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Ofrenda de las Fallas 2021 | Los falleros se reencuentran con la Virgen

La Ofrenda recuerda a los ausentes

Los fallecidos por la pandemia marcan el primer día de paso de las comisiones por la plaza de la Virgen | La primera jornada se celebra sin retrasos en el horario establecido y con las dudas por la posible falta de flor para completar el manto

m. guadalajara / j. Marrahí / l. soriano

Viernes, 3 de septiembre 2021

La 'Meditadora' lloró por la tormenta en las Fallas de la pandemia y ayer en una plaza sin aplausos ni vítores, las lágrimas silenciosas llenaron los rostros de los devotos que volvían a mirar a los ojos a la Mare de Déu, dos años y medio después. Su imagen les devolvió el recuerdo de los que ya no volverán a verla, y así el primer día de la Ofrenda estuvo marcado por la ausencia de los fallecidos por el virus.

La tarde se presentaba calurosa, pero nada parecía importar a los primeros falleros que pisaban la plaza de la Virgen. Los sectores Pla del Remei -Gran Vía, Campanar, la Roqueta - Arrancapins y Benimamet- Burjassot fueron los primeros en estrenar el cambio de recorrido de este año, ya atípico, al que se sumó las modificaciones debido a las obras de la plaza de la Reina y del entorno del Mercado Central y la Lonja.

Si las concentraciones de los falleros se hicieron en la calle Quart con Guillem de Castro y en la calle del Mar, las entradas fueron, en lugar de por la calle de la Paz y San Vicente, por la calle del Mar, hasta llegar a Avellanas, por la que desfilaron pasando por la Almoina;y por la calle Quart, siguiendo por Caballeros y plaza de Manises. Este año, se ha tenido que retrasar el cadafal de la imagen de la patrona para que desde la calle Caballeros los falleros puedan verla.

«Recuerdo a mi madre que falleció este año y ella era muy devota, estoy muy emocionado porque ha sido una época dura para la familia la verdad», dijo un fallero veterano de la comisión, Maestro Rodrigo-General Aviles, una de las primeras en reencontrarse con la Mare de Déu.

Los llantos se sucedieron entre las falleras mayores, una de ellas Carolina, de la falla El Pouet de Campanar, no pudo dejar de llorar desde su entrada. «Fallecieron mi madre y mi tío, eran dos personas muy importantes, no sólo para mí sino para esta falla de la que eran fundadores y en un año así es complicado porque te acuerdas mucho de los que ya no están, estamos aquí por ellos, por los que ya no podrán volver, y estamos intentando seguir adelante poco a poco».

Volver a volver, esa era su esperanza que guardaban los falleros y devotos, como Maria y Mercedes que pasaron agarradas de la mano ante los pies de su patrona. «Desde que supimos que habían Fallas estamos nerviosas por la llegada de este día, ha sido emocionante volver a vivirlo y aunque no sea como siempre este sentimiento sigue ahí, sigue dentro de nosotras», decían las dos jóvenes amigas.

«Es una maravilla poder estar ante la Virgen después de dos años esperando», celebraba emocionada Patricia, de Maestro Gozalbo, quien pidió a la Mare de Déu quedarse embarazada. La joven Yael, a su lado, de la misma comisión, presentaba una súplica: «Seguir viendo cada año a mi abuela Carmen, de 91 años. Que siga con salud y que la pandemia no se la lleve».

Fueron muchos los agradecimientos a la patrona simplemente por la vida. Por no haber enfermado. Por el tesoro de la salud. Por poder seguir mientras miles se han ido. Entre lágrimas, la fallera Carmen Fernández lo resumía y celebraba así: «Le he querido dar gracias por estar vivos a pesar de todo».

Las flores blancas empezaban a cubrir ya una parte del manto de la Virgen, la delantera, mientras por detrás reinó el color de los ramos que llevaban las falleras mayores de las comisiones.

Después de tantos meses de espera, los vestidores de la Geperudeta se encaramaban al fin a lo alto para dar forma al manto de flores. Medio centenar, con edades comprendidas entre los 18 y los 70 años, de nuevo encaramados por la devoción fallera. Y entre ellos, Quique Bosch, al que el virus postró durante 20 días en un hospital y ha dejado serias secuelas por las que sigue de baja. «Cansancio, falta de aire, pérdida de memoria… Este año, por primera vez, no puedo subir por la fatiga y coordino desde abajo».

Su voz se trunca y sus ojos se empañan al exponer sus sentimientos. «Pues… Agradezco a la Virgen seguir vivo… poder estar aquí… vestirla un año más, aunque no pueda subir como antes».

