La lluvia no frena la energía fallera en Valencia

Desde primera hora de la mañana el cielo avisaba. Después de que el sol asomara el sábado de plantà, y permitiera a falleros y artistas terminar con las tareas de colocación de monumentos en sus demarcaciones, este domingo la lluvia ha estado presente en Valencia de manera intermitente. Pese a ello, las calles de la ciudad han vuelto a llenarse de gente. Valencianos y visitantes han escogido el paraguas como el complemento más utilizado.

En el barrio de Ruzafa, durante las primeras horas de la mañana, la gente incluso se animaba a descansar en las terrazas y empezar a beber cualquier cosa durante el domingo. Las mareas de viandantes se acumulaban en las calles Cuba y Sueca, donde las dos fallas de Especial que descansan en el barrio sirven de atracción principal estos días. Con el comienzo de la lluvia, la gente no ha dejado de dar vueltas observando las fallas ya plantadas. De pronto, los paraguas han comenzado a invadir las calles. De hecho, era habitual ver choques de paraguas entre los viandantes, pues si ya es complicado pasear por las estrechas calles de la ciudad llenas de gente, los paraguas entorpecían todavía más la marcha.

Lo mismo ha ocurrido por toda la zona centro, donde ubicaciones como Convento, plaza del Ayuntamiento o los alrededores de la plaza de la Reina se veían completamente llenas. La masificación no ha sido igual que el sábado pero era evidente. La lluvia ha afectado, pero no ha hecho mella. Conforme nos acercábamos a las dos del medio día el sol ha vuelto a salir.

Las manadas de gente se han trasladado, una vez más, al metro de la ciudad. La llegada hasta la zona centro, con multitud de calles cortadas, se hace prácticamente inviable con vehículo personal. Desde el Ayuntamiento de Valencia se promociona el uso del transporte público y mucha gente escucha las recomendaciones. Sin embargo, los paros parciales en MetroValencia y el aumento de la afluencia han vuelto a generar escenas de saturación en muchos de los trenes y estaciones.

Durante las primeras horas de la mañana, las paradas en zonas alejadas del centro como en la avenida de Aragón no presentaban imágenes especialmente densas. Sin embargo, conforme uno se acercaba a los alrededores de la estación del norte la situación era bien distinta. El pasadizo subterráneo de la parada de Bailén era como un desagüe de personas que llegaban a la ciudad. Del mismo modo, la parada de Colón estaba vigilada por decenas de trabajadores, encargados de guiar a los pasajeros para no saturar la estación, así como ordenando la entrada y salida de los vagones. La parada de Xàtiva no ha dejado de escupir gente hasta el medio día, cuando cierran la estación durante dos horas cuando se acerca el momento de la mascletà.

Pese a los parones parciales, la saturación ha sido semejante a la de años anteriores. Muchos escogen el metro como manera de moverse por la ciudad y es evidente que la infraestructura se queda corta para el nivel de demanda. La reducción de la frecuencia al 75% agrava todavía más una situación complicada, sobre todo en las horas más cercanas al medio día, donde la gente pretende llegar con tiempo para coger un buen sitio con el objetivo de disfrutar de la mascletà. Dicha saturación, sin embargo, no ha afectado a la EMT. Las líneas que circulan por el centro circulaban con mucha gente, lo habitual en estas fechas, pero las paradas no presentaban excesivos síntomas de espera o densidad.

Tampoco los parones convocados por el sector del taxi se han notado especialmente. Pese a que es difícil tener acceso al servicio por la huelga, no ha sido frecuente ver esperas de pasajeros en las paradas o en las calles.