El acto de la Crida que ha abierto las puertas de la ciudad a las Fallas de 2025 marcará un antes y un después. El ... concejal de Fallas, Santiago Ballester, ya dijo que prometía que iba a ser un evento 100% valenciano, enraizado en las tradiciones y para dar un sentido profundo a la Crida con un ADN fallero y no se equivocó.
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La presencia por segundo año de la Banda Sinfónica de Valencia en una zona visible y con mejor sonoridad fue un acierto y, además, este año se superó al combinar los pasodobles con los bailes en directo de Les Folies de Carcaixent. Muchos fueron lo que disfrutaron de los pasodobles, que pusieron un acento marcadamente valenciano al acto y que no lo desvirtuaron, en lugar de la música electrónica o de orquesta de años atrás, un sonido que gusta también mucho a los valencianos pero que tiene una mejor cabida en una verbena que no en un acto protocolario como el de la Crida. Eso sí, también hubo público que pensó que quizá se interpretaron demasiadas piezas.
La entrada de este grupo de danza en el escenario, con farolillos en medio de la penumbra, al son de la petición de 'una estoreta velleta para la falla de Sant Josep' fue un guiño que captó la atención de los más de 80.000 falleros y visitantes que se congregaron en el entorno de la plaza de la Crida y las Torres de Serrano y también sirvió de reconocimiento a la chicalla que participa cada año en el 'Cant de l'estoreta' de la plaza del Árbol y de Blocs Platja, en el Marítimo.
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Esta tradición se fusionó sin estridencias con los bailes aéreos de la compañía alicantina Sylphes Aerial Ballet, cuyas ocho integrantes sobrevolaron al público de la plaza con sus coreografías en las alturas. Esta parte también fue muy visual, por el movimiento armónico de las integrantes y por la correcta iluminación de las Torres de Serranos, que destacaban todo lo que sucedía bajo la luna de Valencia.
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El público también dio su beneplácito a la parte vocal de la actuación, ya que muchos se quedaron sorprendidos del arreglo que se hizo de la pieza de 'El Fallero', con una 'Rapsodia Fallera' donde las voces blancas de la Escolanía de la Virgen de los Desamparados de la Basílica maridaron a la perfección con las voces de los cantantes Lorena Calero y Gonzalo Manglano, voces reconocidas del panorama nacional e internacional. Y todo ello se fusionó con impactos de artefactos pirotécnicos que fueron destacando los momentos cruciales.
La misma Lorena Calero, que ha protagonizado títulos de teatro musical como Jesucristo Superstar, Jekyll & Hyde o Los Miserables y que ahora participa en el espectáculo 'Gypsy' dirigido por Antonio Banderas, dijo que para ella, como valenciana de Mislata era un «regalo' poder poner voz al espectáculo de la Crida y precisamente eso es lo que fue para el público, un regalo fusionado con la imponente voz de Gonzalo Manglano y la versión ofrecida por la Escolanía.
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El director de estas voces blancas ya comentó días antes de la Crida que la Escolanía había participado en conciertos del Palau de la Música y en la ópera del Palau de les Arts y reivindicó que estas voces son muy versátiles y que pueden dar mucho juego y razón no le falta.
De igual modo, fue un acierto la voz de la actriz de doblaje valenciana, Pilar Martínez, que dio paso incluso a la llegada de las falleras mayores de Valencia, Berta Peiró y Lucía García, y sus respectivas cortes.
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Del parlamento de la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, y de los discursos de las falleras mayores de Valencia 2025, todo el mundo coincidió en señalar que fue muy importante que empezaran acordándose de las poblaciones y fallas afectadas por la dana. Las frases de ánimo para ponerse todos en pie en la reconstrucción y para agradecer el trabajo voluntario de las fallas de Valencia animaron a los presentes y el discurso al alimón de Berta y Lucía gustó mucho. Muchos destacaron que es una manera de hacerlo más dinámico y sin repeticiones.
Si todo esto engloba lo mejor de la Crida, hay aspectos que son mejorables de cara al futuro para llegar a la mejor Crida posible. Así, por ejemplo, la presencia fue tan masiva, que las comisiones de falla que no pudieron llegar a la plaza de la Crida y se quedaron a la altura, por ejemplo, de la calle de Conde de Trenor, no llegaron a escuchar a la perfección el espectáculo. Aunque este año se había reforzado el tema del sonido, a estos puntos más alejados les faltó un poco más de potencia.
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El año pasado ya se exploró la fórmula de poner controles de acceso policiales para evitar el consumo masivo de alcohol y este año se había reforzado con uno más. En general, sirvieron para transmitir el mensaje de la Crida es un acto protocolario y no un botellódromo. Se registraron mochilas, se pidió a la gente que depositara las botellas en contenedores de basura que se pusieron en la zona. Eso es verdad, pero también hubo gente que se escabulló o burló los registros y consiguió entrar con vasos y hasta cubalitros.
Es sin duda, algo en lo que se ha mejorado, progresa adecuadamente, pero todavía hay margen de mejora y se puede seguir buscando la excelencia, ya que hubo hasta algún representante fallero que recriminó a las autoridades que pasaran ante ellos tres personas con cubalitros en mano. Incluso algunos asistentes escondían los vasos debajo del forro polar para disimular y llegar a la plaza de la Crida.
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Otro aspecto a mejorar es de la venta de alcohol una vez pasado el primer control policial. Y es que fueron varios los asistentes que, una vez que les requisaron la bebida en un primer punto de control, pudieron acercarse a una tienda de conveniencia donde pudieron comprar nuevamente bebida para seguir la fiesta.
Buena prueba de que esto puede mejorar es que al terminar la Crida, el suelo estaba lleno de residuos y, entre ellos, no faltaron las botellas de plástico y latas. Falta profundizar en la labor de concienciación para que la Crida sea un espacio libre de alcohol y también de basura.
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También se pudo ver a algunas personas orinando dentro del mismo recinto de la Crida. Por ejemplo, una joven no dudó en bajarse la ropa y orinar ante los presentes, sin importarle que quedaba todo a la vista y ante la presencia de menores.
Y también entre el público se quejaron de que las pancartas que algunas comisiones o colectivos llevan para animar a falleras restan visión del espectáculo y pueden ser foco de conflicto. De hecho, algunos tuvieron que silbar para llamar la atención a los portadores para que las retiraran y dejaran ver el acto.
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Las salidas de evacuación, una vez terminó el acto, se vieron un año más comprometidas ante la masiva presencia de público, ya que no había dirección única y había gente que quería ir de un extremo a otro y atravesaba puntos muy concurridos, algo que se superó con paciencia y educación.
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