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Florista arregla ramos de claveles rojos antes de conocer la noticia de la cancelación de las Fallas. j. signes
Floristas, pirotécnicos y artesanos temen un desplome de encargos

Floristas, pirotécnicos y artesanos temen un desplome de encargos

Los colectivos auguran en julio recortes en los pedidos de las comisiones y creen que no tendrán ganancias previas para suministro

MAR GUADALAJARA

Viernes, 13 de marzo 2020, 00:37

Valencia. Las fallas se plantarán en julio pero se tambalean. Floristas, pirotécnicos, artesanos de la orfebrería, indumentaristas, maestros de la pólvora y músicos temen que la cancelación les pase factura más allá de las pérdidas que sufren. Auguran recortes en los presupuestos falleros que se suman a los agujeros que ya marcan sus cuentas. Un desplome de los encargos que mellará en sus ganancias que traerán unas fiestas más austeras.

Cada sector que orbita sobre las Fallas tiene su idiosincrasia. Pero todos los profesionales padecen el cambio de escenario que sitúa en la semana del 15 al 19 de julio la celebración de la fiesta grande de la ciudad de Valencia. Buscan salidas desesperadas empujados por una situación que roza el límite. Así es como Amparo Úbeda saca cestas de claveles a precio de coste.

«¿Qué puedo hacer?», se pregunta aún sabiendo la dificultad de la respuesta. El género que encargó aún lo debe. La mayoría de comisiones han anulado sus pedidos y ella se queda con más de 15.000 claveles y una deuda.

«¿Y si en julio hay otra Ofrenda y las comisiones no tiene tanto supuesto para volver a comprometerse?», ese es el miedo que se comparte.

Pese a los esfuerzos de Amparo por venderla, el 80% se perderá, como los cinco millones de euros del sector; es lo estimado por la Asociación de Flores y Plantas de Valencia. Su presidente, José Vicente Almudévar detalla la dificultad de hacerlas perdurar. Y de cara al verano cree que todo dependerá del dinero que decidan gastar las comisiones. «No hay problema en le producto porque la flor es de importación y si no hay una será otra, pero todo depende de lo que se quieran gastar, igual los ramos en lugar de cinco flores tendrán una, y claro eso también nos perjudica en el sector», explica.

Algo más cabreado lo afronta Antonio García, de la Pirotecnia Mediterráneo. «Tendríamos que estar disparando mascletàs, y ahora tenemos un problema para almacenar el material y igual que han ayudado a los artistas falleros a almacenar los monumentos y las piezas, nosotros no hemos tenido esa suerte porque nadie quiere guardar ni un kilo de explosivos en la Feria de Muestras, esta claro», dice añadiendo que el desenlace se traduce en reducir plantilla. «Tenemos que estudiar recortar en trabajadores, si no podemos seguir fabricando ni vendiendo no les puedo mantener, es un oficio que depende de las manos de los operarios y si no tienen nada que fabricar, no hay trabajo», explica.

Las dos temporadas

Cree que la única solución sería disparar el material aunque sea en las comisiones, teniendo como espectadores a los falleros. «Yo no conozco qué mascletà de barrio supera las 500», argumenta. Las dos grandes temporadas para el sector de la pólvora son las Fallas y el verano, con el cambio en el calendario ven el peligro de no llegar a ninguna de ambas. «No sólo están las Fallas también tenemos las fiestas en verano y otra de las épocas fuertes de trabajo empieza en julio para nosotros; nos vemos con una carga importante de faena que conlleva también problemas en tema de almacenamiento».

El trabajo de todo un año queda en pausa y casi sin salida. Todo el género y los encargos, el material que habían adquirido ahora está en peligro como también sus negocios y puestos de trabajo. «De mi dependen diez familias a las que no voy a poder pagar y es lo que peor me sabe», reconoce Eduardo Puertes, de Eugenia Puertes Indumentarista. La cadena llega hasta el sector de la seda y sin los pedidos de los indumentaristas, ellos tampoco comerán. «Si nosotros no hacemos trajes las fábricas de seda quiebran, se quedan paradas. Y las pérdidas son incalculables, en este caso en el que proponen aplazarlas a julio sólo con la compostura de las niñas que van a crecer o a pegar el estirón suponemos que será un millón que vamos a tener que hacer frente los indumentaristas; a 50 euros por compostura sin haber estrenado trajes no hay quien se lo pueda cobrar pues todo ese coste será para nosotros», matiza.

Las peluquerías son las grandes olvidadas y se ven sacudidas por las consecuencias. Casi 3.000 euros en pedidos de lacas, fijadores, horquillas y todo tipo de productos que Carlos Ruiz almacena en su local con una lista de atención en blanco. «Desplacé a todas mis clientes habituales hace dos semanas para dejar hueco a las falleras, este año tenía el honor de peinar a la fallera mayor infantil y ya nada de eso pasará, ahora estamos de brazos cruzados y sin poder trabajar», describe Ruiz lo que le ocurre a muchos compañeros de la profesión.

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