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JOSÉ IGNACIO GALCERÁ
Viernes, 16 de septiembre 2016, 00:19
valencia. Entre el 17 y el 24 de septiembre, la localidad castellonense de Betxí celebra las fiestas en honor al Santíssim Crist de la Pietat. Una semana de toros, o lo que es lo mismo, siete días en los que algunas de las ganaderías más importantes del campo bravo centrarán todas las miradas de los aficionados. Se exhibirán hasta seis astados cerriles que son el fruto del trabajo conjunto de peñas, comisión taurina y ayuntamiento. «Para este sábado hay un toro de Vegahermosa y otro de Fuente Ymbro, éste último patrocinado por la Associació Aficionats al bou de Betxí, que será el último año que haga toros, ya que es una peña que se va a disolver; el miércoles hay un toro de Olga Jiménez, patrocinado por la Peña El Pelotazo, y otro de Felipe Bartolomé, patrocinado por la Associació Amigos Taurinos de Betxí; y el último sábado, el día 24, hay previsto dos toros más, en este caso a cargo del ayuntamiento, de las ganaderías de Torrealta y Pascual Alcalá», desgrana Ximo Gumbau, miembro de la Comisión Taurina, quien a modo de balance sobre el cartel añade: «Está acorde a lo que se merece este pueblo».
Los festejos taurinos en Betxí están organizados por una Comisión Taurina dependiente del ayuntamiento de la localidad que sumada a las diferentes peñas que patrocinan toros durante las fiestas aúnan esfuerzos y trabajo para sacar adelante el cartel. «El ayuntamiento da una subvención a cada peña que patrocina un toro cerril mientras que el consistorio tiene que adquirir tres toros», explica. Actualmente, la comisión está compuesta por once personas encargadas de viajar al campo bravo para seleccionar y adquirir los toros. «El ayuntamiento hace un ofrecimiento a la gente del pueblo para formar parte de la comisión que no deja de ser un grupo de amigos. No nos elige nadie sino que está abierto a todo el mundo que quiera participar en los festejos».
El encargado de descorchar los festejos será Laminado, número 5, de Vegahermosa. Será el primero de un cartel que combina la categoría y el prestigio de las ganaderías anunciadas con una notable presentación de los astados. «Es lo que nos exige la afición, son toros serios pero con las caras bien puestas. No hemos buscado tampoco ese toro destartalado, son toros armónicos, se ha tenido gusto a la hora de seleccionarlos y también se ha respetado el tipo de cada toro teniendo en cuenta su procedencia. Luego, el juego que den en las calles ya será otro cantar. Si la memoria no me falla, excepto Pascual Alcalá, creo que debutan todas las ganaderías en Betxí», comenta.
Junto al cartel de toros cerriles, también tienen protagonismo las ganaderías autóctonas. Hasta ocho pisarán las calles de Betxí en lo que supone la guinda perfecta a los festejos taurinos. «Muchas de las ganaderías que vienen son punteras en la actualidad. Hablamos de Germán Vidal, Hermanos Guillamón, Dani Machancoses, Juan Pedro Peris, Miguel Parejo, La Paloma, Cantera y El Mijares». El ganado de corro será el encargado de abrir cada una de las tardes de toros en el municipio castellonense. «Lo hacemos porque es una manera de ir calentando motores, de empezar a animar la tarde y de dar tiempo a los aficionados que vienen. En Betxí siempre hemos apostado por las vacas de corro, es una manera de dar cabida a los ganaderos de la tierra. Somos conscientes de que el toro cerril tiene mucha expectación pero también hay que dar espacio a los ganaderos de corro», añade.
Una embolada peculiar
Con apenas 6.000 habitantes, esta localidad de la Plana Baja está a la sombra de plazas de primera como Onda, Almassora, La Vall d'Uixó o Vila-Real. «Taurinamente estamos un escalón por debajo, sabemos que no podemos compararnos ni competir con estos pueblos», señala Ximo Gumbau. Sin embargo, hay algo que distingue a esta localidad de otras y que supone un motivo de orgullo para los aficionados. «Cuando me preguntan: ¿qué destacarías de los festejos taurinos de Betxí? Siempre contesto que las emboladas. Podemos decir bien alto que ningún pueblo tiene la peculiaridad de la cuerda del toro en las emboladas nocturnas. Somos un pueblo único en ese aspecto».
La salida del toro para la embolada constituye un espectáculo dentro del propio espectáculo. «Desde que sale el toro del corro hasta el pilón hay unos 70 u 80 metros de distancia. La cuerda que gastamos mide cien metros, así que puedes imaginarte el terreno que gana el toro cuando hace una salida rápida. Hay riesgo, hay emoción y si no se conoce este detalle puede resultar peligroso porque hay muchos que se confían y no son conscientes de hasta dónde puede ir el toro. Se puede desplazar más allá de los 50 o 60 metros del pilón y ese terreno hay que recuperarlo recogiendo la cuerda. Es un espectáculo bonito», revela. El toro sale desde los corrales situados en la calle Mossen Belaire «y desde ahí ha de hacer un giro a la izquierda e ir en dirección a la Plaza Mayor hasta encontrarse con el pilón. Lo normal es que se pase y llegue incluso al final de la plaza o hasta la calle Sant Roc. Estamos hablando de muchos metros de distancia», explica. «Vale la pena verlo porque normalmente en las emboladas del resto de pueblos cuando el toro sale del cajón o de los corrales el pilón está situado a 15 metros y nosotros estamos cerca de los 80. La salida del toro es muy espectacular». Al hilo de esto, Ximo Gumbau defiende la modalidad de la embolada. «Es una parte esencial dentro de los festejos populares».
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