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Los valencianos se arremolinan en la Plaza de la Virgen. Jesús Signes

«Veo a mis hijas crecer con las fotos que nos hacemos con la Virgen»

La plaza se abarrota de gente que acude a ver a la patrona de Valencia para pedirle su protección y que acoja en su gloria a sus seres queridos

Miércoles, 20 de marzo 2024, 01:58

Todos los caminos conducen a la Plaza de la Virgen la mañana después de la Ofrenda. Locales y turistas se arremolinan para poder estar cerca ... de la Mare de Déu. Embelesados por la belleza de su manto. Es casi imposible encontrar un hueco para acercarse al cadafal. Hay que tener paciencia para conseguir la ansiada fotografía.

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Teléfono en mano, los visitantes posan frente a la Cheperudeta. «Veo a mis hijas crecer con las fotos que nos hacemos con la Virgen cada año», cuenta Jenny mientras abraza a una niña rubia de ojos vivaces. Son falleros. Después de la Ofrenda, la familia se dirige a la plaza para observar cómo ha quedado el manto de la Virgen de los Desamparados. Felices al saber que sus ramos han servido para decorar la vestimenta de la patrona de Valencia. «Siempre que voy en la Ofrenda pienso en lo que le voy a pedir a la Virgen, pero cuando la veo de frente sólo puedo emocionarme pensando en aquellos que ya no están con nosotros y le pido que los cuide», confiesa Jenny con los ojos vidriosos.

Un niño de unos tres años ha decidido ir a ver a la Mare de Déu vestido de fallero. El pequeño consigue hacerse un hueco entre la multitud y agarrarse a una de las vallas para poder verla de cerca. Y de repente, lo encuentra. Un clavel blanco en el suelo. Se agacha para recogerlo con una sonrisa en el rostro. Sus manos son todavía demasiado pequeñas. La florecita le llena toda la palma. Se le cae en repetidas ocasiones. Pero vuelve a por su clavel y lo sujeta como si se tratara de un tesoro. Porque el fervor que sienten los valencianos por la Maredeueta es palpable. Una devoción que no conoce límites.

Entre las personas que hacen el recorrido para poder ver de cerca a la Virgen hay muchas personas mayores. Ancianos que se ayudan de las muletas o del bastón para poder caminar. Sus piernas cansadas no son un impedimento para que acudan a visitar a la Mare de Déu.

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Manuel y Mari Ángeles, de 82 y 78 años, acuden cada 19 de marzo a la plaza para observar el cadafal. El matrimonio es de Zaragoza, pero construyeron su vida en Valencia. Ya se han integrado con las tradiciones y la devoción que siente por la Cheperudeta no podría ser más sincera. Como ellos, personas de avanzada edad se animan a adentrarse en una plaza realmente colapsada por el gentío con tal de acercarse todo lo que puedan al cadafal y solicitarle a la Maredeueta que los proteja de las adversidades.

Carmen siempre ha sido una gran devota de la Virgen de los Desamparados. O, como ella la llama, 'la virgencita'. Desde que tiene uso de razón acude a la plaza para poder ver a la patrona. Sus ojos castaños se llenan de lágrimas al observar el manto floral. «Cuando era joven en lugar de ir de fiesta con mis amigas yo me iba a la Ofrenda para ver a mi 'virgencita'», cuenta con ternura la mujer. Siempre le pide a la patrona que cuide de su familia y que tenga a sus padres en su gloria.

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