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Son muchos los pirotécnicos que han paseado su arte por todo el mundo poniendo a Valencia en el mapa, pero ahora que hay vacas flacas, por culpa de una crisis sanitaria, estas empresas están perdiendo mucha mecha.
Y es que si bien los artistas falleros han podido ir trabajando, ampliando escenas o preparando los diseños de 2022, la realidad es que los pirotécnicos llevan once meses sin iluminar el cielo, salvo el apoyo ofrecido por las diputaciones de Valencia y Alicante con 'Torna la llum'.
A esta situación se añade la progresiva pérdida de manos expertas que están comenzado a sufrir. Más allá de los trabajadores que están en Expediente Temporal de Regulación de Empleo (ERTE), se están quedando sin expertos que han acabado contrato o se han quedado en el paro y han cambiado de sector.
Entre los profesionales que, con dolor de corazón, han tenido que buscarse el sustento fuera de la pólvora por la pandemia se encuentra Óscar Cerdá. Llevaba seis años con Reyes Martí. «Cuando vi que se cancelaron las Fallas y vino el parón de la actividad, se finalizó la temporada y tuve que buscar otro trabajo», detalla. Afirma que «con la que está cayendo, he tenido la suerte de encontrar un puesto en un almacén de naranjas de Chilches».
Explica que en el futuro «me gustaría volver a la pirotecnia porque desde pequeño me gusta la pólvora y conocí a Reyes Martí y a su hijo y me dieron una oportunidad». Añade que el proceso que más le gusta es la fabricación y disfrutar de los disparos de las mascletaes nocturnas.
Otro caso es el de Javier Verdú, que ha trabajado en Fuegos Artificiales del Mediterráneo. Tras el confinamiento «volvimos para acabar unos pedidos y luego ya no nos dejaron entrar en ERTE y fui al paro». En este tiempo de desempleo tuvo una tarea ocasional en una empresa de material de construcción, luego viajó a Chile para preparar la Nochevieja «y a falta de nueve días, suspendieron los espectáculos». Detalla que «algunos compañeros se han ido a trabajos de mantenimientos, instalación de alarmas o con el camión y es un éxodo de expertos que no vuelve».
Él lleva 15 años en el sector y quiere regresar cuando vuelvan los espectáculos. Y añade que «veremos de dónde sacan tantos disparadores para hacer las mascletaes de las fallas de barrio». Reconoce que «la pirotecnia es uno de los pilares del Patrimonio Inmaterial, pero no han dado ayudas».
Otro caso distinto es el de Diego y Javi Nadal, dueños de la pirotecnia Nadal-Martí. «La empresa la fundó mi bisabuelo en 1934. Hace doce años hubo una mala racha, pero la empresa estaba recuperándose y justo ahora viene la pandemia, hemos tenido que hacer inversiones para adaptarnos a las exigencias de seguridad y hay que empezar a devolver ICOs. Se ha juntado todo», según Diego Nadal.
En lugar de quedarse de brazos cruzados, cuando empezó el confinamiento encontraron trabajo de mantenimiento en un gran hipermercado. En octubre lo dejaron para hacer las reformas pendientes en la pirotecnia y volverán a trabajar de mantenimiento porque en la pirotecnia «no se ve marcha y en verano veremos».
En pirotecnia Europlá, su copropietario y gerente, Quico Martínez, señala que «el tiempo de parón en el trabajo me ha posibilitado el desarrollo de una división de negocio nueva en el campo de productos de salvamento marítimo que he desarrollado para una empresa de Suecia». Reconoce que antes de la pandemia «ya tenía decidido traspasar el día a día de la pirotecnia a otros miembros de la familia. A mí me tienen para consultarme cuando quieran».
Quico Martínez, además de buscar otras líneas de trabajo, se define como un «estudiópata» y si bien antes de la pandemia ya había cursado un máster de Derecho y Aduanas por la Universidad de Barcelona y un Corporate MBA por ESADE, ahora está centrado en proyectos de consultoría, aduanas y los estudios del grado de Economía y empezará el doctorado el año que viene.
Estudia 11 horas al día, además confiesa que le gustaría «ayudar a chavales emprendedores en la creación de sus proyectos de empresa, internalizacionalizarlos y evitar que cometan los errores que yo cometí en el pasado». Por si fuera poco, cuenta con dos especialidades en Filología, habla inglés y francés y tiene el título de profesor de piano y fue alumno de la compositora castellonense Matilde Salvador.
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