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ÓSCAR CALVÉ
Sábado, 2 de abril 2016, 23:20
«Temed a Dios y honradle porque la hora de su juicio ha llegado». Esta sentencia pronunciada por el santo valenciano ha definido la personalidad de Vicent Ferrer, cuya festividad se celebra mañana. en el imaginario colectivo. No obstante, es sólo una de las caras de la figura poliédrica de aquel personaje al que una visión celestial le empujó a transformar la cristiandad por buena parte del continente europeo. Un hombre capaz de apaciguar las arraigadas luchas intestinas de su ciudad, cualificado para ser determinante en la elección del rey de la corona más potente del Mediterráneo y autorizado para intervenir en el mayor conflicto de la historia de la Iglesia. Tan solo una sombra, al menos desde una perspectiva actual. Su innegable antisemitismo -entonces considerado virtud cristiana- provocó un reguero de medidas segregacionistas contra la comunidad judía en muchos lugares.
No en vano, el relato de su vida difiere con creces en función del credo que profese el historiador actual, que sí coincide unánimemente en la excepcionalidad de este valenciano de mediana estatura, calvo, enjuto y de carácter muy reservado, que se transformaba al subirse a un altar para predicar el Evangelio.
Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento. Hoy se data el 23 de enero de 1350, si bien esta efeméride se sustenta en un discutible cálculo realizado más de un siglo después de que el valenciano naciera.
Perteneció a una familia acomodada merced a la labor de notario que ejerció su padre, Guillem Ferrer. Tuvo cinco hermanas y dos hermanos, entre los que destacó Bonifacio, cuya novelesca vida haría las delicias de cualquier escritor: representante de la ciudad de Valencia, sufrió un penoso juicio por traición a la corona que le privó de libertad durante varios años, poco antes de que la peste le arrebatara a su esposa y al menos siete hijas. Tras recuperar la libertad e influenciado por su hermano Vicent, Bonifacio vendió todas sus pertenencias e ingresó en la orden de la Cartuja, institución que acabaría gobernando a nivel europeo.
Pero volvamos a Vicent Ferrer, que ingresó en el convento de los dominicos de Valencia y gozó de una extraordinaria educación que le llevó por distintas universidades de varios reinos. En 1379 se convirtió en prior del convento dominico de su ciudad natal, cargo que ostentó apenas unos meses a causa de sus discrepancias con el rey y buena parte de la población por la adhesión del valenciano a la causa aviñonesa: a finales de 1378 la Iglesia se había dividido en dos papados, uno con sede en Aviñón y otro en Roma.
Vicent Ferrer dispuso de varios testimonios presenciales de aquella división que le advirtieron de que la causa justa era la defendida en la sede francesa, mientras que el monarca Pedro IV mantuvo una posición neutral, expectante a obrar en función de los intereses de la corona. Pocos saben que en Valencia, durante algunos meses, el futuro santo fue «mal tractat i vituperat» según la documentación. Las circunstancias cambiaron con la llegada al trono de Juan I, afín al valenciano en la defensa de la causa aviñonesa. Vicent Ferrer protagonizó un imparable ascenso y alcanzó el cargo de confesor real, gozando de la confianza de diversos reyes y reinas, que valoraron del dominico su profunda religiosidad además de su fascinante oratoria.
El valenciano fue llamado por el nuevo papa Benedicto XIII -Pedro de Luna-, quien antes de ostentar el pontificado contó con la colaboración de Ferrer en una campaña cuyo objetivo era legitimar la obediencia aviñonesa. Vicent Ferrer se trasladó a Aviñón y se convirtió en confesor del papa.
En esta ciudad, el tres de octubre de 1398, todo cambió. Ferrer se encontraba gravemente enfermo y en el umbral de la muerte se le apareció Jesucristo, acompañado de san Francisco y santo Domingo. El Hijo advirtió a Sant Vicent Ferrer de que era precisa su sanación para que preparara a la cristiandad a la inminente llegada del final de los tiempos.
