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Panorámica de la techumbre de la 'Cambra Daurada', hoy en la Lonja de Valencia. :: lp
Una techumbre  única en Europa

Una techumbre única en Europa

La Sala Dorada de la Casa de la Ciudad de Valencia fue concebida por los regidores como muestra de su renovado orgullo cívico

ÓSCAR CALVÉ

Domingo, 25 de enero 2015, 00:20

El maltrecho patrimonio artístico valenciano muestra sólo un reflejo del pasado esplendoroso de nuestro territorio, cuya época más próspera se sitúa en las primeras décadas del siglo XV. A este período, y con el oro como protagonista, se adhiere un magnífico monumento hoy descontextualizado: la techumbre de la Sala Dorada de la Casa de la Ciudad de Valencia. Para su actual disfrute sólo hace falta acudir a la Lonja de Valencia, a la planta noble del pabellón del Consulado del Mar.

Su singular belleza no es acorde al escaso conocimiento de su historia y significado. Se trata de una obra sin parangón concebida por los regidores de Valencia como muestra de su renovado orgullo cívico. Además de cubrir el espacio en el que se deliberaban importantes decisiones para el devenir de la ciudad, la techumbre era causa de admiración para las personalidades que la visitaban, ya que jamás habían presenciado nada igual.

El impresionante techo cubría en origen una nueva sala de la Casa de la Ciudad, es decir, el antiguo ayuntamiento de Valencia que, hasta su demolición entre 1859 y 1860, ocupaba el terreno donde hoy está el jardín contiguo al Palacio de la Generalitat. La sala y su fascinante techo se comenzaron a elaborar en 1418 bajo la supervisión de Joan del Poyo, personaje que encarna al genio renacentista y cuyo anonimato responde única y exclusivamente a no haber ejercido sus habilidades en Italia.

El mandato de los regidores valencianos a Joan del Poyo exigía que la nueva sala de la Casa de la Ciudad se hiciese «de talla, de or e de pintures», proporcionando una obra «bella e costosa». No cabe duda del éxito de su empresa. La opulencia y el brillo decorativo motivó que esa nueva sala pasara a llamarse 'Cambra daurada', un lugar idóneo para desplegar funciones ceremoniales y de boato. El techo fue, y sigue siendo, una obra maestra incomparable. Bajo la dirección de Joan del Poyo trabajaron los escultores, pintores y orfebres más famosos del reino. Aunque hoy se tenga la impresión contraria, las techumbres planas de madera podían costar más que las estructuras abovedadas. En palabras de Eiximenis, era mejor construir bóvedas, puesto que, entre otras ventajas: «e'n costa menys que si-s feya de bona fusta dolrada per mans de mestre». La cubierta de la 'Cambra daurada' fue la máxima expresión de esas costosas techumbres. En abril del año 1428 el rey Alfonso el Magnánimo quedó verdaderamente deslumbrado por aquel espacio revestido con esculturas y bajorrelieves de oro, aun cuando no se finalizaría hasta 1445, de la mano de otra famosa generación de maestros.

Derribo del ayuntamiento

Pese a sufrir el lógico deterioro del paso del tiempo puede afirmarse que llegó en buen estado de conservación al período en el que se decidió derribar el antiguo ayuntamiento. Sólo así se explica la defensa del techo que promovieron los círculos intelectuales en 1854, declarándolo como «una preciosidad histórica y artística que es preciso conservar». Sólo así se justifica que se procediera al costoso desmontaje de la techumbre. Ya desmontada la obra, padece una triste peregrinación de más de seis décadas por diversos almacenes sitos en el palacio arzobispal, en los bajos de las Torres de Serranos y en la propia Lonja. Testigo de excepción de esas vicisitudes fue don Luis Tramoyeres Blasco, quien en sus artículos de LAS PROVINCIAS daba cuenta de ellas. Finalmente, entre los años 1920 y 1923 se procedió al montaje de las piezas para la readaptación al nuevo enclave de la Lonja. Para salvar el diverso tamaño entre la techumbre original y el espacio que debía cubrir, el escultor José Aixá realizó dos tareas. Se encargó de labrar dos vigas con sus correspondientes soportes, imitando la estructura original y logrando su alargamiento. Obró también un aplacado figurando repetidamente el escudo de Valencia en el perímetro longitudinal de la techumbre, proporcionándole mayor anchura. Salvo estos añadidos, nos hallamos ante una obra encaminada a cumplir su sexto centenario.