Ante la menor afluencia de ramos (en un año normal llegan alrededor de 70.000), el cap de colla de los vestidores, Rafa Chordá, estimaba que el manto de flores iba a acabar ayer a un tercio de su extensión. «Confiamos en que el sábado, al ser una jornada de ofrenda más larga, lleguen más ramos. Si no, improvisaremos alguna solución. O los espaciaremos más o completaremos con las flores de cestas».

Blanca, de 18 años y miembro de Felix Pizcueta-Cirilo Amorós-Ruzafa, confesó sentir «muchísima emoción y nervios». Suplicó a la Virgen «por su familia, para que siga teniendo mucha salud y para que se acabe esta situación y que pronto podamos tener una semana de Fallas en condiciones», dijo la joven fallera de la comisión.

Carmela Puchol es fallera de Almirante Cadarso-Conde Altea y médico. «Como sanitaria, mi primera plegaria ha sido que nos deje por fin esta pandemia. Ahora estamos mejor y el mundo fallero estamos dando un ejemplo de responsabilidad», valoró

Las canastillas de flores, de hasta cuatro metros de altura, comienzan ya a llenar la plaza. Las trajeron hombres y mujeres como las falleras de Espartero-Gran Vía Ramón y Cajal. «Por primera vez la hemos entrado mujeres», celebraba Celia Barberá tras fotografiarse con sus ocho compañeras de la comisión, entre ellas la veterana Perdestinación López, de 85 años. «Nuestro mensaje en el corazón ha sido y es siempre de agradecimiento, y este año por estar vivas», resaltó. «Me siento orgullosa, no dormiré de la emoción», auguró esta anciana de la comisión.

Una pareja mayor camina cogida del brazo. Media década de matrimonio a sus espaldas. Enamorados y fieles a la Virgen. Él sostiene un ventilador portátil. Son veteranos fundadores de la Falla de Beniferri, Asunción y Enrique, de 73 y 72 años. «Hemos dado gracias por tantas cosas... Recientemente he pasado tres operaciones. Mi hijo, mi marido y yo. De cáncer», recuerda entre lágrimas. «Estamos en tratamiento y revisiones pero vamos adelante». Y es que, como zanja Consuelo Estrañana, de la comisión de la Plaza La Tenda de Benimàmet, «Amparito es Amparito, es nuestra madre». «Después de dos años sin venir a hacerle Ofrenda, esto es lo mejor que nos ha podido pasar a todos los falleros de Valencia. Yo hasta le pedía perdón por no venir antes. La adoramos y ella nos va ayudar, porque es así, y nos quiere a todos en esta tierra».

La primera jornada de la Ofrenda a la Virgen, la más emocionante, la falta de público facilitó el cumplimiento del horario de paso, por lo que al cierre de esta edición estaba previsto que pasara en hora la fallera mayor infantil de Valencia, Carla García, junto a su corte de honor.

«El virus me arrebató a mis padres en tres días, por ellos pido a la Virgen»

Inma Guinea, de la falla Almirante, eleva rezos por sus progenitores: «A ella se va con lo malo y lo bueno, es mi otra madre»

Inmaculada Guinea sentía que sus padres le acompañaban ayer a la Ofrenda. A pesar de que ya no están por culpa de la maldita pandemia. Con 53 años, sevillana de nacimiento y afincada en Valencia desde los cinco años, la fallera de Almirante Cadarso-Conde Altea perdió a sus progenitores en marzo del año pasado. Un doble dolor con una diferencia de sólo tres días. Ella, óptica, en Valencia. Él, ingeniero industrial jubilado.

«El virus me arrebató a mis padres con sólo tres días de diferencia. Por ellos pido hoy a la Virgen», reflexionaba horas antes de iniciar su ofrenda más emotiva. «Se contagiaron a la primera. Fueron a Ibiza y, al volver, se encontraron en el aeropuerto con valencianos de regreso del partido de Milán y creemos que fue allí donde se infectaron».

Inma sigue el testigo fallero de su madre. «Fue miembro de la corte de honor infantil en 1950. Estuvo en Mercado Central, Bachiller, Alemania y Almirante Cadarso, falla con la que salimos juntas a la Ofrenda desde 2008».

Ella siente que tiene «otra madre», la de los Desamparados. «A la Mare de Déu se va con lo malo y con lo bueno, a contarle nuestras penas y alegrías, como haría cualquiera con su madre». Según expuso por último, «también le agradezco que el dolor en la familia no haya sido aún mayor, pues mi hermano y yo nos contagiamos y él pasó varios días ingresado en un hospital».

