«Esto es una mierda», así se despide Paquita, la fallera que hacía el mejor chocolate

Y cuando lanzaba ese latiguillo, lejos de mostrar enfado, lo hacía de tal forma que nadie se lo tomaba a mal. Y de hecho, más de uno y una «le picaba» cariñosamente para que soltara su «esto es una mierda». Mujer de carácter, heredado según dicen sus hijos José Vicente 'Pepito' e Iñaki, del abuelo paterno, Enrique Climent, o el 'iaio' Cli como la xicalla lo llamaba en la comisión, Paquita era un pilar clave en esta falle del Sector Olivereta. Al pie del cañón ha estado prácticamente sus 82 años de vida, «en la sombra», constante, dedicada, huyendo del protagonismo que ahora está teniendo y que sus hijos aseguran que rehuiría. Se la quería tanto porque era muy cariñosa, no se metía con nadie ni criticaba por la espalda.

Paquita era todo en la comisión. De hecho, toda la familia está muy implicada en ella: su marido Pepe Real -más conocido en la falla como Pepe 'el negre'-, los tres hijos de Paquita, su hermano Enrique, los primos... Son los 'veteranos' de una falla que ya pasa de los 300 miembros. A ella llegó de joven Paquita procedente de otra, la comisión de la falla Luis Oliag, puesto que inicialmente la familia Climent Pérez vivía en la Fuente de San Luis. Al trasladar su residencia a la zona de Virgen de los Desamparados, en Tres Forques, se vinculó a la falla Santa Cruz de Tenerife, unión que duró hasta sus últimos días. La falla, mejor dicho, los miembros de la falla eran su familia, y lo sigue siendo para su marido Pepe y sus tres hijos, Pepito, Iñaki y Jorge. Un falla de la que el 'iaio' Cli fue uno de los fundadores, y en la que los miembros de esta familia han ejercido cargos de responsabilidad durante casi dos décadas (8 años el padre, 1 Pepito, 5 Iñaki y 2 años Jorge). «Y Paquita aguantando...», sufridora, sabedora de los sinsabores que da estar al frente de una comisión y lidiar con opiniones diversas.

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Ella prefería trabajar lejos de los focos, por eso no quiso ser fallera mayor de la comisión. Pero ocupaciones no le faltaron. Siempre estaba dispuesta a echar una mano. Desde la organización de funciones de teatro, en las que también participaba, hasta talleres de pintura, paellas, excursiones... y la xocolatà tradicional del 19 de marzo. Durante muchos de los años venideros los miembros de la comisión echarán de menos ese chocolate, el que ha hecho durante casi medio siglo, «el mejor del mundo», recordaba la fallera mayor de este años en los actos de celebración de San Juan, el pasado fin de semana, cuando ya había fallecido Paquita. Mandaba un saludo a la familia Real Climent y lamentaba que estas Fallas ya no podrían saborear esa dulce bebida. Paquita, que ponía a disposición de todos su saber hacer con la máquina de coser y arreglaba trajes y cosía blusones, todos los años confeccionaba un delantal para las falleras mayor e infantil con sus nombres grabados para que pudieran tomarse tranquilamente el chocolate sin miedo a manchar sus trajes.

Ama de casa, le gustaba pintar en tela y pasar tiempo en el camping municipal de El Saler, al que la familia acudía frecuentemente durante dos décadas hasta que fue desmantelado. Pero su gran afición era «la relación de familia con toda la gente de la falla», que siempre tendrán vivo el recuerdo de Paquita.