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laura chirivella
Miércoles, 2 de noviembre 2016, 00:10
Las manteletas menos cargadas de lentejuelas y austeras, mangas más afrancesadas, la peineta más baja y sin los rodetes laterales corresponden con el traje del siglo XVIII, pero los escotes más vistosos, las mangas afaroladas, un pronunciado redondeo en la falda y tres moños son cosa del XIX. A pesar del impulso de la Junta Central Fallera a favor del siglo XVIII no se ha llegado a consolidar la preferencia de las falleras de las comisiones por este estilo, por lo que el duelo entre ambos sigue en tablas, por el momento.
Mientras que para las presentaciones el segundo traje es el estandarte de las valencianas, el primero es el más demandado y utilizado en el resto de actos. Por sectores, también hay división entre la elección de uno u otro. La zona centro se ha posicionado en los últimos años como pionera de la vuelta a la indumentaria tradicional del siglo XVIII, mientras que en las pedanías y las afueras del Cap i Casal, el siglo XIX tiene muchas más seguidoras, asegura Amparo Fabra. «Esta decisión creo que está relacionada con la polémica obligatoriedad de portar un único moño con este modelo».
Colores empolvados
Sobre las tendencias para esta próxima temporada aún «es prematuro para decidir, ya que eso dependerá de lo que lleven las falleras mayores durante su reinado», asegura Juanvi Aznar de tejidos Vives y Marí. No obstante, remarca que hay colores que han destacado sobre el resto como el azul, el rojo o el rosa pero en tonos «empolvados» y más suaves que en temporadas anteriores donde predominaban colores más chillones y estridentes.
A pesar de que cada establecimiento posee su propia carta de fondos personalizada, todos coinciden en lo mismo a la hora de determinar el básico y número uno en ventas. El blanco es el «buque insignia» de la indumentaria valenciana, es decir, el color que «nunca pasa de moda» y que siempre luce. «No importa que pasen dos o tres años, no es como otros colores que sí que denotan que son de vestidos temporadas anteriores», resalta.
Como se ha destacado con anterioridad, en los últimos años las falleras mayores y su corte también se han convertido en el mejor escaparate para muchas firmas de indumentaria valenciana que marcan la tendencia de la temporada basándose en lo que portan las 13 jóvenes y las 13 niñas que representan a la fiesta valenciana durante todo un año. Hay falleras mayores de Valencia que, incluso, se han convertido en la cara representativa de un determinado tono. Es el caso del azul imperio de la hasta hace poco fallera mayor de Valencia, Alicia Moreno, el azul porcelana de Estefanía López o el borgoña que lució Laura Caballero en 2012 durante su exaltación. Por norma general, es en los actos importantes (Crida y exaltación) cuando el resto de falleras ponen sus ojos en las principales representantes de las Fallas para inspirarse y conseguir el vestido de sus sueños.
Predominio de la seda
En cuanto a los materiales para la confección se habla de seda, principalmente, valenciana, aunque en el caso de Álvaro Moliner hace años que también se trabaja con la italiana y estampados adamascados, entre otros, que consiguen hacer el traje mucho más ligero. Muchas de sus clientas buscan para sus segundas opciones telas más sencillas y ligeras que les permitan moverse con mayor soltura en aquellos actos que deben asistir. De hecho, en Albaes afirman que el material de procedencia italiana tiene su público, pero también remarcan que se reserva para segundos y terceros trajes y nunca como primera opción.
El terciopelo también destaca en los corpiños, sobre todo en aquellos pedidos en los que las clientas buscan un traje del siglo XIX y su correspondiente parte de arriba de manga larga para el acto de la Ofrenda, pedido que se ha incrementado tras la llegada de la crisis económica. Aunque todas estas decisiones también dependen mucho de la clienta y del traje que busque para casa ocasión. No es lo mismo vestir a la fallera mayor de Valencia, que a una fallera de comisiones o a una niña pequeña, coinciden la mayoría en este sector.
Vuelta a lantiga
La tónica general va orientada a la vuelta de la austeridad. Desde 1.700 Indumentaria valenciana, Jorge Faubel, comenta que la recesión económica ha marcado este estilo. «La llegada de la crisis hizo que la ostentación pura y dura dejase de estar bien vista, por eso la orientación hacia lantiga es normal». Entre los años 2007 y 2013 se apartó la fastuosidad para dar paso a los orígenes de la tradición algo que a criterio de Faubel ha influenciado de forma concreta al estilo del traje del siglo XVIII.
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