Aunque este tipo de techumbres se empleó frecuentemente para cubrir iglesias y palacios durante los siglos XIV y XV, la novedad radicaba en el minucioso trabajo escultórico, de particular factura en el caso del alfarje -nombre técnico para referir estas cubiertas- de la 'Cambra Daurada'. Su estructura constructiva, además de cumplir con las exigencias funcionales, es un verdadero mosaico decorativo en el que destacan la heráldica municipal, los profetas del Antiguo Testamento y otros personajes, combinados con motivos diversos como animales fantásticos, seres híbridos, niños y temas vegetales. Un extraordinario universo de figuras en relieve doradas sobre fondo oscuro que realzan aún más su resplandor. Este universo, además de fascinar al espectador y recordar el prestigio de las autoridades ciudadanas que lo patrocinaron, tiene una significación concreta. La techumbre loa la riqueza y prosperidad de la urbe, otorgando gran protagonismo al escudo de la ciudad entre tanto oropel. Más llamativas son las esculturas de bulto redondo figuradas en las ménsulas, es decir, las repisas que reciben el peso de las vigas. Divididas en dos cuerpos, las ménsulas superiores albergan profetas del Antiguo Testamento que parecen presidir y vigilar todo el conjunto escultórico. Su inclusión en el programa se explica a través de la actividad que se desarrollaba en la sala. Allí se reunían los jurados y se elegían cargos gubernamentales, además de ejecutar otras sentencias importantes. En aquella época el conjunto de profetas del Antiguo Testamento era considerada la 'corporación' con mayor reputación en cuanto a sabiduría se refiere: sus acciones y palabras contenían revelaciones divinas todavía sin acontecer cuya materialización reflejaba el hecho más trascendental de la humanidad, el nacimiento de Jesucristo. David, Salomón o Moisés fueron auténticos referentes para aquellos hombres que debían gobernar la Valencia del siglo XV, y su visión les infundiría juicio para tomar las decisiones oportunas.

Fiestas medievales

El otro aspecto más llamativo de la decoración se desarrolla en el resto de espacios de la techumbre: seres híbridos que tañen instrumentos musicales, escenas de carácter lúdico que representan personas divirtiéndose con los juegos de entonces -como la pala o la 'trompa'-, luchas mitológicas, niños portando cañas entre sus piernas a modo de caballitos, y por supuesto, algún que otro capricho de los artistas. Lejos de enrevesadas y habituales explicaciones, la documentación del período ofrece una respuesta más simple y verosímil: el techo da cuenta de todo aquello que ocurría en las principales manifestaciones de júbilo del pueblo, especialmente en la procesión del Corpus Christi y durante las entradas reales, diversiones establecidas por las autoridades municipales y en los que intervenían precisamente los mismos artistas que realizaron la obra. El alfarje es una fascinante galería de los espectáculos bajomedievales que llenaban de algarabía y de excesos las calles de Valencia y la inclusión de las figuras bíblicas ofrece una última y global lectura. Aquellos profetas que parecen velar por el control de todo lo que ocurre en el techo simbolizan el anhelo de los jurados para conseguir los efectos del buen gobierno. Una muestra de los gobernantes valencianos de como el desorden puede ser encauzado. El éxito de su control, de su capacidad organizativa frente a la profusión festiva, tiene su traslación en la estructura del alfarje.

La afortunada aunque descontextualizada reubicación diluyó su significado, pero el poder de seducción de esta obra de sublime factura sigue tan vigente como en los días del Magnánimo.

Amadeo Serra Desfilis y Óscar Calvé Mascarell, catedrático e investigador del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valencia respectivamente, han publicado un exhaustivo estudio sobre esta obra con el título 'Iconografía cívica y retórica en la techumbre de la Sala Dorada de la casa de la ciudad de Valencia', en Narrazione, exempla, retorica. Studi sull'iconografia del soffitti dipinti nel Medioevo Mediterraneo, (a cura di Licia Buttà), ed. Caracol, Palermo.

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