«Vamos a la Ofrenda para rendirle homenaje porque era devoto de la Mareta»

El hijo y nieto de Emiliano Arocas lamentan su fallecimiento por Covid y llevan flores a la Virgen en su nombre

El primer día de Ofrenda ha sido emotivo para Emiliano Arocas Fernández y su hijo de 16 años, Hugo Emiliano, ya que en marzo el Covid segó la vida de Emiliano Arocas Correcher, padre y abuelo de estos falleros. No habían pensado vestirse de gala para ir a la Ofrenda, ya que están muy dolidos, pero ayer sí decidieron acudir para hacer su particular homenaje y desfilaron con su comisión, Náquera-Lauri Volpi de Burjassot junto a la viuda, Mercedes Fernández, las otras dos hijas Merche y Nuria y otro hijo José, que portó el número de la falla a la plaza para entregar a la Junta.

Como explica Emiliano, «hemos ido a la Ofrenda porque es nuestra manera de rendirle homenaje. Tenía mucha devoción a la Virgen y hemos venido a traerle flores. Mi padre era el primero de la falla que entraba en la plaza de la Virgen para entregar a la Junta el número de la falla».

El patriarca fue directivo de la agrupación de Burjassot. En su comisión era vicepresidente y se encargaba de archivo, fotografía y también era muy activo en el montaje del belén.

Ricardo Zorio, presidente, afirma que «ha sido una gran pérdida y en el barrio hay varios vecinos, que fueron falleros, y que también han fallecido por Covid. Dedicamos la Ofrenda a todos» y añade que «aunque somos 400 falleros este año, por el Covid, hay gente que ha preferido no vestirse y asistimos medio centenar».

«Iremos con un crespón en el estandarte porque le echamos de menos»

La falla Cuba-Puerto Rico dedica los premios logrados a los fallecidos en la pandemia y en especial a López Andújar

Los falleros de Cuba-Puerto Rico echan mucho de menos a Carlos López Andújar, fallero de la comisión de toda la vida que falleció por Covid en enero de este año. Cabe destacar que Carlos fue varios años presidente de esta comisión de Ruzafa y vicepresidente de la agrupación.

A pesar de que de profesión era Ingeniero Técnico Industrial, era un referente en la agrupación, porque fue el hombre de confianza para realizar las fotografías de las falleras mayores.

Este valenciano de 55 años era un gran amante de las fallas y siempre estaba dispuesto trabajar y arrimar el hombro en pro de la fiesta, tanto desde cargos como delegado de sector, como en la agrupación o como secretario de la delegación de Patrocinios de la Junta Central Fallera.

Como explica la presidenta de esta falla, Beatriz Aspas, «desfilaremos en la Ofrenda con un crespón negro en el estandarte porque le echamos mucho de menos. Era una persona muy cercana, trabajadora y con buen humor». Esta comisión, referente en la iluminación de calles, ha logrado en infantil el sexto premio en la quinta sección; el mejor ninots de sección; el primer premio en grandes en sección tercera C; mejor ninot de sección y el primer premio de Ingenio y Gracia y «lo dedicamos a todas las personas que nos han dejado en la pandemia y especialmente a Carlos López», indican Aspas y el fallero Moncho Cebriá.

«Era fallero de honor y vivía muy intensamente pasar por la Mare de Déu»

El vicepresidente de la falla perdió a su tío por coronavirus y meses después a su padre por otra enfermedad

En 'El Quarantahuit' echan de menos en un día como hoy a Vicente José Sánchez, fallero de honor de la comisión y tío de Miguel Miñana, vicepresidente de la falla. «Realmente era fallero de honor porque para nosotros era un año muy especial, él tenía el vínculo con la falla por mi, porque era mi padrino y estábamos muy unidos», relata Miñana. Vicente vivía justo enfrente de donde se planta la falla y aunque no formaba parte de la comisión, era uno más en el casal. «No faltaba a las paellas, venía a tomarse algo, o a las mascletaes pero sin duda lo que adoraba era el día de la Ofrenda, la devoción principal que él tenía era a la Virgen, y mi tía sigue teniéndola, las Ofrendas las vivía muy intensamente», comenta. Hoy a la comisión le toca volver a la Virgen pero lo hace tras un año muy duro, sobre todo para Miñana, que también tuvo que lamentar, pocos meses después de la muerte de su tío, el fallecimiento de su padre tras sufrir un trombo. «Volver a pasar por la Virgen es muy duro para mi, han sido dos años duros, mi padre también era fallero de honor de la comisión y a nivel personal pasar por la Virgen va a ser complicado pero hay que hacerlo, vamos toda la familia, en un año en el que mi hija es fallera mayor infantil, mi hijo es presidente infantil y pediremos por ellos», asegura Miñana que irá acompañado de su mujer y su tercera hija.

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