplemente durante estas semanas para montar un negocio de venta de bebidas fundamentalmente. El cartel no deja lugar a dudas: Bar Fallas.
«Es algo temporal, simplemente para Fallas. Es poco habitual que esté dentro de un local, porque la mayoría de la gente suele montar chiringuitos en medio de la calle. A nosotros nos surgió la oportunidad y dijimos: ‘vamos a por ello’. Y destaca dentro del centro de la ciudad. Llama bastante la atención. Además, es algo bastante familiar», señala Luis. De momento, las sensaciones son buenas: «Hemos dedicado tiempo y esfuerzo y a ver si nos sale bien. Con los pocos ahorros que hemos conseguido, hemos invertido para tener esto».
También resulta curiosa la iniciativa de la empresa jienense conocida por el puesto ambulante de churros Santa Ana. Este año han dado un paso adelante y han incluido, al margen del remolque de bocadillos, uno de kebabs.
«Otros años sólo hemos traído churrería y bocatería. Este año hemos probado con el kebab. Vamos a probar. A ver cómo funciona», cuenta Juan, uno de los trabajadores, mientras termina de montar el puesto.
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La tradición la ponen negocios como la horchatería El Collado. Su actual dueño, Pepe Civera, ha crecido en el emblemático establecimiento, que ha pasado de generación en generación. Observa el agua desde la entrada. «El principal enemigo de la fiesta fallera es la lluvia. Nos viene fatal. La gente se resguarda, no sale a la calle», sentencia. Pero sabe que es algo pasajero y que, en cuanto pare, sus buñuelos con chocolates volverán a conquistar estómagos.
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