Después del mandato divino, Jesús tocó la mejilla del valenciano y sanó. El episodio lo narró en múltiples ocasiones, incluso por escrito, en una carta dirigida al papa en 1412. Así se fraguó el punto de inflexión de la vida de Sant Vicent Ferrer, que dejó la sede papal, rechazando títulos cardenalicios y obispales ofrecidos por Benedicto XIII.
Tomó como único equipaje la Biblia y un báculo e inició su titánica misión. Recorrió en varias ocasiones territorios integrados en la actual Francia, Suiza, Italia y España (incluida Mallorca). Recorría una media de 20-30 kilómetros diarios, siempre a pie, únicamente con la ayuda de un bastón, hasta que una lesión durante sus últimos años de vida le obligó a servirse de un burro.
En el contexto de esta actividad predicadora emerge la grandiosidad del valenciano, capaz de mover a las masas con una intensidad, permítanme la licencia, sólo comparable en la actualidad con la de un gran concierto o la de un clásico futbolístico. Lógicamente su objetivo era más comprometido.
No dudaba en censurar la relajación moral de todos los estratos sociales: desde al pobre vagabundo que juraba en vano, al monarca que abusaba de su autoridad, sin olvidar el comportamiento poco ético de la jerarquía eclesiástica.
La participación de Ferrer era solicitada por los gobiernos de medio continente, sabedores de los notables beneficios que reflejaba su palabra en la comunidad. Apaciguamientos, cierre de tahurerías (casas de juego), abolición de prostíbulos, etc. Aunque en 1399 inició su actividad evangélica y de conversión de infieles y herejes acompañado sólo de un hermano dominico, hacia 1408 se configuraría en torno a él una compañía que le seguía en buena parte de sus desplazamientos, compuesta por personas de diverso rango que abandonaban todo para acompañar a ese hombre tocado literalmente por Dios y cuya santidad era percibida por gran parte de la sociedad. Hasta tal punto que Ferrer precisaba protección para acceder a muchas poblaciones con objeto de frenar la exacerbada devoción que suscitaba entre la feligresía, que luchaba por obtener un jirón de su hábito o por tocar al futuro santo.
Cuentas municipales de varios archivos europeos citan la elaboración de rústicos precedentes del papamóvil, elaborados con maderos cuya única finalidad era preservar la integridad física del dominico.
Mediador de conflictos
Su prestigio provocó que fuera solicitada su intervención en dos grandes conflictos del momento, aspecto que no interrumpió sus predicaciones. Por un lado, la elección de un monarca para la corona de Aragón a la muerte de Martín el Humano sin que este hubiera dejado descendencia. Ferrer no solo fue uno de los nueve compromisarios elegidos para tal deliberación, también fue el encargado de hacer pública la elección de Fernando de Antequera como nuevo rey de la corona aragonesa.
Todavía más grave, por afectar al conjunto de la cristiandad, fue el asunto de la unidad de la Iglesia. Ferrer estuvo convencido que tras el cisma de 1378 la obediencia se debía rendir al papa instalado en Aviñón, pero los nuevos acontecimientos -en 1409 llegaron a proclamarse tres obediencias distintas-, y la obstinación de Benedicto XIII en mantenerse a toda costa en su cargo causó el replanteamiento del problema.
Con el deseo de obtener la unidad de la cristiandad Vicent Ferrer solicitó en varias ocasiones a su amigo Benedicto XIII que renunciara a la tiara pontificia, pero no hubo manera, así que este acabó aislado en Peñíscola, sin ser reconocido por nadie como el auténtico papa.
Vicent Ferrer pasaría los últimos años de su vida en el norte de Francia, evangelizando con su palabra hasta el 5 de abril de 1419, cuando murió en Vannes. Las autoridades de esa ciudad tuvieron mucho cuidado de conservar el cuerpo del futuro santo, sabedores del incomparable impulso vital que supondría para la urbe convertirse en centro de peregrinación europeo, como así sucedió.
Hoy es imposible saber dónde quiso ser enterrado el santo, quizá fuera en su tierra natal: el supuesto gesto atribuido a Ferrer de sacudirse el calzado al salir de Valencia para no llevarse consigo ni el polvo de la ciudad es solo una leyenda creada siglos después.
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